No es fácil ponerse en el pellejo de las autoridades policiales marroquíes cuando se trata de la delicada cuestión del control de las fronteras con Europa. Rabat es acusado unas veces de complicidad con los migrantes por ejercer presión contra las autoridades españolas y comunitarias –como ocurrió en Ceuta en mayo de 2021- y otras de desempeñar el papel de ‘gendarme de Europa’ con violencia excesiva. Lo que, salvo excepciones, suele ser una constante en la manera de conducir la cuestión por parte de las autoridades magrebíes es su falta de voluntad comunicativa, pues ni representantes gubernamentales ni medios informativos oficiales suelen ser demasiado prolijos en detalles a la sociedad en temas migratorios. A pesar de la tragedia del viernes pasado, ha vuelto a ser el caso.
No se ha movido Rabat desde el domingo de la cifra de 23 subsaharianos muertos, además de los 140 miembros de las fuerzas de seguridad y 70 migrantes heridos, a pesar de que la principal organización humanitaria del país norteafricano, la Asociación Marroquí de Derechos Humanos, eleva el balance de muertos hasta los 29 y otras entidades sitúan la cifra en 37 víctimas. Entre los fallecidos, según las ONG, hay dos gendarmes marroquíes muertos, un dato que desde Rabat no se da por bueno, aunque se reconoce que hay varios miembros de las fuerzas de seguridad heridos graves.
Siempre gracias a la labor de la AMDH, la sociedad marroquí ha tenido constancia también de que desde este domingo empleados del pequeño cementerio de Sidi Salem, en Nador, se cavan apresuradamente fosas destinadas a enterrar los cuerpos de los fallecidos en los choques en la doble verja de Melilla. Todo apunta a que las autoridades marroquíes no practicarán autopsias ni identificarán a los finados. En la tarde de este lunes ya trascendía la información de que las inhumaciones habían empezado.
La entidad no se quedó corta el pasado viernes en sus críticas a Madrid y Rabat. En un comunicado difundido el sábado –y firmado conjuntamente con otras organizaciones como la española Caminando Fronteras-, la entidad denunciaba que la tragedia de la frontera melillense “son el símbolo trágico de políticas europeas de externalización de las fronteras de la UE con la complicidad de un país del sur, Marruecos”. “La muerte de estos jóvenes africanos en las fronteras de la ‘fortaleza europea’ alerta sobre la naturaleza mortal de la cooperación securitaria en materia de migraciones entre Marruecos y España”.
También gracias a la citada entidad no gubernamental, la mayor de Marruecos, se conocía este lunes que más de tres decenas de migrantes detenidos tras los choques con las fuerzas de seguridad el pasado viernes comparecían ante el Tribunal de Apelación de Nador, la localidad marroquí situada al otro lado de la frontera de Melilla. Al mismo tiempo ya desde este domingo las autoridades marroquíes trasladan en autobuses a decenas de jóvenes protagonistas del asalto de la frontera de Melilla desde la zona hasta puntos del centro y el sur del país con objeto de evitar que vuelvan a concentrarse. Otra práctica habitual.
Mientras el Gobierno de Pedro Sánchez volvía este lunes a elogiar a las autoridades marroquíes por su actuación en la valla de Melilla, un actor continental, la Unión Africana –a la que Marruecos regresaba en 2017 tras 33 años fuera- condenaba por medio del presidente de su Comisión, el chadiano Moussa Faki Mahamat, el “trato violento y degradante” sufrido por los migrantes subsaharianos e instaba a las autoridades marroquíes a investigar lo sucedido de manera inmediata. “Pido una investigación inmediata sobre este asunto y recuerdo a todos los países su obligación bajo el derecho internacional de tratar a los migrantes con dignidad y priorizar su seguridad y los derechos humanos, así como abstenerse del uso excesivo de la fuerza”, prosiguió Mahamat en un comunicado.
Entretanto, el Consejo Nacional de Derechos Humanos marroquí (CNDH) –una entidad estatal independiente- anunciaba en la tarde del lunes el establecimiento de una comisión “informativa” sobre lo ocurrido en la frontera entre Nador y Melilla. “Por mandato de su presidente, una delegación de la CNDH realizará una misión de reconocimiento en la ciudad de Nador y sus alrededores tras los trágicos y violentos hechos producto del intento de cruce de cientos de migrantes", recogía, esta vez sí, la agencia estatal marroquí MAP, un comunicado de la CNDH.
Marruecos acusa a Argelia
Y transcurridos tres días desde el asalto masivo de la frontera melillense, Marruecos rompió al fin su silencio. Lo hizo a través de la Embajada marroquí en Madrid en declaraciones a la agencia Europa Press. Lo hizo para vincular a la “deliberada laxitud” de Argelia lo ocurrido el pasado viernes a través de “milicianos experimentados” infiltrados a través de la frontera entre las dos potencias magrebíes. No han dejado las autoridades marroquíes pasar la ocasión de denunciar a sus vecinos magrebíes, con los que no mantienen relaciones diplomáticas desde agosto del pasado año tras varios meses de desavenencias a propósito del conflicto saharaui.
“La extrema violencia de los asaltantes y la estrategia del asalto denota un alto sentido de la organización, una progresión planificada y una estructura jerárquica de líderes aguerridos y entrenados con perfiles de milicianos experimentados en zonas de conflicto”, aseguraban este lunes desde la Embajada marroquí en la capital de España.
El perfil: sudaneses y chadianos
Lo ocurrido el pasado viernes da cuenta de un nuevo escenario en la frontera que no puede separarse de la situación que está viviendo el África subsahariana en los últimos meses. Especialmente sensibles a la escasez de cereal que ha provocado la guerra en Ucrania, países como Burkina Faso, Níger, Chad, Sudán o Etiopía sufren ya una auténtica emergencia alimentaria que empuja a miles de jóvenes al Mediterráneo occidental con el sueño de alcanzar suelo europeo.
Mayoritariamente los jóvenes protagonistas del asalto de la frontera melillense son varones nacionales de Sudán y de Chad, dos países del África subsahariana especialmente golpeados por el problema del hambre y también el de la violencia en los últimos meses. En este sentido, la investigadora del laboratorio Laspad de la Universidad Gaston Berger de San Luis (Senegal), Beatriz Mesa, precisa que “las rutas son las mismas de siempre”, aunque “las coyunturas van cambiando, y eso las activa o desactiva”. “Lo importante en este momento no es tanto la ruta, sino las posiciones de los gobiernos de la región a la hora de gestionar los flujos migratorios. Marruecos nos había enseñado que su voluntad era la de gestionar la materia desde un plano más humanista, lo que va más allá de las fronteras y pone en el centro la protección del migrante”, explica la docente española a NIUS.
Lamenta Mesa que “volvemos a comportamientos del pasado después de lo visto el viernes”. “Se vulneran los derechos humanos de las personas, el derecho a la vida no se contempla, incluso ni el derecho a morir con identidad. Se ha enterrado a los migrantes sin ni siquiera identificarlos, en plena opacidad. Esto es lo trágico, y las autoridades marroquíes han logrado hacer calar en el imaginario colectivo marroquí que estas personas son violentas”, concluye la politóloga especialista en geopolítica en el Sahel.
“Al margen de los flujos habituales anteriores a la epidemia del covid-19, cuando desde el conjunto de África occidental los migrantes viajaban a Níger y de ahí a Argelia para buscar los diferentes corredores a Europa, se le ha sumado un flujo nuevo de países subsaharianos desde donde no se solía migrar a Europa”, explica el especialista en políticas migratorias José Carlos Cabrera Medina. “Son fundamentalmente poblaciones de lengua inglesa, por lo que su objetivo principal es subir hacia las islas británicas y otros países de Europa septentrional. Un nuevo flujo que se une a los ya conocidos y que nos hace pensar que claramente es una ruta que debe funcionar para llegar a Europa”, precisa a NIUS el consultor.
Los expertos advierten de que el contexto general –crisis alimentaria causada por la guerra en Ucrania, inestabilidad en Libia, falta de cooperación entre Argelia y Marruecos en materia migratoria- seguirá favoreciendo la llegada de migrantes desde diversos puntos del África subsahariana al Mediterráneo occidental, donde Ceuta y Melilla son dos de las puertas hacia Europa para estos jóvenes desesperados. De la misma manera, como había venido ocurriendo en las semanas previas al asalto del viernes pasado, las redadas policiales marroquíes se seguirán produciendo –no en vano, Rabat daba cuenta de la detención de 59 subsaharianos en supuesta posesión de objetos metálicos en el entorno de Ceuta este domingo- en las próximas semanas. La tormenta perfecta para un árido y turbulento verano.
La justicia marroquí ha decidido procesar a 65 inmigrantes, en su mayoría sudaneses, por haber participado en el intento de paso letal el pasado viernes al enclave español de Melilla desde Marruecos, según se ha filtrado a la prensa. La fiscalía del juzgado de primera instancia de la ciudad marroquí de Nador (norte), fronteriza con Melilla, acusó a 37 inmigrantes de "entrada ilegal en suelo marroquí" , "violencia contra los agentes del orden" , "multitud armada" y "negativa a obedecer", según declaraciones a la agencia de noticias AFP del abogado Khalid Ameza. Un segundo grupo, integrado por 28 migrantes, también será juzgado por “participación en banda criminal para organizar y facilitar la inmigración ilegal al exterior” , agregó Me Ameza.
El letrado precisó que la mayoría de los acusados eran de Darfur, en el oeste de Sudán, sumido en una grave crisis alimentaria y donde la violencia reciente ha dejado más de 125 muertos y provocado el desplazamiento de 50.000 personas. Otros son chadianos y malienses, uno es yemení.