“Vladimir Putin estaba molesto, o puede que solo aburrido”, cuenta Gideon Rachman, uno de los periodistas invitados al off the record con el líder ruso en un restaurante de Davos de 2009. Una de las preguntas debió irritarlo y se quedó mirando a la periodista estadounidense. “Responderé en un minuto”, dijo Putin, “pero primero déjeme preguntarle por el extraordinario anillo que lleva en el dedo”. Todos los ojos se volvieron a la periodista. ¿Por qué era tan grande su anillo? Hubo risas de sus colegas. La periodista parecía incómoda. “Imagino que no le importará que se lo pregunte, porque no llevaría algo así a menos que esté intentando llamar la atención deliberadamente”. Más risas. Para entonces la pregunta original había caído en el olvido.
“Fue una clase magistral de distracción y acoso”, escribe Rachman, principal analista de política internacional en el Financial Times y autor de La era de los líderes autoritarios, una ensayo que combina una galería de retratos de 14 'hombres fuertes' con el análisis de las causas y riesgos que entraña su ascenso por todo el mundo en los últimos años. NIUS ha hablado con Rachman a su paso por Madrid para presentar la edición española de su último libro y participar en un debate en el Instituto Aspen.
Pregunta: Putin es el arquetipo, pero luego han venido Xi Jinping, a Narendra Modi, Trump, Bolsonaro, Duterte en Filipinas, el saudí Mohamed bin Salman, Viktor Orban en Hungría, Abiy Ahmed en Etiopía… Más de la mitad de la humanidad vive bajo el gobierno de algún ‘hombre fuerte’, en países muy diferentes de Asia, Europa, América y África, en regímenes autoritarios y en democracia, en países pobres, emergentes y ricos. ¿Qué tienen en común?
Respuesta: El culto a la personalidad con distintas variaciones y en contextos políticos diferentes. Todos creen tener una capacidad única y exclusiva para liderar su país. Se creen indispensables. Como dijo Trump en la convención repúblicana de 2016: “Sólo yo puedo arreglarlo”. Después de la invasión de Crimea, algunos subordinados de Putin dijeron: “Sin Putin, no hay Rusia”. Modi y la India son lo mismo, tal y como lo presenta su partido. Si te vacunas en la India, te entregarán un certificado con la foto de Modi. Xi Jinping ha introducido “la línea de pensamiento Xi Jinping” en la constitución del Partido Comunista Chino. Incluso cuando este mensaje aparece en una democracia hay que verlo como un mensaje implícitamente antidemocrático: como estos tipos tienen cualidades únicas, sería un error reemplazarlos. Lo otro que tienen en común es que prosperan en clima exagerado de crisis. Tienen que convencer de que el país está amenazado. La amenaza puede ser diferente, puede ser Orban o Trump señalando a los inmigrantes o puede ser un poder extranjero, Putin diciendo que la OTAN quiere destruir Rusia, o puede ser una crisis económica… Se crea una sensación de crisis que justifique la suspensión de las reglas habituales y que todo el poder lo tenga un individuo.
P:¿Por qué han proliferado en estas dos primeras décadas del siglo XXI?
R-Hay una mezcla de causas. Una es una reacción nacionalista a la globalización. Todos estos líderes casi sin excepción son nacionalistas nostálgicos. Dicen que se le ha arrebatado demasiado poder al Estado y que las cosas iban mejor antes, queremos volver a un tiempo pasado en que nuestro país era más poderoso. Como decía la campaña del Brexit: “Recupera el control”. Incluso en EE.UU. es una reacción a la globalización. Trump dice “América primero, hemos trasladado demasiados puestos de trabajo a China”. Para que ese mensaje funcione, tiene que encontrar receptividad en la gente. Una de las consecuencias de la globalización en Occidente ha sido un aumento de la desigualdad económica. En las zonas que apoyaron a Trump o el Brexit, muchas industrias habían desaparecido. Cuando Trump o Johnson les decían que las cosas antes iban mejor y que la culpa es de las élites globalistas, esos votantes le veían sentido. También han influido otras consecuencias de la globalización como el movimiento masivo de migrantes. La crisis de la identidad nacional. Asia es interesante, porque algunas de estas causas no explican el fenómeno allí, pero existe una sensación de que ahora hay una oportunidad para corregir siglos de debilidad de su sociedad y su cultura. Un hombre fuerte puede encarnar la revitalización de la nación. Muchos indios de clase media sienten orgullo por el levantamiento de la India y quieren que Modi represente eso. Esta es la hora de la India, dicen. En otros lugares, la causa es la delincuencia y la inseguridad ciudadana. Bolsonaro en Brasil y Duterte en Filipinas.
En los últimos 15 años –escribe- el mundo ha sufrido el mayor declive de la libertad política y el ataque más prolongado a los valores de la democracia liberal desde los años 30 del siglo pasado. ¿Volvemos a aquellos años de fascismo y violencia?
No será igual, hay diferencias, pero también aspectos inquietantemente parecidos. Escribí el 90% de este libro antes de la invasión de Ucrania. Ese ha sido un momento muy propio de los años 30. Nos recuerda que los líderes autoritarios de los años 30 estaban relacionados, sí, con la erosión de la democracia -que es de lo que escribo- pero también con la guerra. El epítome de la fortaleza está asociado con la violencia y con la victoria en la guerra. Creo que eso es lo que Putin trata de conseguir
En el libro señala cómo el estilo del ‘hombre fuerte’ no es exclusivo de los regímenes autoritarios, también emerge en democracias como las de Estados Unidos, Brasil, India o Hungría. ¿Esto es lo más preocupante?
Creo que sí, hay muchas cosas preocupantes. En comparación con los años 30, no hemos llegado a tanto. No hay una figura como Hitler. Pero también creo que en los años 30 los países más poderosos del mundo no fueron presa de este fenómeno. EE.UU. y el Reino Unido siguieron siendo democracias incluso en periodos problemáticos. Pero en nuestros días, EE.UU. ha elegido a un líder con las hechuras de un hombre fuerte.
Putin lleva en el poder desde el año 2000. Es el modelo en el que luego se han mirado otros. Una derrota rusa ¿debilitará la era de los líderes autoritarios?
Así lo espero. Tal vez la gente reflexione y vea que este tipo de liderazgo, -sus consecuencias y sus errores catastróficos- no solo te llevan a perder las libertades políticas, también la vida. Quizá con esto la gente tenga una visión menos idealizada de lo que entraña un hombre fuerte. Muchos países que no están necesariamente alineados con Occidente en Ucrania creen que Putin no ha actuado bien.
Subraya cómo los hombres fuertes se admiran mutuamente. Trump admiraba a Putin. ¿Qué habría ocurrido si Rusia hubiera invadido Ucrania con Trump en la Casa Blanca?
Creo que no se habría organizado la respuesta occidental. Los simpatizantes de Trump dicen que Putin no se habría atrevido a invadir Ucrania con Trump en la Casa Blanca porque Trump es fuerte y da miedo. Sin embargo, John Bolton, que fue su asesor de seguridad nacional, dice que si Trump hubiera seguido en la Casa Blanca, Putin ya estaría en Kiev. Creo no habríamos tenido esta respuesta unida de occidente.
¿Está a salvo la democracia estadounidense del síndrome del ‘hombre fuerte’?
No, para nada.
¿Puede volver alguien como Trump a la Casa Blanca?
Trump puede volver a la Casa Blanca. Es la figura dominante en el partido Republicano y en las próximas elecciones la economía americana no va a estar bien, la inflación es alta, Biden tendrá 82 años. Creo que un republicano normal podría derrotar a Biden con más facilidad que Trump, porque a Trump se le asocia con muchas cosas negativas. Pero sigue siendo la figura dominante del partido Republicano, así que probablemente conseguirá la nominación republicana y si consigue la nominación frente a Biden tiene probabilidades de ganar.
Xi Jinping va a consagrase como el líder chino con más poder desde Mao. El país más poblado de la Tierra parece encaminarse hacia una especie de estado orwelliano donde el estado es capaz de usar todas las herramientas tecnológicas a su alcance para controlar a la población y decidir sus políticas. Y China es el mayor inversor y el primer socio comercial de numerosos países, en especial del llamado sur global. En EE.UU. China es la mayor preocupación. ¿Vamos a una nueva guerra fría?
Creo que ya estamos casi en ella. Estamos tan pendientes de Ucrania que casi no le prestamos atención a lo que EE.UU. está haciendo con China. Washington está muy centrado en China. Justo la semana pasada anunciaron fuertes restricciones a las exportaciones de semiconductores a China. Va a resultar imposible que una empresa americana pueda trabajar con los fabricantes chinos de semiconductores. Son piezas fundamentales de la economía global. Estamos viendo un desacoplamiento entre EE.UU. y China en ámbitos fundamentales de la economía. El resto del mundo se verá forzado a elegir. En qué mundo tecnológico quieres estar. En uno dominado por EE.UU. o en uno dominado por los chinos. Quizá terminemos llevando dos teléfonos móviles, uno que funciona con tecnología china y otro con tecnología occidental.
Observa cómo uno de los ingredientes de los líderes autoritarios es que despliegan unos argumentos, un relato, plagado de mentiras luego amplificadas por los medios digitales y las redes sociales. Cita una cifra asombrosa del Washington Post: Donald Trump hizo “unas 22.000 declaraciones falsas y engañosas” durante sus cuatro años de presidencia. ¿Cómo puede restablecerse la verdad?
A veces la realidad restablece la verdad. Quizá Putin fue el pionero de todo esto. Pero al final los rusos que se han creído todas sus mentiras sobre Ucrania descubren que se les está enviando al frente. Y lejos de una victoria gloriosa, se encuentran con que no tienen equipamiento, no se les prepara, mueren en el frente y todo esto llega a sus familias y la verdad sale a la luz. No soy tan pesimista como para pensar que terminaremos en ese mundo orwelliano, donde la verdad deja de existir y uno no puede distinguir entre la verdad y la ficción. Pero es cierto que con la tecnología moderna puedes manipular y suprimir la verdad de formas que antes eran imprevisibles.
No querría terminar sin preguntarle por lo que más me ha sorprendido del libro. Incluye al ex primer ministro británico Boris Johnson en esta galería del autoritarismo. ¿No es ir demasiado lejos?
Sí y no. Tuve dudas, pero lo incluí porque creo que Trump y el Brexit son acontecimientos conectados. El Brexit jugó un papel muy importante en el shock sufrido por el orden liberal mundial. Y hasta cierto punto, uno y otro se reconocieron mutuamente. Trump llamó a Johnson “el Trump británico”, Johnson dijo que al negociar con la UE tal vez deberían emular el modo en que Trump trata a los europeos. Hay similitudes. En el libro cuento la historia del retroceso de la democracia liberal y creo que el Brexit forma parte de eso y Johnson forma parte del Brexit.