Las mujeres "borradas" de la cúpula comunista China
Sólo seis mujeres han formado parte del Comité Permanente del PCCh desde 1948 y en la actualidad no hay ninguna en la elite de poder de Xi Jinping
Existe la creencia de que los hombres son más valiosos que las mujeres y a ellas se las relega a labores de crianza y domésticas
La primera dama, Peng Liyuan, cuenta con una influencia que no está usando para fortalecer al género femenino, lastrado dramáticamente durante décadas
Se cumplieron las expectativas y Xi Jinping aseguró un extraordinario tercer mandato al frente de la República Popular de China. El 20º Congreso del Partido Comunista celebrado la semana pasada también sirvió para que el presidente realizara cambios en la Constitución y renovara los asientos del Politburó, que cuenta con 24 miembros, y del Comité Permanente, compuesto por siete personas de su confianza. Entre los nuevos y los viejos rostros de este estamento político de la élite comunista no hay ninguna mujer, después de que la viceministra y supervisora de las políticas sanitarias de China, Sun Chunlan, se haya retirado de la vida política con 72 años de edad.
Aunque este hecho haya llamado la atención, especialmente de Occidente, no es novedad que la representación femenina en los puestos de poder del Partido haya sido históricamente ínfima. El Politburó sólo ha admitido a seis mujeres desde 1948 y ninguna de ellas llegó a formar parte del Comité Permanente. Actualmente, sólo el 5% de los 205 miembros del Comité Central son mujeres y del total de 96 millones de miembros activos que tiene el PCCh, éstas son minoría con un 29%. Los puestos de poder en el gigante asiático son cosa de hombres y dan buena muestra del papel de la mujer en la sociedad china. Dentro de sus fronteras, su rol “tiene sentido” porque el mensaje es coherente con una narrativa gubernamental repetida hasta la saciedad: “hacen falta más bebés”; fuera de China, la idea de animarlas a quedarse en casa es descabellada en pleno siglo XXI.
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El problema demográfico en el país es notable. Según datos del censo, en 2050, la edad media será de 56 años, mientras que en Estados Unidos será de 44. Según la Comisión Nacional de Salud, las tasas de natalidad han disminuido durante años y el crecimiento de la población se ha ralentizado. En una estimación publicada en septiembre en una revista china, el demógrafo de la Universidad Renmin de Pekín, Wei Chen, detalla que el pico de crecimiento de la población podría haber llegado en 2021, y que desde entonces se estaría produciendo un decrecimiento. A pesar de los esfuerzos para impulsar la natalidad, factores como la política de hijo único, las campañas de esterilización en las zonas rurales y los abortos selectivos por razón de sexo del pasado están pasando factura en el presente y lo seguirán haciendo en el futuro. El PCCh considera que las mujeres deben sacrificarse por la nación y decide por ellas que la mejor contribución es la de ocuparse del área doméstica.
Los varones son más valiosos que las mujeres
Dentro de China, en la generalidad de la mayor población del mundo, este concepto se lleva con naturalidad, incluso por las propias mujeres. “Cuando estás en China, es muy diferente a nuestra perspectiva desde fuera como extranjeros. Las mujeres chinas piensan que esto es normal”, afirma la Dra. Pan Wang, profesora titular de Estudios Chinos y Asiáticos en la Universidad de Nueva Gales del Sur, Australia, a SBS News. “Sólo cuando se produzcan cambios importantes en la composición de género habrá sentimientos diferentes hacia esto”, agrega. Sin embargo, esos cambios no parecen próximos cuando los que gobiernan son precisamente hombres leales a Jinping, al PCCh y al relato oficial. Aunque algunos expertos apuntan a la falta de natalidad como una de las razones para que las mujeres no accedan a puestos de máxima responsabilidad, también hay otros factores añadidos. “La desigualdad no es un concepto en China. Los problemas de las mujeres son secundarios”, explica el profesor David Goodman, director del Centro de Estudios sobre China de la Universidad de Sídney. “Se trata de un sesgo en el proceso de selección, existe la creencia de que las mujeres no son buenas líderes políticas”, agrega.
La creencia de que los varones son más valiosos que las mujeres en China se ha instaurado en la población durante décadas. Este pensamiento llegó a ejecutarse de manera extendida desde mediados de los años 70, cuando unido a la política de un sólo hijo (aplicada por primera vez en 1979, actualizada a dos hijos en 2015 y cuyos límites fueron levantados en 2021), provocó abortos forzados cuando se determinaba el sexo femenino del feto. Esta situación provocó un mayor índice de infanticidio femenino y de muertes de mujeres en China tras una tasa media anual de aborto inducido que fue de casi el 29% entre las mujeres chinas casadas de 20 a 49 años entre 1979 y 2010. Básicamente, la creencia de que los varones contribuían más a la familia y a la sociedad ha lastrado dramáticamente a las mujeres durante décadas y en la actualidad es otro de los factores que les impide ocupar posiciones de poder. En la cúspide del PCCh falta una perspectiva distinta a la de la mayoría que gobierna.
La primera dama forma parte del relato
Hay, en cambio, una mujer que ocupa un lugar privilegiado en la cúspide comunista. Se trata de Peng Liyuan, la primera dama de China. La esposa de Xi Jinping ha sido fundamental para suavizar la imagen de su marido en el exterior y ha contribuido para allanar el camino del presidente al poder. Cantante popular muy reconocida en el país antes de comenzar su relación, Peng formó parte de la Banda de Música del Ejército Popular de China (EPL) mientras era soldado -se trata de una de las cimas profesionales de músicos y artistas- y llegó incluso a erigirse como general de división en el Ejército en 2009. Ambos consumaron su matrimonio en 1987 y, dos años más tarde, la folclórica china llegó a cantar ante las tropas que participaron en la masacre de la Plaza Tiananmen. Su influencia a nivel militar impactó muy positivamente en la imagen de liderazgo de Jinping, especialmente cuando se incorporó a la dirección central del Ejército en 2010 y desde su ascenso a secretario general del Partido y presidente de la nación en 2013.
La propaganda china ensalzó a nivel interno la historia de amor de la pareja pero siempre dejó de lado que en 1992 ambos tuvieron una hija en plena campaña de abortos forzados. También ha pasado por alto que la única descendiente del matrimonio estudió Psicología en Estados Unidos. Como primera dama ha roto los moldes del gigante asiático, acostumbrado a que las mujeres de los presidentes adoptaran un papel discreto (sólo en los años 60 hubo un atisbo de participación internacional inspirado por las primeras damas estadounidenses). Peng es la que más ha aprovechado su figura al acompañar a menudo a su marido en visitas diplomáticas al extranjero, uniéndose a las esposas de otros líderes en reuniones internacionales y sirviendo como enviada especial de la UNESCO para la educación de niñas y mujeres.
No han faltado las críticas a Peng por su falta de compromiso real y ha sido acusada por contrarios al Régimen, opositores y disidentes de ofrecer una imagen que no se corresponde con sus acciones y de no estar haciendo lo suficiente por las mujeres que están siendo borradas en China. En enero, se hizo viral en las redes sociales un vídeo de una mujer encadenada, supuestamente víctima de la trata de personas. Decenas de disidentes firmaron una carta abierta a la ONU en la que se pedía la retirada del cargo de Peng como enviada de la UNESCO para los derechos de las niñas y las mujeres. Su influencia no está sirviendo para fortalecer a las mujeres en una sociedad que las ha abandonado y en la que no tienen representación en la cúspide de poder. En su defecto, ese poder esta en manos de hombres que no cuestionan a su líder, que no retan sus decisiones y que han construido su carrera a base decir “sí”.