Algunos testimonios sobre lo que ha vivido la población en las últimas horas por el terrorífico paso del huracán Ian son desgarradores. Sus casas han sido arrasadas o han desaparecido, literalmente, bajo el agua.
Cientos de viviendas y de negocios han quedado completamente destrozados en Bonita Springs, una de las localidades de Florida (Estados Unidos) por donde entró el potente Ian. Así lo explica Antoni Belchi, mostrando cómo la zona es un auténtico amasijo de hierros, cristales y barro.
De hecho, de camino al lugar repleto de escombros, el equipo de periodistas, detalla Belchi, se ha encontrado en mitad de la carretera con numerosos coches y barcos que fueron arrastrados debido a la marejada ciclónica y al aumento del nivel del mar.
Algunos de los vecinos están regresando a sus casas o a lo que queda de ellas (si es que hay algo en pie) y los primeros equipos de emergencia llegan para intentar auxiliar a unas cuantas personas que quedaron atrapadas en el lugar. Ahora, Ian, convertido en tormenta tropical, se dirige hacia el norte de la costa oeste.
"Todo está destruido. Todo, todo", afirma sin poder reprimir las lágrimas una de las vecinas. Es la desolación de quienes se han quedado sin nada. Como tres residentes de la zona, que aseguran que no alcanzaron a sacar nada y que se quedaron "con lo puesto". Ni siquiera lograron hacerse con algo de comida. Y, por supuesto, no saben lo que va a ser de ellos en las próximas horas. "La casa se hundió", lamentan.
Claudia y su familia, con su mascota, buscaron refugio seguro en un hotel cercano. "En realidad no pensaba que fuera así, pero se ha visto el daño que ha hecho", señala su madre. Claudia dice que "el viento era fortísimo. Teníamos un lago en la parte de atrás de la casa pero nos daba miedo (la situación) porque estaba muy alto". Por otra parte, algunos han arriesgado sus vidas por salvar a los animales.
La comunidad latina que reside en la ciudad de Naples es uno de los colectivos más afectados por el huracán Ian. En algunos centros ya trabajan para ayudar a los miles de damnificados. "Estamos abiertos desde primera hora de la mañana para recibir a los voluntarios", apunta Yamilet, que colabora preparando cajas con alimentos y productos de higiene básicos.
Y es que, pasado el huracán, lo peor para muchas familias comienza ahora.