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Tras ser retratado recientemente por una antigua trabajadora de su administración como una persona iracunda, fuera de control y sin respeto por la ley ante el comité de investigación del asalto al Capitolio, Trump está viviendo algunos de los peores días de su era post presidencial. A esto contribuyen algunas de las últimas decisisones de la Corte Suprema de Estados Unidos, como la que acaba de dar la razón a Biden derogando la ley migratoria desarrollada durante el mandato republicano, e incluso la que ha hecho desaparecer el derecho federal al aborto, ya que esta podría espolear la reacción de las bases demócratas, de cara a las próximas elecciones legislativas.
Por si todo esto fuera poco, documentos de la campaña presidencial de Trump han desvelado estos días que sus asesores eran conscientes de la falsedad de las acusaciones por fraude sobre la victoria de Biden, al no estar sustentadas en datos reales. Y a ello se suma la victoria obtenida por algunos candidatos del partido republicano que no solo no son de su agrado, sino que le han desafiado al no respaldar sus consignas durante las elecciones primarias que han tenido lugar en varios estados. Las consecuencias: parte de su electorado está dando síntomas de cansancio e incluso han comenzado las bajas entre sus donantes, hastiados de un circo que parece no tener fin.
Algunos de los enemigos de Trump, que son muchos, empiezan a afilar los cuchillos mientras contemplan una situación que, sin embargo, no es nueva para el protagonista. De hecho, el republicano se mueve como pez en las aguas turbulentas de la política en un país donde, hasta hace muy poco, la división la marcaba el estar “a favor” o “en contra” suya. Una coyuntura que puede empezar a cambiar para quien, durante años, ha estado en el ojo mediático del estadounidense medio, acostumbrado a verle desempeñar diferentes papeles.
Trump ha sido millonario, empresario, showman, máximo responsable de la mayor potencia mundial y ahora, ex presidente “por fraude electoral”, como él mismo recalca. Aunque ya hubo quien hace año y medio, en plena resaca del asalto de sus seguidores al Capitolio, le denominaba un “cadáver político”, el antiguo republicano ha sabido mantenerese en pie y crear una amalgama de seguidores que cierran filas en torno a él. La cuestión reside en saber si esa base que le respalda será suficiente para mantener una alternativa real tanto ante la propuesta demócrata, como ante los candidatos que, dentro de su partido, empiezan a postularse para las próximas elecciones.
Los últimos acontecimientos, especialmente los relacionados con las declaraciones realizadas por Cassidy Hutchinson, ex asistente del que fue jefe de gabinete de la Casa Blanca, Mark Medows, han deteriorado la imagen de Trump hasta extremos insospechados. El testimonio de esta trabajadora de la Casa Blanca, muy cercana fisicamente al Despacho Oval del presidente, está respaldado por un registro de mensajes de texto y correos electrónicos, y puede provocar que testigos que hasta ahora no han querido declarar, se animen a hacerlo.
Lo más curioso es que sus palabras, que relataron como Trump rompió un plato en el comedor del Casa Blanca y forcejeó con el jefe de su servicio secreto, en su enfado por no haber sido conducido al Capitolio a marchar con sus seguidores, como él quería, no han sorprendido demasiado. Ni siquiera al propio Trump, que se limitó a dar un comunicado en su red social, tras conocerse la noticia, señalando que no conoce a Hutchinson pero que ha escuchado “cosas muy negativas” de ella y la considera ‘una farsante”, como respuesta tipo a sus detractores.
El máximo tribunal estadounidense también dio la espalda, el jueves pasado, a la política migratoria creada durante el mandato del republicano y llamada “Permanece en México”, al respaldar la propuesta de Biden de acabar con dicha medida Esta establecía que los migrantes a la espera de respuesta de su solicitud de asilo debían ser devueltos a sus países de origen inmediatamente. Si bien aún hay otros desafios legales alrededor de la política sobre inmigracion, ese ha dejado de ser un problema para la administración actual.
Esta misma corte decidió, hace poco más de una semana, que el derecho federal al aborto desapareciera al revertir la sentencia Roe v. Wade que, desde 1973, lo amparaba. Sin embargo y según el New York Times el propio Trump dijo que esta era una decision “mala” para su partido. Y es que el voto de millones de mujeres que se verán afectadas por esta decision puede volverse un arma arrojadiza en las próximas elecciones legislativas, que tendrán lugar en noviembre.
Malas noticias han llegado también desde algunos estados donde están teniendo lugar las primarias, que son las elecciones en las que participan los votantes del mismo partido para decidir quiénes serán sus representantes en las próximas elecciones legislativas. Por parte republicana, los candidatos se dividen entre los que están respaldados por Trump y los que no, algunos de los cuales incluso le han desafiado al no aceptar sus acusaciones de fraude electoral.
Pues bien, los últimos resultados han sido esquivos para los candidatos propuestos por el republicano en algunos distritos de Colorado, Mississippi, Ocklahoma y Georgia aunque con anterioridad había conseguido colocar a sus aspirantes en otros distritos de estados como Alabama, Indiana, Nevada, Nuevo México, Utah y Pensilvania. Pero la seguridad con la que empezaron estos comicios ha desaparecido y hay expectacion por saber qué depararan las bases en los sitios aún pendientes de votación.
Recientemente el Washington Post desvelaba cómo las reclamaciones por fraude en las pasadas elecciones presidenciales, que Trump aún usa a diario, fueron una estrategia orquestada para evitar que Pence ratificara a Biden el 6 de enero. Correos eléctronicos, documentos de la camapaña electoral republicana y registros del comité de investigación del 6 de enero se mantienen como pruebas para determinar si estas acciones, además, constituyen un delito, ya que se actuó a sabiendas de que los resultados electorales fueron válidos, en contra de lo que el exmandatario ha repetido desde que tuvo que abandonar la Casa Blanca.
Pero nada puede hacer tanto daño a Trump como la pérdida de seguidores y dinero para seguir manteniéndose en pie. Algo que, según los expertos electorales, ya ha comenzado a ocurrir. Si bien el expresidente sigue manteniendo una base firme que le respalda haga lo que haga, hay un sector de sus antiguos seguidores y donantes que se sienten cansados y empiezan a mirar otras alternativas de cara al futuro. “Trump se enfrenta a una importante avalancha de hechos negativos y no tiene una defensa real”, dijo a Politico.
Dan Eberhart, un donante republicano que expresa el sentir de muchos. “Creo que las audiencias del 6 de enero son la continuación del circo agotador que rodea a Trump” añadió un asesor muy cercano a de Ron deSantis, el gobernador conservador de Florida.
Donald Trump se encuentra en un momento tan delicado que incluso las encuestas ya le daban la espalda, antes del testimonio de Hutchinson ante el comité de investigación del 6 de enero. La última publicada, realizada por The Associated Press-NORC Center for Public Affairs Research muestra que el 48% de los adultos en Estados Unidos piensa que el republicano debería ser incriminado por su papel en el asalto al Capitolio y el 58% le achaca mucha responsabilidad por lo que ocurrió. Un porcentaje que, tras lo ocurrido durante esta semana aciaga, probablemente habrá aumentado en su contra.
El resultado lo veremos en las próximas elecciones legislativas, el mes de noviembre, donde en función de los resultados el exmandatario desvelará si presenta su candidatura presidencial. Siempre que la ley y la justicia se lo permitan. Algo que a día de hoy no está claro.