“El que la sigue la consigue”, dice el dicho. La diputada del partido izquierdista Die Linke Sahra Wagenknecht lleva ya tiempo tratado de reavivar a su formación, cuyo equivalente en España sería Podemos. Sin embargo, sus esfuerzos han sido vanos.
Hace un año, Wagenknecht publicaba un libro titulado “Los Ególatras” en el que cantaba las cuarenta a su familia política, de la que ella, grosso modo, dice que ha traicionado a su electorado tradicional. Wagenknecht reprochaba en su volumen que en el izquierdismo ya no están centrados “en los problemas de política económica y social, sino en cuestiones de estilo de vida, de hábitos de consumo y de posiciones morales”.
Esos reproches siempre los han rechazado en Die Linke. Por ejemplo, a NIUS, Jörg Schindler, en calidad de secretario general de Die Linke, afirmaba no hace tanto que su partido siempre ha tenido el foco puesto en las cuestiones sociales, como el alquiler o las condiciones laborales en el sector sanitario. Sea como fuere, Die Linke fracasó en las elecciones generales de septiembre.
Die Linke logró, casi de milagro, representación en el Bundestag. Pero, en las elecciones regionales de este año, en Sarre, Schleswig-Holstein y Renania del Norte-Westfalia, no superó la barrera del 5% para poder estar en los parlamentos de esos Länder.
Todos esos Länder se encuentran en el oeste alemán, donde se solía decir que el partido se estaba haciendo más fuerte después de perder por motivos de edad electorado post-comunista en el este germano, en lo que fue la extinta República Demócrata de Alemania (RDA). En el este alemán también suele apuntarse, sobre todo a raíz de la crisis de los refugiados de 2015 y 2016, que la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD) le ha robado a Die Linke el estatus de “partido de protesta” que se le atribuye.
Die Linke está muy debilitada en las urnas, pero también en sus despachos. Un escándalo con todos los elementos de un auténtico “Me Too” con decenas de afectados reventó en la dirección el pasado mes de abril, causando la dimisión de la co-lideresa, Susanne Hennig-Wellsow.
A finales de junio se vuelve a elegir en la ciudad de Erfurt una nueva dirección y es, en este contexto, en el que Wagenknecht vuelve a la carga lanzando un llamamiento “por una izquierda popular”.
Así se titula el texto que han apoyado con su firma, según números de este viernes, casi 4.600 personas, entre los que figuran destacadas personalidades del partido izquierdista como Amira Mohamed Ali, co-presidenta del Grupo Parlamentario de Die Linke en el Bundestag, diputados como Andrej Hunko o Sevim Dagdelen, o la ministra de Educación en el Land de Mecklemburgo Pomerania-Occidental, Simone Oldenburg.
En la última iniciativa de Wagenknecht y sus fieles figuran como prioridades la lucha contra las “desigualdades de ingresos, propiedad y poder” de la sociedad, una política medioambiental climática “justa” o, por supuesto, la ya conocida posición "pacifista" y contra el rearme del país incluso cuando la Rusia de Vladimir Putin no duda en invadir por tierra mar y aire países vecinos, como Ucrania.
"En los últimos años, en Alemania y en otros países europeos, los partidos de izquierda se han alejado de la gente corriente, de la gente que no está tan bien económicamente y que tiene menos ingresos. Estos partidos se han concentrado en pequeños grupos, sobre todo estudiantes y académicos de grandes ciudades", describe a NIUS la propia Wagenknecht.
"Hemos cometido muchos errores. Por ejemplo, en el tema de la protección del clima, que se trató sin una dimensión social, o cuando se ha utilizando un lenguaje que ya no es comprensible para los no académicos. Son cosas que no gustan a la gente que tiene dificultades para llegar a fin de mes", añade.
Lo que para algunos chirría en el llamamiento de Wagenknecht es que vuelva a cargar con su “izquierda popular” contra una Die Linke que se habría concentrado demasiado en las minorías. De lo contrario, no se leería en ese texto que Wagenknecht y compañía quieren “una izquierda para la mayoría de la población, los trabajadores, las familias, los pensionistas y los desfavorecidos socialmente”. “La izquierda no debe concentrarse en pequeños nichos”, abunda el llamamiento por la “izquierda popular”.
Como era de esperar, en las altas instancias del partido, el llamamiento a la “izquierda popular” no ha gustado. En el semanario Der Spiegel han citado fuentes de la dirección que se quejan de un “estilo” político de Wagenknecht que justamente no tiene “nada que ver” con la política que conviene a Die Linke. Precisamente sobre estilos y contenidos políticos convenientes se debate ahora en esta formación, a la que no hace tanto se veía gobernar con el Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD), la formación de Olaf Scholz, y Los Verdes.
Janine Wissler es candidata a su reelección al frente de Die Linke. Dimitida Hennig-Wellsow, Wissler quiere mantenerse al frente del partido, aunque tendrá que imponerse en el congreso de finales de este mes al resto de candidatos. También aspira a la dirección Heidi Reichinnek, quien ha dejado dicho en el momento de presentación de su candidatura que el partido no puede “seguir así”, aludiendo a una eventual continuidad de Wissler.
Según explica a NIUS Mario Candeias, director del Instituto para el Análisis de la Sociedad de la Fundación Rosa Luxemburgo, una organización de inspiración izquierdista, Reichinnek y Sören Pellmann - diputado también candidato a dirigir el partido - están en la órbita de las ideas de Wagenknecht. Frente a ellos se sitúan Wissler y Martin Schirdewan, el eurodiputado que también se ha presentado de cara al congreso de Erfurt.
"Las ideas de Wagenknecht representan entre un 25% y un 33% del partido. Es una minoría importante dentro del partido", dice Candeias a NIUS. "Pero en el congreso de Erfurt va a ocurrir que por primera vez esa dirección que representa Wagenknecht se va a someter a una votación en el partido", añade. La cita de Erfurt sacará, a su entender, esas ideas de Wagenknecht de la dinámica en que esta diputada había entrado. A saber, no presentarse a candidata para dirigir el partido para después criticar la dirección que tomaba el mismo.
Ahora, Wagenknecht es muy clara sobre sus intenciones cuando atiende a este medio de comunicación: "Lo que he hecho es proponer un programa político". "Ya lo escribí en mi libro ["Los Ególatras", ndlr.]. Con un programa así, Die Linke podría convertirse en un partido clásico de izquierdas que podría llegar a mucha más gente y mejorar la vida de las personas. En cualquier caso, sería un factor político. Y eso es algo que el partido ya no es", abunda esta diputada, visiblemente preocupada por el futuro político de su partido.
"En Alemania, la situación es tal que uno se pregunta si Die Linke llegará a estar en el próximo Bundestag. Si hacemos lo que hemos hecho hasta ahora, seguramente no lo haremos. Y esto ocurre mientras en Alemania muchos no encuentran una dirección en la política", añade, aludiendo a los abstencionistas. En las últimas elecciones generales, el porcentaje de abstención en Alemania fue del 23,4%.
Wagenknecht, que no es candidata a la dirección, da la impresión de contentarse con influenciar con sus ideas a la próxima dirección del partido. No es seguro que lo logre. No se puede decir que triunfara con su iniciativa anterior, llamada “De Pie” y lanzada en 2018. Wagenknecht la sacó adelante inspirada en parte del éxito de Podemos en España, pues integraba, como los Círculos de Podemos, debates de la militancia a través de Internet.
Cuatro años después, sin embargo, “De Pie” parece haberse quedado en una nota a pie de página en la historia de la izquierda alemana. La idea en Die Linke, no obstante, es luchar para evitar que al partido le pase eso también.
Cabe la posibilidad de que los males de Die Linke no tengan solución. Pero también es cierto, tal y como ha apuntado Dietmar Bartsch, co-presidente del Grupo Parlamentario de Die Linke en el Bundestag en unas declaraciones al diario berlinés Die Tagesspiegel, que no es la primera vez que se ha visto a su partido en vías de extinción. “La muerte de nuestro partido ya se ha anunciado muchas veces, por ejemplo, cuando no logramos entrar en el Bundestag en 1990 o en 2002”, según Bartsch.
Alude a los resultados electorales de las formaciones que dieron lugar a Die Linke que, como tal, se fundó en 2007. Tras quince años de historia como Die Linke, la formación izquierdista atraviesa ahora una “crisis existencial”, según constata Wagenknecht. Está por ver si su “izquierda popular” tiene la terapia que necesita su partido.