Con las heridas abiertas de la guerra rusa en Ucrania, un nuevo foco de conflicto en Asia acrecienta los temores. La visita de la presidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, Nancy Pelosi, a Taiwán ha elevado al máximo la tensión con China. Pekín considera a Taiwan como una provincia rebelde que algún día deberá reunificarse con la China continental y cuqalquier gesto que avale su independencia lo considera un desafío. Si la invasión de Ucrania ha provocado escasez de alimentos y ha disparado el precio del gas, este nuevo escenario puede desembocar en un desastre económico global. La economía China es 10 veces más grande que la rusa, una factoría mundial con ramificaciones por todo el mundo. Y no se trata solo de que Taiwan sea la gran fábrica de semiconductores, un conflicto en la región previsiblemente involucraría de una manera o de otra -con sanciones, bloqueos o acciones militares- a las tres primeras economías del mundo (EE.UU., China y Japón) y la inestabilidad afectaría a la zona económica más dinámica del planeta y a unos mares por los que viaja un tercio de la economia global.
Pekín ha amenazado con "consecuencias atroces" a lo que considera una provocación por parte de Washington. Su respuesta no se ha hecho esperar: ha emprendido sus mayores maniobras militares, y con fuego real, frente a las costas de la isla de Taiwán y ha lanzado misiles balísticos; unas maniobras que las autoridades de Taiwan han descrito como "un simulacro de invasión". Por otro lado, ha congelado la cooperación con Estados Unidos en cuestiones claves como climáticas y militares. La crisis equiparable más reciente fue en 1995, después de que Taiwán anunciara que iba a celebrar los primeros comicios presidenciales democráticos. Pekín respondió con una exhibición de fuerza de maniobras militares que duraron meses.
A las amenazas de represalias militares se suman ahora las comerciales. "Quien ofenda a China será castigado", advertía el ministro de Asuntos Exteriores chino, Wang Yi. Pekín mantiene que se ha socavado su integridad territorial y considera a la isla autónoma una provincia rebelde. ¿Qué está en juego? ¿Hasta dónde se tensará la cuerda en la batalla entre Estados Unidos y China por el liderazgo económico mundial ? ¿Por qué Washington y Pekín colocan a Taiwán el centro de su pulso? ¿Por qué la isla es tan importante?
Aquella expresión que un asesor de Bill Clinton hizo famosa durante las elecciones presidenciales estadounidenses de 1992 ("¡Es la economía, estúpido!"), puede aplicarse asumiendo una nueva variante: "¡Son los chips, estúpido!". Los semiconductores son, en efecto, clave para explicar la importancia de la isla para la economía global, cada vez más dependiente de esos pequeños productos fabricados con obleas de silicio.
Taiwán es el gran productor mundial. TSMC , el fabricante taiwanés de microchips, es el mayor del planeta. El 92% de los semiconductores más avanzados que se utilizan en el mundo se fabrican en la isla, según The Economist. La demanda no ha dejado de crecer en los últimos años y el mercado se enfrenta a su escasez. Ante un conflicto geopolítico en Asia, existe el temor de que se interrumpa la cadena de suministro global de chips.
Estos se utilizan, por ejemplo, en smartphones, ordenadores, lavadoras, neveras, cámaras de vigilancia o asistentes de voz. También, en los coches. Y son, además necesarios, en la industria militar, en la sanitaria o en la aeronáutica. La industria del automóvil ya ha sufrido en los últimos años la escasez de microchips por los desajustes en el comercio internacional tras el parón provocado por la pandemia.
El Congreso estadounidense ha dado luz verde a la Ley de Chips con un presupuesto de 52.000 millones de dólares (más de 51.200 millones de euros) para impulsar su producción nacional. A los fabricantes de semiconductores que se beneficien de esos fondos federales, Washington les impone restricciones en la producción y venta a China y Rusia. Pelosi ha aplaudido la aprobación de esa Ley de Chips como “una gran oportunidad para la cooperación económica entre Estados Unidos y Taiwán".
Las maniobras militares que China lleva a cabo hasta este domingo imponen el "bloqueo marítimo y aéreo" de Taiwán, según ha denunciado el Ministerio de Defensa de la isla. Esos ejercicios se producen en una de las vías marítimas más transitadas del mundo y obligan a los barcos a desviarse. Casi la mitad de la flota mundial de contenedores y el 88% de los barcos más grandes del mundo atravesaron el Estrecho de Taiwán o Formosa este año, informa Bloomberg.
El parón de cuatro días hace temer retrasos globales en las cadenas de suministros. Según el periódico Global Times de China, el objetivo de los simulacros es demostrar que el Ejército de Pekín es "capaz de bloquear toda la isla". Por otro lado, China, principal socio de comercial de Taiwán, ya ha suspendido la importación de varios productos alimentarios de la isla; también ha prohibido la exportación de arena a Taiwán.
Una guerra por esa isla podría crear un caos económico global que dejaría enm un juego de niños lo que ha provocado el conflicto ucraniano. ¿Planea Pekín su propia "operación militar especial" al estilo del Kremlin en Ucrania? El régimen chino ha asentado las bases legales para permitir la expansión de su Ejército en el extranjero. Este tiene ahora, informa el periódico Global Times, la autoridad legal para "salvaguardar la soberanía nacional, la seguridad y los intereses de China".
Según algunos analistas, supone un planteamiento similar al que utilizó Vladimir Putin para justificar su invasión cuando, por ejemplo, firmó un decreto para reconocer la independencia de las autoproclamadas repúblicas de Donetsk y Lugansk, en el este de Ucrania. El presidente ruso calificó su "operación especial" de misión para "el mantenimiento de la paz".
El presidente chino Xi Jinping ha dejado siempre claro que "la reunificación" con Taiwán es para él un objetivo prioritario en aras de lo que considera la integridad territorial de China. Aunque en estas circunstancias también juega un papel el momento que atraviesa la política interna del gigante asiático. Por un lado, la desaceleración económica por los bloqueos impuestos por su estricta política "cero covid". Por otro, la celebración del XX Congreso del Partido Comunista Chino el próximo otoño en el que el presidente Xi espera reafirmar su poder y ante el que no está dispuesto a mostrar ninguna debilidad de liderazgo.
Según un estudio del centro norteamericano Rand Corporation, si n conflicto que arrastre a China y EE.UU. dura un año, la economía norteamericana caería entre un 5% y un 10% y la china entre un 25% y un 35%. Ni a Pekín ni a Washington les interesa que la tensión con Taiwán desemboque en una guerra, sostienen los expertos en la región. Pero también fueron muchos los que descartaban, antes del 24 de febrero, que Rusia fuera a invadir Ucrania.