Los rostros son sombríos. Los comentaristas no pueden reprimir el gesto de preocupación. El vicepresidente del Comité de Defensa admite que las fuerzas de Moscú necesitan desesperadamente "parar y reagruparse", que afrontan una situación de escasez total frente a Ucrania. La escena se produce en la televisión estatal rusa y no es nada habitual. Tampoco lo son las últimas informaciones -alejadas de la narrativa del Kremlin- del periódico Komsomolskaya Pravda sobre la desmoralización de las tropas. Un artículo publicado hace dos días narra la deserción de los soldados rusos, la mala planificación y el retraso en la llegada de los reservistas.
La última derrota en la ciudad estratégica de Limán inflama el malestar y, también, las críticas de los nacionalistas más duros. Esto en un país en el que se castiga con hasta 15 años de cárcel "desacreditar al Ejército" y la difusión de supuestas noticias falsas sobre la guerra. ¿Son estos movimientos tolerados por Vladimir Putin o el relato del conflicto se le está yendo de las manos al presidente ruso? ¿Hasta qué punto pueden socavar esas voces críticas internas una narrativa cimentada en la idea de que todo está bajo control? ¿Se puede volver la situación contra Putin?
La pérdida de Limán es significativa ya que esta ciudad pertenece a Donetsk, uno de los cuatro territorios ucranianos que Putin ha anexionado a Rusia. La derrota en el campo de batalla el fin de semana se produjo tan solo un día después de la firma de una anexión que quiso vender a su pueblo como una victoria. Fracasos como el de Limán y, previamente, el de Járkov ahondan la decepción de los propagandistas del Kremlin y exacerban algunos discursos (algunas de las críticas más feroces provienen de los partidarios más firmes de la invasión). Al descontento se suman las quejas provocadas por la movilización parcial decretada por Putin para combatir en Ucrania. Moscú ha llegado a admitir "errores" en ese reclutamiento -anunciado el pasado 21 de septiembre- tras convocar a personas mayores o con discapacidad.
Tras la retirada de Limán, una de las voces más duras ha sido la del líder checheno, Ramzan Kadírov, que ha pedido "medidas más radicales" y utilizar "un arma nuclear de bajo rendimiento". Ha echado además en cara a los mandos militares el no haber tomado las decisiones "adecuadas".
El Kremlin, en boca de su portavoz Dimitri Peskov, aseguró el lunes que ese llamamiento de Kadírov fue resultado de la "emoción"; y aunque afirmó que "los jefes de la regiones tienen derecho a expresar su opinión", pidió valoraciones más "mesuradas". El jefe checheno, por cierto, ha anunciado en las últimas horas que sus hijos de 16, 15, y 14 años van a luchar en el frente.
También ha pedido soluciones más duras, Yevgeny Prigozhin, empresario cercano al Kremlin y fundador del grupo de mercenarios Wagner. Ambos han roto la narrativa del Kremlin, que pretendía suavizar el golpe por la pérdida de Limán, explica el Instituto para el Estudio de la Guerra (ISW por sus siglas en inglés).
Los blogueros rusos conocidos como los "blogueros a favor de la guerra" o milbloggers (un grupo formado por corresponsales de guerra, antiguos soldados, exagentes de seguridad, personas cercanas al grupo Wagner... ) suman numerosos seguidores en Telegram y constituyen una fuente de información cada vez más popular e influyente en el país. Generalmente tienen acceso a la primera línea del frente y a mandos militares rusos y ofrecen detalles sobre las operaciones militares que el Kremlin ha evitado proporcionar.
Defienden con fervor la invasión, pero cada vez se sienten más frustrados con las derrotas de las tropas y el Kremlin lo que, según The Moscow Times, " los convierte en una amenaza potencial para la narrativa oficial". La semana pasada uno de ellos, Starshe Eddi -con más de medio millón de seguidores- escribió, por ejemplo, que "las Fuerzas Armadas de Ucrania han superado por completo a nuestro mando".
Estos blogueros no dudan en quejarse de la falta de transparencia sobre el desarrollo de la guerra. Culpan del fracaso en el campo de batalla a los fallos y la mala preparación de las fuerzas militares rusas y critican los errores burocráticos en la movilización parcial o, incluso, los problemas de alcoholismo entre soldados convocados recientemente.
"En todos los frentes el mismo problema, falta de reservas y problemas de recursos humanos. Un frente sin líneas preparadas, trincheras, búnkeres, campos minados (...). Con todo ello, líderes generales incompetentes", escribe otro de ellos.
Un asesor del Ministerio de Defensa ruso les pidió en mayo que no ofreciesen cobertura detallada de los combates porque eso podría ayudar a Occidente. Según el Instituto para el Estudio de la Guerra, los blogueros no siguieron esas directivas y, sin embargo, el presidente ruso pareció "recompensarles" con una reunión el pasado 17 de junio. Ellos han seguido informando sobre los problemas en el campo de batalla y, aparentemente, Putin no ha tomado represalias contra ninguno.
Los medios de comunicación afines al Kremlin no solo reconocen ya fracasos sino que se cuelan en ellos ciertos reproches. El pasado 1 de octubre algunos participantes en programas editados de la televisión oficial criticaron incluso que Putin hubiese decidido anexionarse cuatro territorios ucranianos antes de asegurar sus fronteras. También mostraron dudas sobre la capacidad de Moscú para ocupar la totalidad de esos territorios.
Antes de la pérdida de Járkov, que desembocó en la movilización parcial, Moscú no había reconocido abiertamente una gran derrota. La estrategia del ministerio de Defensa ruso ha sido exagerar el éxito de su campaña militar. Ha asegurado capturar las mismas aldeas más de una vez y no suele publicar pruebas fotográficas que confirmen sus informaciones sobre avances rusos, según el ISW, que cita investigaciones independientes.
En los canales de televisión dependientes del Kremlin se han seguido generalmente las directrices y sus comentaristas han practicado la autocensura; pero algo parece haber cambiado desde que Putin decretó la movilización parcial de reservistas y la población rusa sintió que la guerra podía afectarla de manera más directa. En definitiva, la población teme ahora ser movilizada.
Según una organización rusa independiente de encuestas, Levada Center, más de la mitad de los encuestados aseguran que tienen miedo de que la guerra en Ucrania pueda desembocar en una movilización general (algo que no expresaban a finales de febrero, cuando Putin lanzó la invasión).
Para Putin es clave el control de la información. Quizá no ha censurado a los blogueros de la guerra porque los percibe como una presión a su favor, alentado el conflicto con sus mensajes patrióticos. Pero ellos también señalan los fallos, alimentan expectativas, lanzan demandas al Kremlin e insisten en que Moscú debe apoderarse de toda Ucrania. Y cada vez aparecen más en la televisión estatal rusa y otros medios afines al régimen. ¿Son un apoyo para los propósitos de Putin o pueden convertirse en los próximos meses en otro quebradero de cabeza?
El politólogo estadounidense Francis Fukuyama augura "un mayor colapso ruso en los próximos días". El presidente ucraniano Volodímir Zelenski, por su parte, afirma que los generales rusos ahora se están "mordiendo unos a otros" y que espera más "desajustes" entre la retórica de Putin y la realidad en el campo de batalla.