El expresidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva y el actual mandatario, Jair Bolsonaro, se disputarán la presidencia del país el próximo 30 de octubre tras una primera vuelta más ajustada de lo que anticipaban los sondeos: 48,3% para el dirigente izquierdista frente a un 43,2% para el líder de la extrema derecha. La diferencia entre ambos: apenas seis millones de votos.
Más de 156 millones de brasileños estaban llamados a las urnas en unas elecciones muy polarizadas y en las que ningún candidato ha alcanzado el 50% de votos necesarios para proclamarse vencedor. Lula se ha impuesto en 14 estados brasileños y se ha hecho con el voto del exterior, mientras que Bolsonaro ha ganado en 12 estados, incluidos Sao Paulo y Río de Janeiro, así como en Brasilia. La abstención fue del 20,94 %.
La gran sorpresa en estos comicios la ha dado la senadora Simone Tebet, candidata del Movimiento Democrático Brasileño, una coalición de centroderecha, que ha logrado el tercer puesto con un 4,1%, por delante del laborista Ciro Gomes que se ha hundido con un 3% de los votos, tras lograr hace cuatro años más del 12%. Entre los dos suman poco más del 7% del electorado: siete millones de apoyos, que serán claves en la segunda vuelta. Todos pendientes de su posicionamiento que será determinante para el reñido desempate entre Lula y Bolsonaro.
Por afinidad ideológica, se creería que los votantes de Tebet preferirían al actual mandatario y los seguidores de Gomes se decantarían por el izquierdista. Pero todo puede suceder. Tebet ya afirmó en campaña que apoyaría "la democracia" en una segunda vuelta. Ahora ha explicado que antes de anunciar su postura debe consultar con los líderes de los partidos de su alianza, el Parido de la Socialdemocracia Brasileña, Ciudadanía y Podemos.
En esa línea se ha manifestado Gomes, que ha pedido tiempo antes de anunciar a quién apoyará en segunda vuelta. El candidato del Partido Democrático Laborista, a quien se le ha reprochado la beligerancia mostrada hacia su antiguo aliado Lula, ha expresado sentirse "profundamente preocupado" por el panorama político en Brasil. "Nunca vi una situación tan compleja, tan desafiante", ha dicho.
Al poco de conocerse los resultados, Lula ha señalado que el 30 de octubre no es más que una "prórroga" hasta lograr su vuelta al Palacio del Planalto, que ya ocupó entre 2003 y 2010, aunque si bien ha reconocido que durante este periodo tocará "hablar más con la gente" encara la cuestión como una forma de "madurar" sus propuestas.
"Nunca he ganado unas elecciones en primera vuelta. Todas a las que me he postulado han sido en segunda vuelta. Lo importante es que la segunda vuelta es una oportunidad para que madures tus propuestas y tu conversación con la sociedad", ha dicho Lula, quien ya ha adelantado conversaciones con sus "adversarios" y "amigos", en clara alusión a Tebet y Gomes.
El recuento mantuvo en vilo a los brasileños. Bolsonaro estuvo por delante prácticamente desde el cierre de los colegios electorales, hasta que Lula logró adelantarlo con el 70 % escrutado. El líder de la extrema derecha ha reconocido que los resultados son una muestra de que el pueblo brasileño aspira a un cambio, pero ha alertado de que "hay ciertos cambios que pueden salir a peor".
"Entiendo que ha habido muchos votos por la condición del pueblo brasileño, que sintió el aumento de productos. Hemos intentado durante la campaña mostrar ese otro lado, pero parece que no ha llegado a las capas más importante de la sociedad", ha lamentado el presidente brasileño, quien también, por supuesto, ha tendido la mano a Tebet y Gomes. Dentro de 27 días, saldremos de dudas.