El jueves 8 de septiembre pasará a los libros de historia como el día en el que la reina Isabel II de Inglaterra nos dijo adiós a los 96 años de edad, a nosotros y a un reinado de más de seis décadas, un lugar en el mundo llamado Inglaterra que muchos no han conocido hasta ahora sin ella. La sociedad británica se despide de toda una figura que ha ido más allá de la institución monárquica, siendo alabada y admirada por muchos mandatarios, responsables políticos de uno y otro bando y por millones de ciudadanos.
Con salvas de cañón, sentidos homenajes y cientos de ofrendas florales, los representantes de la vida pública británica dicen adiós a Isabel II en una agenda protocolaria establecida desde hace muchos años y que culminará dentro de unos días en un gran funeral de Estado en Londres. Una reina dentro y fuera de palacio y figura universal para el cine y la televisión, porque su éxito en vida también se ha extrapolado a un contenido audiovisual de indudable reconocimiento e interés.
Isabel II como símbolo histórico, deja también una sombra alargada en el cine y la pequeña pantalla, cuyos sucesos en vida a lo largo de su reinado, en ocasiones no aptos para corazones frágiles, ha marcado un reinado que también ha conseguido cierta historia en el celuloide. El mundo del cine y la televisión han sabido hacerse eco de ello como parte de un legado paralelo a la figura real.
La soberana ha sido testigo de una reestructuración territorial y política en el viejo continente en el siglo XX y también ha visto relevantes caídas y levantamientos de sistemas políticos durante un largo mandato en el que ha estrechado la mano de numerosos presidentes, protagonizando la bienvenida olímpica de los Juegos Olímpicos de Londres 2012 y también de importantes y complicadas situaciones en su vida familiar, como la trágica muerte de Diana de Gales o el romance conocido que su hijo Carlos de Inglaterra, ahora Carlos III, mantuvo con Camila Parker hasta llegar a casarse.
Todo un cúmulo de circunstancias convertidas en contenido suculento para el cine y el streaming actual, cuya vida ha sido contada de diversas formas y distintos formatos, siendo una de las personalidades con más representaciones en el mundo del entretenimiento.
Si hay una serie que destaca por encima del resto en torno a la figura de Isabel II esa es “The Crown”, y lo es por aclamación popular, convertida en la serie de la que todo el mundo habla. Las cuatro temporadas hasta el momento que Netflix ha ofrecido han sido todo un éxito, aupándose al número uno, gracias a un relato ficcionado (en la cuarta temporada tuvieron incluso que remarcarlo) pero con un tono íntimo que consiguió humanizar una figura como la de Isabel II, muchas veces distante para el populacho. Claire Foy, la inmensa Olivia Colman y en última y futura instancia, Imelda Staunton, son las protagonistas del retrato grandilocuente de la monarca.
Su personaje, a lo largo de las temporadas, adquiere un tono más cercano y maduro, que se ha ido enriqueciendo con sus interpretaciones, y aunque ha tenido ciertas críticas veladas por parte de la corona, sirve “The Crown” como un retrato en el que la percepción sobre Isabel II gana como personaje público para el espectador en masa. No es baladí la importancia y respeto de la propia producción hacia la difunta reina, que tras conocerse su muerte ha decidido paralizar el rodaje de una quinta temporada que estaba llevándose a cabo en Barcelona, con su productor ejecutivo, Peter Morgan, lanzando un escueto comunicado en el que habla de “carta de amor para ella, en un momento de guardar silencio y respeto ahora”.
Mucho antes, concretamente en 2009, la cadena británica Channel 4 quiso ofrecer un retrato de la vida de la Reina a lo largo de cinco episodios con cinco intérpretes diferentes para encarnar diversos momentos en la vida de la monarca. Una docuserie con imágenes de archivo entrelazadas con testimonios y entrevistas, junto a las recreaciones que sus actrices ofrecían sobre Isabel II y su vida personal, incluyendo documentos hasta entonces desconocidos.
“Los Windsor”, también de Netflix, aportaba una vis más cómica con la familia real en el centro de la historia y toda la exposición mediática que ha marcado el recorrido, especialmente en las dos últimas décadas, de la difunta reina.
En la gran pantalla, Stephen Frears consiguió con “La Reina” construir un relato que parte de la elegancia para ofrecer una visión de indudable valía narrativa. Y lo hizo sobre la base que planteaba la muerte de Lady Di como uno de los sucesos más convulsos y críticos en la sociedad y en la corona británica. La película aportaba una faceta humana en un momento tan duro, y para ello Helen Mirren añadía su talento interpretativo para profundizar en la figura de una reina que debía hacer frente a una situación muy difícil en medio de un duelo nacional, sin perder el rumbo y mostrando su faceta de monarca con el deber por encima de todas las cosas.
El director Tom Hooper también profundizó en el personaje en “El Discurso del Rey”, pero desde un punto de vista distinto, uno que partía de la infancia de la futura reina, y es que los primeros años, Isabel II pasó sus días alejada en parte de los grandes fastos reales, hasta que Eduardo VIII abdicó por amor en 1936 en favor de Jorge VI, cambiando de golpe la vida de la futura reina. El film de Hooper ahonda en ese tiempo, una época muy llamativa y más desconocida en la que la niña supo que su futuro era el sentido del deber, entendido en forma a través de su padre. Responsabilidad, madurez, patriotismo y sentido british que supo acrecentar por encima de su padre, Jorge VI.
Y en el legado más reciente contamos con la película protagonizada por la actriz Kristen Stewart, “Spencer” (2021), que en esta ocasión centraba su mirada en la otra figura real, la de Diana de Gales, ofreciendo un punto de vista más distante, crudo y solemne de la figura real y de la muchas veces, clásica institución monárquica británica.
Un gran legado cinematográfico y televisivo de una vida real que ha tenido numerosas versiones en lo audiovisual para todos los gustos.