La primera ministra británica compareció este miércoles en el estrado del Centro de Convenciones de Birmingham, en el centro de Inglaterra, al son del clásico de los 90 ‘Moving on up’ (algo así como “tirar hacia arriba”), un mensaje de optimismo con el que quiso tranquilizar a la militancia de su partido después de uno de los inicios de un primer ministro más convulsos en el cargo que se recuerdan. Apenas lleva un mes en el cargo (veinte días si le restamos los once días de duelo por la reina) y ya están pidiendo su dimisión. Truss prometió sacar al país de la crisis en la que se encuentra y guiarlo “a través de la tempestad”.
El congreso, que ha durado cuatro días, estuvo marcado por la amenaza de rebelión que se produjo por parte de grupo de parlamentarios que le obligaron a echarse atrás en la bajada de impuestos del 45% al 40% a los que ganan más de 150.000 libras (171.000 euros) al año, es decir, a los que más ganan. Esta medida era la más controvertida del paquete de recortes de impuestos que anunció hace diez días provocó la caída de la caída del mercado de la deuda, el hundimiento de la libra esterlina hasta el mínimo histórico de 1,03 con el dólar, y obligó al banco central británico a intervenir y comprar 65.000 millones (74.500 millones de euros) en bonos del estado a largo plazo para salvar los fondos de pensiones.
En su discurso, la primera ministra aseguró que el motivo por el que rectificó fue el “ruido” que había provocado esa medida y aseguró que seguía comprometida con su plan thatcheriano de recortes de impuestos y de rebaja del tamaño del estado para fomentar el crecimiento de la economía. “Crecimiento, crecimiento y crecimiento”, dijo Truss con convencimiento. Pero esta vez no mencionó el pronóstico de crecimiento de la economía de un 2,5% este año como dijo hace diez días cuando se presentó su plan.
Tampoco se refirió la subida de las ayudas sociales de acuerdo con la inflación que le exigen algunos diputados conservadores, una subida que fue prometida por Johnson y algunos, entre ellos Penny Mordaunt, la líder del parlamento, le piden que honre la promesa. El Partido Conservador se ha ido fracturando desde que llegó al poder en 2010, hace doce años, y sobre todo desde el Brexit. Hay al menos seis facciones enfrentadas.
Está la facción más de derechas, que es la que da apoyo a Truss. Está la de centro, que incluye algunos secretarios de estado. Está la de los incondicionales de Johnson, que todavía quieren que vuelva. La de los diputados del norte de Inglaterra, elegidos en feudos laboristas en 2019. La de los rebeldes que no votaron ni a May ni a Johnson ni a Truss. Y la facción que da apoyo a Rishi Sunak, el ex ministro de finanzas. Sunak fue el rival de Truss en unas primarias que estuvieron marcadas por buscar la fórmula para bajar la inflación récord del 10% que tiene el país. Sunak defendía una subida de impuestos y Truss bajarlos. Sunak y los suyos, que avisaron durante la campaña que el plan de Truss no era viable, están esperando que caiga Truss para demostrar que ellos tenían razón y presentar de nuevo su candidatura.
El discurso de Truss fue interrumpido por dos activistas de Greenpeace que desplegaron una pancarta en la que se leía: “¿Quién le ha votado? [su plan]”. Después de que fueran expulsados, Truss, desde el estrado, apuntó a lo que ella describió como la “coalición contra el crecimiento”. Dijo que los activistas pertenecían a esa coalición, que calificó de izquierdas. E incluyó a los laboristas, a los liberaldemócratas, a los nacionalistas escoceses, a los sindicatos y los manifestantes congregados en la puerta del Centro de Convenciones de Birmingham. Los acusó de intentar frenar al Reino Unido. Dijo que eran los que piden que retire su plan de recortes y prometió que los derrotaría para que el país pudiera avanzar buscando un enemigo para intentar unir a su partido.
“La coalición contra el crecimiento no lo entiende [su plan] porque no enfrentan los mismos desafíos que los trabajadores normales -dijo-. Estos enemigos del objetivo no conocen la frustración que sientes al ver tu carretera bloqueada por los manifestantes, o tus trenes apagados debido a las huelgas. De hecho, sus amigos de extrema izquierda tienden a ser los que están detrás de los cortes”. Truss y su Gobierno quieren aprobar más leyes para debilitar a los sindicatos y limitar las huelgas. Sin embargo, no son solo los partidos e instituciones de izquierdas los que le exigen la retirada de su plan. Los mercados financieros reaccionaron la semana pasada tras la presentación del plan hundiéndose. Ayer cayó ligeramente la libra mientras hablaba Truss. Pese a las acusaciones vertidas desde el estrado, la primera ministra sabe que su principal enemigo está dentro de su partido, un partido que lleva doce años en el poder. De hecho, buena parte de sus medidas de recortes consistían en cancelar subidas de impuestos como los de la Seguridad Social o de las empresas o del IVA que fueron promulgados por el Gobierno de Johnson y Sunak del que ella formaba parte.
Fue el Partido Conservador el que forzó el referéndum del Brexit por la división que había en su partido y porque los antieuropeos y antiimmigración del UKIP se estaban quedando con sus votantes. Era un debate interno. Fue el Partido Conservador el que hizo caer a Theresa May a media legislatura para situar a Boris Johnson en el poder con su promesa del Brexit. Y fue el Partido Conservador el que tumbó a Johnson y eligió a Liz Truss sin pasar por las urnas. Los laboristas en alguna ocasión han acusado a los conservadores de retener el país como “rehén”.
Cabe recordar que Truss fue elegida solo con el voto de 80.000 militantes del partido, lo que supone un 0,12% del total de los 67 millones de británicos. Algunas de las promesas de Truss en las primarias no coincidían con las del manifiesto electoral de Johnson de 2019 que le permitió ganar las elecciones con una mayoría absoluta de 80 diputados. No tiene, por tanto, el apoyo popular y eso le resta autoridad. Truss está mandando dentro del mandato de Johnson, que termina en 2024, con una mayoría que no es suya.
Las encuestas dicen que si hubiera elecciones ahora mismo sería vapuleada y que la composición del parlamento sería alterada completamente. Los últimos sondeos dicen que los laboristas aventajan en 33 puntos a los conservadores (54% a 21%). Traducido a escaños, los laboristas conseguirían 498 (296 más que ahora) y los conservadores 61 (-304 asientos). Sería una derrota sin precedentes para los conservadores y cambiaría por completo la política del país.
Hay otros datos preocupantes para Truss como que los laboristas sacan 13 puntos de ventaja en el llamado “Muro rojo”, que son los distritos electorales tradicionalmente laboristas que en las últimas elecciones apoyaron a Johnson por el Brexit y para mejorar su calidad de vida, que no sólo no ha mejorado, sino que ha empeorado en estos tres años. Johnson llegó a crear un Ministerio de Nivelación, todavía vigente, para igualar el norte, que es la zona más pobre del país, al sur, la zona más rica. Esos votos estarían regresando ahora a laboristas.
También los laboristas les sacan 4 puntos en el llamado “Muro azul”, en el sur, donde están los votantes tradicionales conservadores que en las últimas locales de mayo votaron a liberaldemócratas, partido de centro. Otra encuesta de YouGov concluye que Truss es ya más impopular que Boris Johnson y que el laborista Jeremy Corbyn en su momento, que hasta ahora era el líder más impopularidad. El 14% de los ciudadanos tiene una opinión “favorable” de Truss y el 73% “desfavorable”. Y sólo lleva en el cargo desde el 6 de septiembre.
Cada vez hay más voces dentro del Partido Conservador que piden la dimisión de Truss para buscar a otro líder con el que puedan tener opciones de ganar las elecciones de diciembre de 2024. Algunos piden también que solo voten los parlamentarios en las próximas primarias ya que en las primarias de agosto los 357 diputados del partido eligieron a Sunak y los 160.000 militantes a Truss. Los laboristas reclaman elecciones anticipadas ya. Pero de ninguna manera los conservadores van a aceptar convocar elecciones ahora con el panorama de los sondeos. De nuevo el país está en manos de una crisis interna conservadora como con el Brexit y con Johnson e intentarán solucionarlo sin pasar por las urnas, al menos de momento.