Las imágenes del miedo a ser tiroteado en EEUU: cuando una bala te roza la cara en un desfile
La gente pensó que eran cohetes, pero Gabriela levantó la cabeza y vio a un joven disparando con un rifle al azar
EEUU ha sufrido 309 tiroteos masivos en lo que va del año y el miedo ya está interiorizado en la población en cualquier evento público
El presunto asesino del desfile del 4 de julio en Chicago era un fanático de los tiroteos y del asesino de JFK
Perdemos la cuenta de tantos episodios violentos tras las últimas matanzas, como la de Uvalde. Pero una imagen, tras otro 4 de julio sangriento, es la del miedo a morir un día cualquiera a manos de un loco con un arma en EEUU. Es la cara de una joven a la que este 4 julio, en Chicago, en plena fiesta, uno de los proyectiles disparados por un joven de 22 años de buena familia y obsesionado con los tiroteos y el asesino de JFK, le rozó el pómulo. No murió porque no era su día, pero estuvo a punto. Es el miedo diario a caer dentro de uno de los 309 tiroteos masivos que han ocurrido en el último año en EEUU.
EEUU también ha vivido un 4 julio sangriento, donde ha habido lugares como Ohio en los que los petardos ya eran sentidos como tiros. La última tragedia saldada coni seis muertos ha ocurrido en un desfile de Chicago.
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En un primer momento, los asistentes al desfile creyeron que este ruido formaba parte de la celebración. Al principio todo el mundo pensó que esos sonidos extraños eran cohetes. Era un día de celebración, pero entonces Gabriela miró hacia el tejado de donde provenía el sonido. "Se veía a una persona con un rifle tirando hacia nosotros".
El asesino disparaba al azar, y el desfile se convertía de repente en un sálvese quien pueda, tanto los participantes en la comitiva, como el público corrían intentando ponerse a cubierto y escapar así de las balas.
"Agarré a mi niño, a mi perro, a mi hermanito, los escondí dentro de un bote de basura", dice uno de los supervivientes. En el suelo quedaban las primeras víctimas del tiroteo. Entre los fallecidos, Nicolás Toledo, mexicano de setenta y ocho años. Mientras comenzaba la persecución del fugitivo. Horas después localizaban este vehículo y arrestaban como sospechoso de la matanza a Robert Crimo.
La mágica noche del 4 de julio había sido rota de nuevo por el terror de las balas. El alcalde de Filadelfia hablaba sin tapujos: sólo los policías, dice, deberían tener armas. El propio Biden reconoce que sobre el control de la armas que queda mucho por hacer. El miedo a los tiroteos ha calado hondo entre los estadounidenses.