Más de un mes después de las elecciones, Suecia ya tiene un nuevo Gobierno conservador. El líder del Partido Moderado, Ulf Kristersson, anunció el viernes un acuerdo para formar un Gobierno de coalición en minoría, que el Parlamento ha aprobado este lunes, en el que no entrará la extrema derecha de los Demócratas Suecos. El partido populista y antinmigración, sin embargo, sí ha participado en el pacto de Gobierno y su apoyo será clave para la viabilidad del ejecutivo durante los próximos cuatro años. Atrás queda el cordón sanitario impuesto por el resto de partidos desde su entrada en el Parlamento en 2010.
La extrema derecha fue la segunda fuerza más votada (20,5%), solo por detrás de los socialdemócratas de Magdalena Andersson (30,3%). No tendrán ministerios, una exigencia que los Demócratas Suecos han aceptado a cambio de influencia política. "Me hubiera gustado ver un Gobierno mayoritario en el que estuviéramos incluidos", admitió en la presentación del acuerdo su líder, Jimmie Akesson, "pero es extremadamente importante haber llegado a acuerdos sustanciales".
El bloque de derecha logró 176 escaños, tres más que el bloque de izquierdas (socialdemócratas, excomunistas, ecologistas y centristas). El Partido Moderado, que quedó tercero (19,5) liderará el Gobierno en coalición con el Partido Liberal y los Demócratas Cristianos. Las tres formaciones ya se mostraron abiertos a la idea de romper el aislamiento de la derecha radical antes de los comicios; lo que ha derivado en un cambio político en el país nórdico, gobernado durante los últimos años por el Partido Socialdemócrata en minoría, pese a que en la Cámara había mayoría de centroderecha .
Durante la crisis de los refugiados de 2015, Suecia aceptó más migrantes y solicitantes de asilo per cápita que cualquier otro país de Europa, incluida Alemania, la mayoría de ellos procedentes de países musulmanes. Algunos consideran que el avance de la extrema derecha ha estado en vincular la migración con la delincuencia, pero algunos expertos lo descartan.
"En estas elecciones no creo que la inmigración haya sido el tema por el que los Demócratas Suecos hayan conseguido nuevos votantes. No lo creo porque la política de inmigración ha sido más estricta desde 2015, hubo menos llegadas con la pandemia e incluso apoyaron la llegada a Suecia de inmigrantes de Ucrania", afirmó Emanuel Örtengren, responsable de políticas sociales en el think tank sueco Timbro, tras las elecciones a NIUS. "En estas elecciones temas como la criminalidad, el precio de la electricidad, la gasolina y diésel los Demócratas Suecos tenían posiciones muy populares", añadió.
Un informe del Consejo Nacional Sueco para la Prevención del Delito ya reveló que Suecia atravesaba una grave crisis de seguridad por el avance de grupos criminales vinculados al narcotráfico. Algo impensable en este país, considerado el paradigma del Estado de Bienestar. El criminólogo Ardavan Khoshnood, profesor de la Universidad de Lund, afirmó en una entrevista en Infobae que el problema era multifactorial.
"Se puede decir que las causas más importantes son tres. Primero, hay muchas armas de fuego ilegales en Suecia. Se introducen de contrabando desde los Balcanes. Segundo, hay muchas bandas y redes criminales sueltas en el país, y la mayoría de los tiroteos están directamente relacionados con estos grupos. Tercero, la mayor parte de los implicados en estos tiroteos, tanto en calidad de agresores como de víctimas, son migrantes procedentes de zonas vulnerables. Suecia ha fracasado en su integración y en el cuidado de esas áreas, que se caracterizan por el bajo nivel socioeconómico y educativo, la alta criminalidad y el escaso nivel de empleo".
El país nórdico también se enfrenta a problemas relacionados con la situación energética desencadenada por la invasión rusa a Ucrania, que precipitó su entrada, junto a Finlandia, en la OTAN. Para otros expertos, el éxito de los Demócratas Suecos es que se trata de un partido populista clásico, cuya política económica tiende a la izquierda y la política social a la derecha. Consideran que supieron hacerse con amplios apoyos, tanto de antiguos votantes de los moderados e incluso de los socialdemócratas.