¿Mantendrá Meloni la ley del aborto o tocará las uniones civiles en Italia?
A pesar de que la nueva primera ministra ha insistido en su discurso que no tocará “las libertades” la oposición muestra serias dudas
Ya durante la campaña anunció que no modificaría la ley del aborto, pero luego eligió un consejo de ministros ultraconservador
La experiencia en el gobierno de la región de Las Marcas de Hermanos de Italia aumenta las dudas
Muchos encuentran en la figura de la nueva primera ministra italiana, Giorgia Meloni, una contradicción a la hora de analizar su personaje y su figura política y de perfilar quién será la mujer que gobernará esta legislatura el país transalpino. Criada en una familia monoparental, solo por su madre tras ser abandonada por su padre; líder de un partido mayoritariamente masculino; ministra con solo 31 años y vicepresidente de la Cámara de Diputados cuando aún no había llegado a la treintena. Sin duda una vida llena de retos. Todas las piezas que reconstruyen su historia la convierten, efectivamente, en lo que ella este martes, en su primera intervención ante la Cámara llamó ‘Underdog’, aquella que rompe los esquemas, que no ha sido nunca favorita, ha sido siempre la última de la fila, pero, que ha llegado a lo más alto. Y esa es una gran arma para una Giorgia Meloni popular entre los italianos también porque la ven como ellos. Pero entre su historia vital y su ideología hay una enorme línea de separación, que ella misma ha reclamado en más de una ocasión, y que es a veces antítesis: lo que ella ha tenido no lo quiere para su país, para Italia.
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Entre su alegato a las mujeres y al “techo de cristal” de la jornada del martes ante la Cámara, su discurso que apela a la libertad femenina y su reconocimiento a las dificultades para mostrar el talento ha querido hacer un guiño a las mujeres, también las parlamentarias de la oposición que la aplaudieron al escucharla, pero era la primera vez en su carrera que decía unas palabras por el estilo. En su historia política pasada se ha referido muy pocas veces al hecho de ser mujer, de hecho rehúye de ese encasillamiento. Se centra en su discurso del “mérito”, el mismo dice que a ella la ha llevado al lugar en el que se encuentra, y detesta las discriminaciones positivas como arma para favorecer la introducción de las mujeres en ciertos ambientes. Es por eso que ha decidido usar el masculino primer ministro, en vez de primer ministra, en la firma de sus documentos oficiales.
A pesar de este discurso, su acercamiento al discurso femenino y su esfuerzo por justificar constantemente su pasado, también su militancia postfascista, su alargada carrera política en el partido más a la derecha del hemiciclo italiano la persigue. Así, a pesar de haber negado en campaña electoral, también ayer en su discurso programático ante la Cámara, y este miércoles ante el Senado, que no tocará “las libertades” en temas civiles en Italia, la incertidumbre de la oposición, que ayer reclamaba en estos términos, es grande. Temas como la ley del aborto, las uniones civiles para parejas del mismo sexo o los derechos de los migrantes y la gestión de la acogida, preocupan. En la jornada del martes precisamente la oposición, especialmente el PD y el M5S, recriminaba que no creía sus palabras, tras haber demostrado en la elección del Consejo de Ministros su marca más ideológica: la Ministra para la Familia, lo es también para la Natalidad y la Igualdad, Eugenia Roccella, es abiertamente antiabortista. Así igual con otros exponentes, abiertamente contrarios a las parejas LGTBI y que, incluso, en el pasado, no se cortaban en menospreciar con todo tipo de fórmulas como el presidente de la Cámara, el legista Lorenzo Fontana, que definió las familias gay como una “asquerosidad”.
Italia posee una Ley del aborto desde 1978, llamada Legge 194, confirmada en un referéndum en 1981. Una norma muy sensible para los italianos e histórica por su respaldo social. La primera ministra ha repetido que no la tocará, pero en la región en la que gobierna su partido, Hermanos de Italia, han sido muchas las denuncias, también de la prensa internacional, que remarcaban una serie de herramientas puestas en marcha para convertir el derecho al acceso al aborto en casi una misión imposible, por ejemplo con la casi totalidad de médicos objetores de conciencia. ¿Qué hará Meloni? Marina Terragni, histórica feminista y escritora en Italia, que reconoce el valor histórico de esta primera presidente del Consejo de Ministros, quiere darle una oportunidad a la líder para ver cuáles son sus acciones antes de juzgarla y, sobre todo, quiere buscarla como interlocutora. “No creo que se entrometa en esos temas ahora, sobre todo con la emergencia que vive el país. Pero sí que es verdad que para ella la maternidad es un tema central, por su historia personal es una persona muy sensible a la natalidad. La fortaleza de su madre que la crio sola, la suya con su hija, eso convierte la parte maternal de la mujer para ella en central y está estrechamente vinculado al papel en el que ve a las mujeres”, dice. De ahí se explica la mención que hace constantemente a salvaguardar los derechos de las mujeres pero, en la mayoría de los casos, vinculados a su rol de madre.
En cambio Giuditta Pini, ex parlamentaria del PD, reconoce que sí que hay un peligro real en los llamados “derechos civiles”. “Está claro que a nivel de imagen ella puede decir que no la tocará, pero luego puede boicotear su eficacia. Si se observa lo que ha hecho su partido en las regiones en las que gobierna se ve un esquema muy claro”, explica. ¿Hará de estos temas una bandera o seguirá manteniendo una postura moderada? “Lo reivindicará cuando las cosa se compliquen en lo económico este invierno y necesite distraer la atención, volver a sus grandes temas y será usado como tema de propaganda”, dice Pini. Menciona también el tema de la inmigración con un Ministro de Interior que fue la mano derecha de Salvini cuando estaba en ese mismo puesto y que le ayudó a escribir su famoso “decreto seguridad”. Giorgia Meloni ayer evitó explícitamente usar el término de “bloqueo naval”, que tanto han criticado en su campaña electoral, pero demostró una clara visión nacionalista en cuanto a la inmigración, como una amenaza para Italia. Aunque ahora usaba un tono mucho más institucional e incluso apelaba a fórmulas comunitarias para el control migratorio, hace solo dos años criticaba con mucha dureza el trabajo de la naviera SeaWatch, que rescata inmigrantes en el Mediterráneo, en lo que Meloni llamaba “traer inmigrantes clandestinos al territorio soberano de Italia”.
En cuanto al matrimonio homosexual, en Italia está delimitado por las “uniones civiles” lo cual impide adoptar un hijo en pareja o recurrir a la reproducción asistida. No obstante la ley reserva la posibilidad a los tribunales de aplicar la norma vigente sobre adopciones en casos particulares que permite a una pareja homosexual adoptar el hijo o hija del partner. Esta variable abre posibilidades, pero no contrasta las dificultades de las parejas del mismo sexo para acceder a la paternidad o maternidad. Giorgia Meloni ha ya dejado claro en campaña electoral estar en contra de aprobar el “matrimonio homoseuxal”, así que no dará pasos en esa línea ya que para ella solo existe la familia fundada por un padre y una madre. Pero tampoco ha declarado tener intenciones de tocar la Ley de Uniones Civiles del 2016, de hecho es ahí donde, para ella está la línea. En un desencuentro con un manifestante a favor de los derechos LGTBI este verano en campaña electoral Meloni lo rebatió diciendo “tienes ya las uniones civiles”, para querer remarcar que no se darían, desde luego, ningunos pasos más porque eso era suficiente. Además ha votado el pasado otoño en contra de la propuesta de Ley Contra la Homofobia, donde demostró que el asunto no estaba entre sus prioridades políticas, como explica Marco Grieco periodista italiano colaborador de Repubblica y Expresso que, además, descarta por completo pasos a favor de la comunidad LGTBI y espera los próximos pasos para entender cuál será el camino con respecto a los derechos ya adquiridos.