Ucrania recupera territorio ocupado por los rusos y pone en evidencia, una vez más, el error de cálculo del Kremlin en una guerra que lanzó hace casi siete meses creyendo que concluiría en unos días. Las derrotas en el campo de batalla hacen emerger voces dentro de la élite política que cuestionan públicamente la estrategia de los altos mandos y proclaman su frustración por lo que consideran una humillación.
Por un lado, están los partidarios de una campaña militar mucho más agresiva; por otro, quienes por primera vez critican abiertamente a Vladimir Putin por iniciar su ofensiva en el país vecino.
En este contexto, más de 80 diputados regionales han pedido la dimisión del mandatario ruso. Han suscrito una carta en la que solicitan a la Duma que acuse al presidente de alta traición por lanzar la operación militar. No se espera que esa misiva tenga recorrido, pero es un gesto muy significativo en un país donde la disidencia es perseguida.
"Son cada vez más los que se suman a la petición de que Putin dimita", ha afirmado a la prensa local Dmitri Paliuga, impulsor de la iniciativa y concejal en San Petersburgo, según informa Efe. Él ya ha sido convocado este martes ante un tribunal tras ser acusado de desprestigiar al mandatario.
No está solo. Entre quienes han respaldado su iniciativa se encuentran cargos públicos de Moscú, San Petersburgo y otras zonas del país. Consideran que "la decisión del presidente sobre el inicio de la operación militar especial perjudica la seguridad de Rusia y sus ciudadanos". Y proclaman: "En nuestra opinión, con el comienzo de la operación militar especial en territorio de Ucrania, hay en las acciones del presidente de Rusia, Vladímir Putin, indicios de un crimen contemplado por el artículo 73 de la Constitución de la Federación Rusa: alta traición", afirman.
Estas voces de cargos públicos reprochan a Putin la muerte de ciudadanos rusos, los problemas económicos causados por la guerra y la fuga de inversores y cerebros del país. A esto se suman otras consecuencias como la respuesta de países occidentales con el suministro de armas a Ucrania; o la ampliación de la OTAN hacia el este, con la petición del ingreso de Finlandia y Suecia en la Alianza Atlántica.
Por otro lado, el ala más dura presiona al presidente para que ejecute a los comandantes que debían defender el terreno que ha vuelto a manos ucranianas en los últimos días. También hay quienes piden represalias para quienes aseguraron a Putin que los soldados ucranianos serían recibidos como libertadores. En esta línea, Boris Nadezhdin, un expolítico liberal, aseguró en el canal NTV, que los asesores "habían engañado" a Putin para que pensara que Ucrania se rendiría enseguida.
Estas voces parecen eximir de responsabilidad al mandatario. Si se cometen errores, mantienen, es porque no sabe la verdad de lo que está pasando en el campo de batalla. También lo hace uno de sus aliados, el líder checheno Ramzán Kadírov, quien reconoce ahora fallos en la estrategia del Kremlin. "Si hoy o mañana no se hacen cambios", ha advertido, "me veré obligado a hablar con los líderes del Ministerio de Defensa y los líderes del país para explicarles la situación real sobre el terreno", ha dicho.
Entre quienes piden mano dura se encuentran miembros del Partido Comunista, que piden declarar la guerra oficialmente, ya que en Rusia se ha hablado desde el principio de "operación militar especial".
Incluso en la televisión estatal rusa, donde las críticas brillan por su ausencia, se han admitido de forma inusual las malas noticias. El pasado domingo, el principal programa de noticias semanal, reconocía: "En el frente de la operación especial (en Ucrania), esta ha sido la semana más difícil hasta ahora". El presentador, el propagandista Dmitry Kiselev, aseguraba: "Fue particularmente difícil a lo largo del frente de Járkov, donde tras un ataque de las fuerzas enemigas que superaban en número a las nuestras, las tropas rusas se vieron obligadas a abandonar las ciudades que habían liberado previamente".
Las últimas derrota de Rusia en Járkov ha causado indignación en redes sociales prorrusas y blogueros patrióticos -con numerosos seguidores- que acusan a los militares de cometer fallos y de "deshonor" y piden responsabilidades. Algunos de estos blogueros a favor de la guerra incluso acompañan a los tropas rusas cerca de la línea del frente y ayudan a difundir el mensaje de Moscú de que están combatiendo a "nazis".
También ellos mantienen que el Ministerio de Defensa ruso no da a conocer a la población las malas noticias. Uno de esos blogueros, Yuri Podolyaka (originario de Ucrania pero que viven en Crimea desde la anexión en 2014) les ha dicho a sus numerosos seguidores que si el Ejército sigue intentando minimizar los fracasos, los rusos “dejarán de confiar en el Ministerio de Defensa y pronto en el Gobierno entero”, informa The New York Times.
El portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov ha reafirmado que la operación militar "continúa y continuará hasta que se hayan cumplido todos los objetivos que se establecieron inicialmente". Este martes, ha comunicado que Moscú ha descartado la movilización general o parcial de la población pese a la retirada de sus tropas del este de Ucrania.