Gas nigeriano: el nuevo objeto de deseo (y enfrentamiento) de Argelia y Marruecos
Argel y Rabat se embarcan simultáneamente en la construcción de dos gasoductos para transportar al Mediterráneo el hidrocarburo desde Nigeria, en posesión de las novenas reservas del planeta, en plena crisis energética internacional
España –con permiso de la crisis diplomática con Argelia- e Italia serían las vías de entrada del gas en Europa
El pasado mes de junio, los ministros de Energía de Níger, Nigeria y Argelia impulsaban los estudios técnicos del gasoducto Transahariano, que aspira a transportar el hidrocarburo a lo largo de más de 4.000 kilómetros hasta el Mediterráneo desde Nigeria
África, y de manera especial Nigeria, quiere ser cada vez más relevante para el mercado europeo del gas, hoy especialmente necesitado de nuevas fuentes de aprovisionamiento. Y Argelia y Marruecos, las dos potencias del Magreb mal avenidas, no están dispuestas a dejar pasar la ocasión ser puente. Enzarzadas en una guerra fría especialmente subida de temperatura desde hace un año, las dos capitales norteafricanas compiten también ahora por asumir el liderazgo en el transporte y distribución del gas nigeriano rumbo Europa con dos proyectos faraónicos no exentos de riesgos.
Nigeria cuenta con las novenas reservas probadas de gas natural del mundo y primeras de África, con un volumen aproximado de 203,16 billones de pies cúbicos, además de las undécimas reservas de petróleo, según datos del diario local The Guardian Nigeria. Un suculento y tentador pastel en un momento de creciente demanda mundial del hidrocarburo como consecuencia de la invasión rusa de Ucrania y el boicot internacional a Moscú.
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Ambos, Argelia y Marruecos se apresuran hoy en relanzar dos proyectos para transportar el gas nigeriano hasta el Mediterráneo. Primero fue Argel el que concibió, hace más de dos décadas, un faraónico gasoducto que transportaría el gas nigeriano a través del desierto del Sáhara, aunque la idea durmió durante años el sueño de los justos.
Después Rabat, más recientemente, en 2016, lanzó la idea no menos ambiciosa de que el hidrocarburo viajara hasta territorio marroquí por la costa del África occidental, y desde territorio magrebí a la península ibérica como puerta de entrada a Europa. En fin, Argelia y Marruecos –que dejaron de tener relaciones diplomáticas en agosto de 2021- parecen haberse puesto las pilas no casualmente a la vez.
A raíz de la ruptura, Argel cerró a finales de octubre pasado el grifo del gas a su vecino, invalidando de esa manera el gasoducto Magreb Europa. Una infraestructura que España ha resucitado enviando gas desde la Península a Marruecos; algo que no ha gustado nada en Argel, que amenazó en abril pasado a Madrid con dejar de suministrarle gas si “una sola gota” de gas argelino acabara finalmente en territorio marroquí.
Entretanto, el apoyo del presidente Pedro Sánchez a Marruecos en la cuestión del Sáhara Occidental abrió una crisis diplomática con Argelia que no ha hecho más que comenzar. Eso sí, España compró en junio a Rusia más gas que a Argelia, según datos de Enagás… antes de un previsible corte de suministro por parte de Moscú.
La resurrección del gasoducto Transahariano
El pasado 20 de junio, los responsables energéticos de Níger, Nigeria y Argelia se reunieron en Abuya para relanzar oficialmente el gasoducto Transahariano, llamado a conectar a los dos últimos países por medio de un tubo de 4.100 kilómetros de longitud, con idea de que el gas cruce el Mediterráneo vía España e Italia.
El proyecto requerirá una inversión estimada de 20.000 millones de dólares, según se hacía eco el sitio web France Info. Según los expertos, el tubo –por el que viajarían entre 20.000 y 30.000 millones de metros cúbicos de gas- podría estar construido en solo tres años, recogía por su parte el también francés Le Point.
El ministro argelino de Energía, Mohamed Arkab, no ocultaba en la citada reunión de Abuya que “la activación del proyecto del Transahariano se produce en un contexto geopolítico particular, marcado por una fuerte demanda de gas y petróleo, y por una oferta estancada debido a la bajada de las inversiones desde 2015”. Según sus promotores, el proyecto servirá de estímulo para una zona de África más que necesitada de impulso económico como la saheliana. Con la infraestructura, Níger podrá también sacar rendimiento a sus propias reservas de gas.
Marruecos presume de la ‘Dorsal Atlántica’
Concebido en 2016 con motivo de la visita del rey Mohamed VI a Abuya y puesto negro sobre blanco por primera vez con la visita del presidente Muhammadu Buhari a Rabat dos años después, el proyecto de un megaproyecto de gasoducto entre Marruecos y Nigeria ha recibido un nuevo impulso en los últimos meses.
A finales del pasado mes de mayo el Gobierno nigeriano aprobó un memorando de entendimiento con la Comunidad Económica de los Estados del África Occidental relativo a la construcción de un gasoducto que conectará el país más poblado de África con Marruecos, según se hacía eco el diario panárabe Asharq al-Awsat. Antes, en diciembre, Nigeria y Marruecos firmaron un acuerdo para financiar el estado de diseño de ingeniería del proyecto tras ser aprobado por el Banco Islámico de Desarrollo.
El tubo concluiría su recorrido de más de 6.000 kilómetros en España tras pasar por trece países y cruzar aguas territoriales de 11 Estados africanos. Continuaría el recorrido del gasoducto que conduce el gas desde Nigeria hasta Benín, Gana y Togo desde 2010. De culminarse, sería el segundo gasoducto más largo del mundo.
Sus promotores confían en que estimule la demanda de gas en los Estados que atravesará la infraestructura y, con ello, el desarrollo del conjunto del África occidental. El presidente nigeriano animaba recientemente a los países europeos a invertir en el gasoducto.
Por su parte, el ministro nigeriano del Petróleo Timipre Sylva aseguraba que “hay mucho interés internacional”, aunque admitía “no haber identificado aún los inversores con los que queremos trabajar”. Eso sí, el titular de Petróleo nigeriano desvelaba que los propios rusos “están muy deseosos de invertir en el proyecto”, se recogía en el semanario marroquí TelQuel. Por ahora ningún representante empresarial o político español se ha referido en público al proyecto.
Según medios locales, el tramo marroquí del gasoducto –bautizado desde Rabat como la ‘Dorsal Atlántica’ por su aspiración vertebradora- tendrá una longitud de 1.672 kilómetros, que se construirán en seis fases ya detalladas por las autoridades energéticas del país norteafricano.
El digital marroquí Le360 –uno de los medios más cercanos a Palacio- destacaba esta misma semana que una sociedad alemana –ILF Consulting Engineers- había recibido de la Oficina Nacional Marroquí de Hidrocarburos (ONHYM) y la Corporación Nacional Nigeriana de Petróleo, junto a su socio Doris Group, el encargo de la segunda fase del estudio del anteproyecto del gasoducto Marruecos-Nigeria.
Citando fuentes de la germana ILF, el encargo comprendía desde la concepción de las tuberías y las estaciones de compresión hasta los estudios de ingeniería e impacto medioambiental y social, pasando por la adquisición de terrenos. El mensaje: el megaproyecto de gasoducto va en serio.
A pesar de lo prometedor de ambos proyectos de gasoducto, no están exentos de riesgos. Los principales son la falta de inversión suficiente y la actividad de grupos terroristas en una parte importante del recorrido de los futuros conductos. Entre ellos figuran Boko Haram y el Estado Islámico en el África Occidental en el norte de Nigeria, el Movimiento por la Emancipación del Delta del Níger en el sur del país, Al Qaeda en el Magreb Islámico y el Estado Islámico en Níger.
Otro problema añadido para ambas infraestructuras es precisamente la concurrencia de los dos proyectos de manera simultánea. El propio ministro argelino de Energía no dejaba recientemente pasar la ocasión en las páginas del alemán Der Spiegel para asegurar que el gasoducto Nigeria-Marruecos es “infinitamente más complicado” que el Transahariano y aseverar que su país cuenta con los medios para hacer realidad el tubo que deberá atravesar el desierto. Por su parte, el digital marroquí Challenge afirmaba que el gasoducto Marruecos-Nigeria supone un “golpe fatal a la tentativa argelina de resucitar el Transahariano”.
Sacando pecho por los hallazgos de gas y petróleo
Al margen de la competencia por el gas nigeriano, Marruecos y Argelia han venido librando una disputa informativa en el terreno energético en los últimos meses. En abril, una firma británica, Europa Oil and Gas, confirmaba el descubrimiento de 1.000 millones de barriles de petróleo en sus primeras perforaciones en aguas no lejanas a Canarias (el valor del descubrimiento roza el PIB marroquí en 2020).
Al comenzar el año, la empresa también británica Chariot Oil & Gas y la ONHYM marroquí daban cuenta del hallazgo de una importante bolsa de gas –con un potencial por encima de los 28.000 millones de metros cúbicos- cerca de las costas de Larache, en el norte del país. Además, Marruecos presume en que será líder en la producción de hidrógeno verde en los próximos años.
Por su parte, Argelia –octavo mayor productor de gas del mundo- anunciaba el pasado mes de marzo “un importante descubrimiento” de petróleo y gas en la zona de Zemlet el Arbi, en el noreste del país. Según el gigante estatal Sonatrach, el primer hallazgo se estimaba en una reserva geológica de 140 millones de barriles de crudo. Asimismo, las autoridades argelinas daban cuenta a finales del pasado mes de junio el descubrimiento de entre 100.000 y 340.000 metros cúbicos condensados de gas en Hassi R’Mel, también en el norte del país.