Uno de los puntos más relevantes del reciente encuentro del G-7 en Elmau, Alemania, ha sido el endurecimiento de su mensaje hacia la República Popular de China al respecto de su política económica, estratégica y de derechos humanos. Así quedó reflejado tras el comunicado final, donde las siete potencias -Estados Unidos, Japón, Reino Unido, Francia, Italia, Canadá y Alemania- reclamaron al gigante asiático que abandone la intimidación en la región -aunque sin mentarla, Taiwán estaba en la mente de todos-, que deje atrás las prácticas económicas que “distorsionan el mercado”, que condene la invasión de Rusia a Ucrania en la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas y en la Corte Internacional de Justicia, y que respete a la minoría uigur en Xinjiang y a la tibetana en el Tibet.
Entre las críticas al Gobierno de Xi Jinping también hubo un hueco para advertirle sobre su estrategia en el Mar del Sur de China a través de sus “reclamos marítimos expansivos” y para defender una mayor autonomía para Hong Kong.
Todos y cada uno de estos puntos son dagas que atraviesan el orgullo chino, intolerante ante lo que consideran como injerencias y falsedades de Occidente comandadas por EE.UU. China vuelve a estar en el centro de muchas conversaciones durante la Cumbre de la OTAN en Madrid, que por primera vez hace mención especial a la nación que alberga el mayor ejército del mundo. Calificada como un “desafío sistémico”, China -y sus lazos con Rusia- se encuentra entre las prioridades de la agenda de la OTAN. Países como EE.UU. o Reino Unido apuestan por un lenguaje duro a la hora de condenar las distintas estrategias de Pekín, mientras que otros como Alemania o Francia optan por mensajes más comedidos. El martes, el portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores chino, Zhao Lijian, afirmó en su comparecencia diaria ante los medios que el Concepto Estratégico de la OTAN no es más que “vino viejo en botella nueva”.
“Como producto de la Guerra Fría y la mayor alianza militar del mundo, la OTAN se ha aferrado durante mucho tiempo a un concepto de seguridad obsoleto y se ha convertido en una herramienta para que ciertos países mantengan su hegemonía. El llamado nuevo Concepto Estratégico de la OTAN no es más que ‘vino viejo en botella nueva’. Todavía no ha cambiado la mentalidad de la Guerra Fría de crear enemigos imaginarios y confrontación de bloques”, aseguró Lijian.
Uno de los argumentos más pronunciados por las autoridades chinas es que no se inmiscuyen “en los asuntos internos de otros países”, que no “exportan ideología” y que “no se involucran en la jurisdicción de armas largas, la coerción económica o las sanciones unilaterales”, tal y como prosiguió el portavoz. El discurso es el mismo que suele expresar el ministro de Asuntos Exteriores de China, Wang Li, o, más recientemente, autoridades diplomáticas como Xiao Qian, embajador chino en Australia, quien también defendió en un evento celebrado la semana pasada en Sídney que no comparte el que otros países condenen los asuntos internos de China. La crítica del portavoz ministerial chino hacia los primeros mensajes salidos de la cumbre en Madrid subió de tono. “Instamos solemnemente a la OTAN a que deje inmediatamente de difundir declaraciones falsas y provocativas contra China. Lo que debería hacer la OTAN es dejar de buscar la perturbación de Asia y del mundo entero después de haber perturbado a Europa”, agregó.
Tanto el Concepto Estratégico de la OTAN presentado en Madrid como las declaraciones de Lijian llegan en un momento donde, además del conflicto bélico en Ucrania y las conversaciones para incluir en el Tratado a Finlandia y Suecia, la mirada también está puesta en Asia. Durante dos años, el Gobierno de Taiwán ha denunciado las repetidas incursiones de cazas de guerra chinos en su zona de identificación de defensa aérea. La última se produjo hace una semana e incluyó a 29 aeronaves entre las que había 17 cazas, seis bombarderos H-6 y aviones de abastecimiento aéreo. En respuesta, Taiwán desplegó varios aviones de combate para alejar a las aeronaves chinas y preparó sistemas de misiles en tierra. Si hay una línea roja de China hacia Occidente, esa es la cuestión taiwanesa, un asunto doméstico, como consideran desde Pekín, al no existir un reconocimiento internacional oficial de Taiwán como país independiente.
Sin embargo, las relaciones bilaterales entre las autoridades taiwanesas y las de otras naciones indican que extraoficialmente hay apoyos a su soberanía. EE.UU. es el mayor aliado que tiene Taiwán ante una posible acción militar del Ejército Popular de Liberación, especialmente después de que el presidente estadounidense, Joe Biden, haya puesto en jaque la política de “una sola China”, defendida en el pasado por la nación norteamericana al afirmar a finales de mayo que estaría dispuesto a defender a Taiwán ante una incursión armada ejecutada por Pekín. Tanto estas palabras como la reciente reunión entre EE.UU. y Taiwán sobre el Comercio del Siglo XXI, donde ambas partes discutieron el desarrollo de una hoja de ruta económica, han sentado mal al Ejecutivo chino.
“Sólo hay una China en el mundo. Taiwán es una parte inalienable del territorio de China. El gobierno de la República Popular China es el único gobierno legal que representa a toda China. EE.UU. debe respetar el principio de una sola China y las estipulaciones de los tres comunicados conjuntos China-EE.UU. con acciones concretas, detener toda forma de interacción oficial con Taiwán, dejar de negociar acuerdos con implicaciones de soberanía y de carácter oficial con las autoridades de Taiwán, y abstenerse de enviar cualquier señal equivocada a las fuerzas separatistas de la ‘independencia de Taiwán’. Las autoridades del Partido Progresista Democrático taiwanés (DPP) deben renunciar a la idea de que pueden buscar la independencia con el apoyo de EE.UU., de lo contrario, cuanto más alto salten, más fuerte será su caída”agregó.
Otro de los países cuyas relaciones bilaterales con China están más desgastadas es Australia. Su primer ministro, Anthony Albanese, afirmó de camino a la Cumbre de la OTAN en Madrid que el Gobierno chino debería aprender del “fracaso estratégico” de Rusia en Ucrania en una clara referencia a la cuestión en Taiwán. El máximo mandatario australiano añadió que la guerra “había demostrado que los intentos de imponer cambios por la fuerza en un país soberano encuentran resistencia” en una clara referencia a las consecuencias de invadir a otro país por la fuerza.
“Hemos explicado en múltiples ocasiones la posición de China sobre la crisis de Ucrania. También hemos subrayado muchas veces que Taiwán no es Ucrania. No se puede establecer un paralelismo entre ellos. Taiwán no es un país soberano. Esperamos que los políticos pertinentes dejen de hacer comentarios irresponsables”, sentenció este martes el portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores chino.