El político republicano que ha llorado a Isabel II
Malcom Turnbull lideró la campaña para celebrar en Australia el referendum de 1999 que quiso poner fin al sistema de monarquía constitucional
hora llora su muerte y representa a un nutrido grupo en Australia que lo tiene claro: “Isabel II o república”
Años más tarde fue primer ministro del país y se negó colgar un retrato de la reina en su despacho
Uno de los iconos políticos recientes de Australia que más en contra de la monarquía se ha pronunciado ha sido precisamente una de las figuras que más ha sentido el fallecimiento de la reina Isabel II. Malcom Turnbull lideró la campaña para celebrar en 1999 el referéndum en el que se votaba la continuidad de la monarquía constitucional o la implantación de un sistema republicano. El ‘no’ para aprobar la enmienda constitucional -el cambio del sistema que se selló en la Constitución de Australia de 1901- recibió más apoyos que el ‘sí’ a abandonar los vínculos con Westminster. Ninguna de las dos respuestas pasaron el corte para ser consideradas (doble mayoría necesaria: en al menos cuatro Estados y entre el electorado a nivel nacional). Las cosas quedaron como estaban y Turnbull asumió su derrota como adalid de la causa republicana. Comenzaba el nuevo milenio.
El debate entre las posturas monárquicas y republicanas fue seguido con especial atención en Buckingham Palace, tal y como confesó la reina de Inglaterra en su primer discurso celebrado en tierras australianas tras el referendum. Cuatro meses después de la consulta, Isabel II compareció en la Ópera de Sídney y no dejó pasar la oportunidad de abordar un asunto que puso en jaque su influencia en Australia.
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“Siempre he dejado claro que el futuro de la monarquía en Australia es una cuestión que deben decidir ustedes, el pueblo australiano, y sólo ustedes, por medios democráticos y constitucionales”, señaló en marzo del año 2000. “A la luz del resultado del pasado mes de noviembre, seguiré sirviendo fielmente como reina de Australia en virtud de la Constitución lo mejor que pueda, como he intentado hacer durante estos últimos cuarenta y ocho años. Es mi deber tratar de mantenerme fiel a los intereses de Australia y de todos los australianos al entrar en el siglo XXI”, prosiguió.
El sarcasmo de Isabel II con el premier republicano
Institucional en sus alocuciones de cara a la galería y soberana con una pizca de sarcasmo en privado, el destino quiso que Isabel II se viera las caras con Turnbull más de tres lustros después, cuando éste se convirtió en el líder del Partido Laborista y en el primer ministro de Australia (2015-2018). Su sentimiento republicano seguía intacto, aunque con matices: “Australia debería ser una república tras el reinado de Isabel II”, llegó a afirmar. El retrato oficial con el rostro de la monarca nunca formó parte del mobiliario de la oficina presidencial, sin embargo, Turnbull guarda un sentido recuerdo de aquella primera reunión entre ambos, tal y como ha confesado pocas horas después de la confirmación de su fallecimiento.
“Cuando me reuní con la reina en aquella ocasión, nos dio un retrato oficial suyo y del príncipe Phillip. Con una sonrisa irónica, nos dijo: ‘aquí tienes, supongo que lo pondrás en un armario’. (El comentario) fue encantador y gracioso”, rememora el exprimer ministro. “Anoche, mientras esperábamos con temor, porque era obvio que las cosas se iban a complicar mucho, saqué el retrato de la reina y lo colgué. Entonces pensé, ‘qué vida más increíble, qué liderazgo tan increíble’. Es el fin de una era. Esperemos que el futuro después del fallecimiento de la reina sea de un liderazgo tan altruista como el que ella ha mostrado”, sentenció.
Al 64% de australianos no les interesa la monarquía
Las palabras y las lágrimas de Turnbull son las de un republicano enamorado de la figura de Isabel II, suerte de antítesis compartida por millones de australianos indiferentes con la monarquía, aunque fascinados por la reina como personaje histórico. Un estudio realizado por Ipsos, cuando el príncipe Harry y Megan Markle pasaron por el altar en 2018, dio cierta perspectiva al sentir de la Australia actual. En lo relativo al consumo de noticias sobre la realeza, el 64% de los australianos no estaban interesados en absoluto, sin embargo, la reina contó con un índice de aprobación del 42 por ciento, mientras que sólo un 24 por ciento tenía una opinión favorable del entonces príncipe, y ahora rey, Carlos III. Es posible que el deceso de la reina de Inglaterra allane el camino para que las voces más republicanas de Australia se vuelvan más activas. Las hay que no dejaron pasar ni 5 horas desde el anuncio de Buckingham Palace (publicado a las 3.30 am hora local en Sídney), y ya habían dejado clara su perspectiva.
“Descanse en paz la Reina Isabel II. Nuestros pensamientos están con su familia y con todos los que la querían. Ahora Australia debe avanzar. Necesitamos un tratado con los pueblos de las Primeras Naciones, y debemos convertirnos en una república”, publicó en un tuit el secretario general del Partido Verde australiano, Adam Bandt.
Los detractores del discurso del político criticaron el anuncio del líder de los verdes por considerarlo una falta de respeto a la memoria de la reina poco después de su muerte, mientras que otros argumentaron que la imposición de un nuevo jefe de Estado debería ser exactamente el momento adecuado para evaluar la posibilidad de convertirse en una república. El debate en Australia no ha cesado desde el referendum de 1999 y se prevé más elevado ante el nuevo contexto. Sus 70 años y 214 días de reinado han dejado huella y de las 16 visitas al país oceánico, hay una que sirvió para ganarse los corazones de los ‘Aussies’. “No puedo olvidar que estaba de camino a Australia cuando murió mi padre. Desde entonces, y desde que desembarqué por primera vez aquí, en Sídney, en febrero de 1954, me he sentido parte de esta tierra agreste, honesta y creativa. He compartido las alegrías y las penas, los retos y los cambios que han dado forma a la historia de este país en estos últimos cincuenta años”, expresó la reina en aquel discurso post referendum donde, gracias a ella, la corona británica salió fortalecida.
La incógnita de la figura de Carlos III
La reina ha transcendido por encima del concepto de la monarquía existente entre la generalidad de la sociedad australiana, donde impera un alto grado de indiferencia. A nivel institucional, las muestras de respeto han sido numerosas en el primer día de una nueva era. El edificio del Parlamento, inaugurado por Isabel II en 1988, congregó a políticos y ciudadanos que presenciaron cómo la Guardia de la Federación de Australia instaló seis cañones que dispararon 96 rondas a intervalos de 10 segundos, una por cada año de vida de la reina.
El primer ministro australiano, Anthony Albanese, la recordó como una monarca que “dejaba ver su humanidad” y alguien que cumplía su deber con “fidelidad, integridad y humor”, señaló este viernes en un comunicado. “Hay consuelo en las propias palabras de Su Majestad: El dolor es el precio que pagamos por el amor. Ella celebró nuestros buenos momentos, estuvo con nosotros en los malos. Feliz y gloriosa, pero también firme. En particular, recordamos la simpatía y la amabilidad personal que extendió a los australianos afligidos por la tragedia y el desastre”, prosiguió.
Las muestras de cariño se multiplican en las calles australianas, aunque la sensación es que aquellas personas que realmente sienten la marcha de Isabel II, las que escriben en el libro de condolencias ubicado en Canberra, las que dejan flores en su honor o las que acuden a la iglesia anglicana de Sídney a rezar por ella forman parte de una generación que ha vivido y ha seguido una gran parte de su reinado y los periodos históricos acaecidos en las últimas siete décadas. Entre ellos Turnbull, precisamente la persona que quiso que Australia se desligara de la corona y la figura que encarna a la perfección la contradicción entre el sentimiento antimonárquico y la adoración a la reina. Está por ver si la nueva imagen de la corona, Carlos III, será capaz de evitar durante su reinado lo que el propio Turnbull deseó en voz alta hace pocos años: la transición a una república posterior a Isabel II. Para muchos, el contador hacia un nuevo referendum acaba de ponerse en marcha.