Meloni por primera vez ante las Cámaras: "Nunca he tenido simpatía por autoritarismos, incluido el fascismo"
La neo primera ministra pide el voto de confianza en la Cámara de Diputados, mañana, en el senado con un discurso programático
Hoy confirmará con la mayoría de derechas, ahora de forma definitiva, el inicio de su Gobierno
En política internacional seguirá la senda Draghiana, en nacional marcará la línea más conservadurista desde el inicio de la República
Este es seguramente el discurso más importante de la vida de Giorgia Meloni, la primera mujer en ser presidente del Consejo de Ministros en Italia, una política de carrera, de militancia posfascista que ha conseguido llevar su partido, Hermanos de Italia, a lo más alto. Ambos, dos aspectos que marcan la historia del país: una mujer primera ministra y el Gobierno más a la derecha desde el inicio de la República y que conviven en uno de los momentos más delicados para el país. Su intervención dura más de una hora y es, sobre todo, una declaración de intenciones, lo que hará su Gobierno en lo que ella, ilusionada, espere que dure, los cinco años de la legislatura. A pesar de que la media en Italia en las últimas décadas es de un año y medio. Sus problemas internos con sus socios de Gobierno, Silvio Berlusconi y Matteo Salvini, no ayudan, pero ella se enfrenta a los diputados con una convicción que va vinculada a su carácter, un tono seguro, potente, en algunos casos con un énfasis exagerado. Hoy es el paso definitivo de la líder de la oposición que fue en el último año y medio a la premier del país que será a partir de ahora y la línea donde se marcará el resultado que sus promesas electorales pueden tener. Pero el discurso deja aún una gran marca de su dualidad: la Giorgia Meloni de mitin electoral y la que estará presente en las mesas europeas representando a Italia.
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Un discurso en el que ha repetido en diversas ocasiones la palabra libertad, como un mantra con el que dar forma a su Gobierno, y una manera de alejar los temores que su conservador Gobierno genera dentro y fuera de Italia. Establece punto por punto el programa con el que pretende trabajar los próximos años una línea programática que dice, "no pretende sustituir un sistema de poder por otro, aún a costa de tomar decisiones que no serán entendidas para luchar contra algunos poderes". Mantiene así, con esta premisa, una de las primeras, su habitual esquema en el discurso de élite versus pueblo. Se dirige, en los primeros minutos, también a todas las mujeres, reconoce ante la Cámara el peso de la responsabilidad de ser la primera en encarnar el cargo de Presidente del Consejo de Ministros. Nombra a todas las que han trabajado para el país y que han "atravesado dificultades para demostrar su talento" y aplauden todas las diputadas, de todos los partidos, en un momento emotivo de unidad con la líder.
Pasa de inmediato a los agradecimientos, que realiza antes de profundizar en los aspectos más técnicos. Primero a su predecesor, Mario Draghi, con el que se sabe que tiene una relación buena y con el que comparte un vínculo de respeto. A él le agradece de forma directa el trabajo realizado en materia energética, especialmente en las negociaciones para obtener un techo al precio del gas, con las que será continuista. Aprovecha para extender la gratitud a todos los líderes internacionales que la han felicitado en las últimas horas. Su primer contacto internacional, con Emmanuel Macron, para nada un encuentro casual, sino buscado, ya se realizó este mismo domingo. Giorgia Meloni era hasta hace unos meses una crítica ferviente de Europa, ahora intenta estrechar los lazos con París, Berlín y Bruselas, en un rol que se esmera en cuidar para hacer parecer lo más institucional posible. En el discurso ante las Cámaras mantiene esta postura, reivindica su posición europeísta aunque no evita criticar una UE que la líder cree que "tiene que revisarse y ser más eficiente" pero de la que repite Italia formará, sin duda, parte. "No pretendemos sabotear la Unión Europea, sino construir una mejor casa común", añade la primera ministra. Aunque quiere mostrar un perfil dialogante, no pierde la ocasión de responder implícitamente a la ministra gala, Laurence Boone, que declaró que vigilaría los derechos civiles del nuevo gobierno italiano. "Digo solo que creo que pueden invertir su tiempo en cosas mejores, ha sido una ofensa al pueblo italiano", dijo la primera ministra. El otro gran pie en política internacional de su Gobierno, enfatiza Meloni, es el atlantismo, que reitera y que promete "con la fiabilidad que se debe a cuadros de alianza para la seguridad en los que Italia tiene que contribuir".
En cuanto a los aspectos de política interna vuelve a sus orígenes ideológicos más conservaduristas. Pone en el centro la familia, a través de la que se establecen todos los otros aspectos de la vida. Insiste en evitar las polémicas sobre la reducción de derechos civiles que podrán comportar algunas de las medidas que ha anunciado en campaña electoral. "Ya se verá quién tenía razón con el tema del aborto cuando prometí que no lo iba a tocar", reta a la oposición que la mira desconfiada. Se encarga también de desvincularse de otras polémicas: "Nunca he sentido simpatía por regímenes autoritarios que han traído solo horror, incluido el fascismo", dice intentando acallar críticas. Menciona a dos papas, A Juan Pablo II y al actual Papa Francisco, remarca su católica como pilar en su cuadro de valores. Presenta sus intenciones de una reforma constitucionalista a favor del presidencialismo. "No renunciaremos a cambiar Italia ante los prejuicios de la coalición", dice, a pesar de que ahora mismo no tendría los números necesarios, dos tercios, para cambiar autónomamente la Constitución. Junto a esa, remarca una de las grandes batallas de la derecha, el tema migratorio. "En Italia, como en cualquier otro país serio, no se entrará de forma irregular. Reivindico la intención de frenar el tráfico de seres humanos en el Mediterráneo y si no queréis que hable de bloqueo naval defenderé una gestión en sede europea para establecer quién tiene derecho a ser acogido y quién no", explicaba la neo primera ministra.
Se permite una pequeña paréntesis personal sobre su recorrido, además del ya mencionado guiño a las mujeres. Recuerda que ella ha nacido políticamente gracias a la militancia juvenil, reconoce el valor de los jóvenes que se manifestarán en las plazas, aunque lo harán previsiblemente en contra de ella. Reconoce, además emocionada, cómo siente que en este momento de su vida, al conseguir el rol de primera ministra un círculo se cierra. "Decidí dedicarme a la política el día que la mafia siciliana asesinó al magistrado Paolo Borsellino. El otro día, cuando entré en Palazzo Chigi y vi las fotos que le rendían homenaje entendí que todo había tenido sentido", dice. Añade además un fuerte discurso antimafia en donde recuerda su tono más personalísimo y fuerte.
Las cinco urgencias económicas de Italia
El Gobierno Meloni entra en funciones en un momento especialmente delicado para el país transalpino, algo que la líder ha querido destacar en todo el discurso. "Estamos en el contexto más complicado desde la posguerra, las previsiones de la desaceleración de la economía italiana, europea y mundial nos dejan en un clima de absoluta incerteza. Estamos en el medio de una tormenta y los italianos nos han dado la responsabilidad de llevar la nave a pueto", dice. Las consecuencias económicas de la guerra en Ucrania, entre los precios descontrolados de la energía y la inflación, pesan sobre familias y empresas. En esta línea deberá seguir los decretos de ayuda que Draghi ha ya lanzado desde febrero, por otro continuar los negociados, ya muy adelantados por el ex presidente del BCE desde el pasado viernes en la Comisión Europea, sobre un techo al precio del gas. En este aspecto la línea de Draghi no es solo una directriz a seguir, lo será también en la práctica con la permanencia del ex Ministro de Transición Ecológica, Roberto Cingolani, como asesor en el dicasterio actual, renombrado como Ministerio de Ambiente y Seguridad Energética.
Además de esos, a nivel interno, Italia tiene las semanas contadas para aprobar la ley de presupuestos, llamada aquí ‘Finanziaria’, que por primera vez, como unas elecciones en otoño deberá apurar sus tiempos más que nunca para ser aprobada a final de año. Meloni ya ha dicho que no hará un ajuste presupuestario, como pedía por ejemplo Matteo Salvini, para evitar aumentar la deuda del país. A eso se le suman los fondos de recuperación tras la pandemia (PNRR en italiano) de los que Italia es la mayor beneficiaria entre los 27 hasta 2025 de 21 mil millones de euros. Además de los temas tradicionales de la economía italiana y sus reformas que el Gobierno Draghi no tuvo tiempo a afrontar de forma definitiva: la ley de competencias, pensiones, impuestos laborales y reforma fiscal. Todo esto en un clima económico de gran incerteza y con una previsión, de los principales organismos internacionales, de una recesión técnica este invierno.