Mientras Ghislaine Maxwell, la que fuera compañera sentimental y cómplice de los abusos sexuales de Jeffrey Epstein, espera sentencia tras haber enfrentado sus propios cargos, sus abogados están pidiendo clemencia argumentando que la infancia de su cliente fue muy difícil y que su vida está en peligro al correr amenaza de muerte en la cárcel.
Maxwell, de 60 años, fue hallada culpable por un jurado popular en diciembre de 2021, de cinco de los seis cargos federales que se le imputaban, incluyendo el de “tráfico sexual de una menor”, "transporte de una menor con fines de tráfico sexual", "conspiración en tráfico sexual de menores" e "incitación" a viajar para mantener actividades sexuales.
Después de un juicio que se extendió a cuatro semanas y en el que se escucharon testimonios sobre su relación con el difunto empresario y multimillonario estadounidense, los fiscales argumentaron que Maxwell actuó como la señora de Epstein, y lo ayudó a establecer un plan para atraer y reclutar a las jóvenes entre 1994 y 2004.
El cargo de tráfico sexual, el más grave, conlleva una pena máxima de prisión de 40 años. Otros dos cargos, implican sentencias máximas de cinco y diez años. La jueza, Alison Nathan, dictaminó en abril que no sentenciaría a la Maxwell por dos cargos restantes por los que fue condenada porque se superponían con conducta cubierta por otros cargos.
En un caso considerado como el más grave de abuso sexual de menores - por el número de víctimas y de posibles encubridores-, y por el que la mujer podría ser privada de libertad por el resto de su vida con una sentencia de hasta 70 años de prisión, sus abogados tratan ahora de que la jueza imponga una sentencia inferior a los 20 años recomendados por el departamento de libertad condicional del tribunal.
Nacida y criada en un entorno de privilegios en Reino Unido, Maxwell, una antigua figura de la jet-set internacional con triple nacionalidad británica, francesa y estadounidense, "tuvo una infancia difícil, traumática, con un padre autoritario, narcisista y exigente", sostiene su defensa.
Maxwell era la menor de nueve hermanos y aunque tuvo una educación privilegiada, vivió una trágica situación después de que su hermano mayor entrara en coma poco antes de que ella naciera, falleciendo siete años después. Con tan sólo cuatro años, ante la falta de atención familiar, llegó a decirle a su madre: “Mamá, existo”, reconoció con estupor su progenitora en una entrevista.
Y aunque su infancia se desarrolló en una mansión de 53 habitaciones, su padre llegó a golpearla en la mano con un martillo cuando pegó el cartel de un pony en la puerta de su dormitorio -describieron los abogados de Maxwell-, dejándola gravemente magullada y dolorida durante varias semanas.
Ghislaine presenció las despiadadas técnicas de `educación´ de su padre, sobre todo en las comidas familiares de los domingos. El conocido empresario que también ejerció de espía, interrogaba a sus hijos sobre la actualidad internacional y, si cometían un error, se interrumpía la comida y el padre pegaba al niño díscolo delante de los otros. Siendo una niña, Maxwell también sufrió anorexia.
A pesar de esta y otras situaciones, consecuencia de un comportamiento abusivo por parte de su padre, la futura novia de Epstein, siempre fue "la niña de papá" e hizo todo lo que pudo para complacerlo.
Su progenitor, el magnate británico nacido en la República Checa, Robert Maxwell, fundó Pergamon Press, una casa editorial muy exitosa de libros médicos y científicos. Posteriormente, compró tabloides británicos, entre ellos The Daily Mirror, así como una participación en MTV Europe y el gigante editorial estadounidense Macmillan.
Cuando Ghislaine Maxwell tenía poco más de 20 años, se convirtió en una persona socialmente muy conocida. Fundó un club femenino, fue directora de un club de fútbol propiedad de su padre y trabajó para su editorial. Su padre falleció en extrañas circunstancias al caer de su yate en 1991.
Según una examiga, Anna Pasternak, Maxwell inmediatamente después de la pérdida familiar destruyó documentos importantes en el yate. Su supuesta participación en la destrucción de pruebas "muestra que ella había estado bastante involucrada en el negocio de su padre para saber qué documentos triturar", ha señalado Pasternak.
Fue poco después, Ghislaine Maxwell aterrizó en Nueva York proveniente de Inglaterra buscando un nuevo comienzo. No sólo había perdido a su padre, sino también gran parte de la fortuna de su familia y parte de su posición social. Tras su muerte, apareció un informe que afirmaba que faltaban 400 millones de libras esterlinas (440 millones de euros al cambio actual) en su propio periódico, The Daily Mirror.
La heredera se compró una casa en Manhattan y se convirtió en un personaje frecuente de la crónica rosa de Nueva York, en la que aparecía retratada como una socialite que iba de fiesta en fiesta. Gracias a sus contactos y a la considerada presencia de su difunto padre en la ciudad, Maxwell conoció a importantes financiaros entre los que se encontraba el adinerado Jeffrey Epstein. Era el comienzo de una relación mutuamente benéfica. Con Epstein, Maxwell pudo resucitar el estilo de vida que codiciaba.
A lo largo de más de una década, convertida en su mejor amiga, su amante y lugarteniente, Maxwell, ayudó a administrar las casas de Epstein, facilitar sus relaciones sociales y reclutar a masajistas para satisfacer su apetito, al parecer insaciable por los masajes, de acuerdo con las declaraciones de sus exempleados. Algunas de las acusadoras de Epstein afirman que, por su experiencia, los masajes eran solo un pretexto para el abuso sexual de Epstein, de acuerdo con actas judiciales.
Una pila de acusaciones de más de 20 mujeres y padres de menores, llenos de dolorosos y perturbadores testimonios, se convirtieron en todo un historial de batallas legales a las que Epstein tuvo que enfrentarse antes de su abrupto final.
El multimillonario financiero se suicidó el 10 de agosto de 2019 en la celda en la que estaba preso en Nueva York mientras esperaba ser enjuiciado por acusaciones de tráfico sexual y conspiración. Tenía 66 años. Tras estar en paradero desconocido durante alrededor de un año, su novia y compinche fue arrestada al año siguiente.
Maxwell era “vulnerable" a Epstein, y conocerlo fue el "mayor error que cometió en su vida", sostiene una de sus abogadas, la neoyorquina Bobbi Sternheim.
“La Sra. Maxwell ya ha pasado por momentos difíciles durante su detención en condiciones mucho más onerosas y punitivas que las experimentadas por un típico detenido previo al juicio, y se está preparando para pasar mucho más tiempo tras las rejas”, escribieron los abogados de Maxwell. “Su vida ha sido arruinada. Desde la muerte de Epstein, su vida ha sido amenazada y las amenazas de muerte continúan mientras está encarcelada”.
En el escrito presentado a la jueza para solicitar clemencia, los abogados de Maxwell informan de las condiciones extremas en las que su cliente ha permanecido en un centro de detención en Brooklyn después de que se le negara la libertad bajo fianza. Durante 22 meses - dijeron-, estuvo encerrada en una celda de aislamiento, que medía 9 por 7 pies (2,7 metros por 2,1 metros) vigilada constantemente por cámaras de video, en unas “condiciones extraordinarias de confinamiento solitario”.
Además, los guardias del centro la despertaban cada 15 minutos alumbrando sus ojos con una linterna para prevenir el suicidio, privándola de sueño, protestan los abogados de Maxwell que consideran que la extrema medida es innecesaria.
Los letrados también han denunciado que a su cliente se le han suministrado “alimentos rancios e incomibles” que no se adherían a su dieta vegetariana, o "sin carne"; no siempre tuvo acceso a jabón, cepillo de dientes o pasta de dientes; Maxwell también se ha quejado de "haber sido tocada de manera sexualmente inapropiada por los oficiales penitenciarios" y haber sido sometida a “exámenes de cavidades corporales dolorosos y humillantes”; aunque se le permitía hacer ejercicio, le dieron zapatos que no le quedaban bien que le impedían correr. Estas son algunas de las más de 100 quejas que la británica ha presentado recientemente.
Una vez que se dio por terminado el `confinamiento solitario´, el equipo legal de Maxwell dice que su defendida ha sido amenazada de muerte cuando un compañero de prisión en su edificio le dijo a otros tres prisioneros que le habían ofrecido dinero para matar a Maxwell y que tenía la intención de estrangularla mientras dormía.
Dos semanas antes de que el tribunal de Manhattan emita su fallo previsto para el 28 de junio, el documento presentado por la defensa recuerda que Epstein “fue el cerebro, el principal agresor y el artífice de los crímenes perpetrados en su favor”.
Los abogados de Maxwell consideran que se está cargando sobre su defendida, a la que considera una “víctima esclava de Epstein” toda el peso de la ley que no cayó al magnate estadounidense ante su inesperada muerte. “No habría juicio para Epstein ni reivindicación pública ni justicia para sus acusadores”, dijeron. “El Gobierno tenía un gran agujero que rellenar: la silla vacía de Epstein”.
Desde el momento de su detención y durante todo el proceso judicial, Maxwell se ha declarado inocente de todos los cargos de los que ha sido acusada.