En sus 150 años de historia, la poderosa Asociación Nacional del Rifle (NRA, por sus siglas en inglés) ha tenido entre sus miembros a nueve presidentes estadounidenses, todos republicanos salvo el demócrata John F. Kennedy. Los últimos en engrosar la lista: George Bush padre y Donald Trump, precisamente, uno de los ponentes en la convención de este año, que se celebra en Texas pese a las numerosas críticas tras el reciente tiroteo en la escuela de Uvalde. Este lobby defiende un negocio que mata a miles de personas cada año. En 2020, 4.368 menores de hasta 19 años murieron en EE.UU. por heridas de arma de fuego, según un estudio publicado por el Centro Nacional para la Prevención y Lucha contra las Enfermedades. Más muertes que por accidentes de tráfico.
La NRA es considerada el más férreo defensor de la Segunda Enmienda de la Constitución, que exactamente dice esto: "Siendo necesaria una milicia bien ordenada para la seguridad de un Estado Libre, no se violará el derecho del pueblo a poseer y portar armas". Su principal objetivo es defender el derecho a tener un arma de fuego y presionar para evitar cualquier medida de control, con el argumento de quelas armas hacen que el país sea más seguro. La influente organización se ha opuesto a los intentos de prohibir la venta de fusiles de asalto o los dispositivos que multiplican el poder letal de las armas semiautomáticas, según la BBC. Tras cada tiroteo masivo, se reabre en EE.UU. el debate sobre el control de las armas por su fácil acceso, pero la NRA lo zanja y ofrece soluciones como poner agentes armados en las escuelas.
La Asociación Nacional del Rifle asegura tener cinco millones de seguidores, aunque algunos detractores apuntan a que la propia asociación infla las cifras. Sin embargo, una investigación del Pew Research Center, un centro con sede en Washington, en 2017 aumentaba la cifra de miembros hasta los 19 millones. Algunos conocidos, como los actores Tom Selleck o Whoopi Goldberg y Sarah Palin, excandidata a vicepresidenta de Estados Unidos, o Donald Trump y sus hijos. Cada miembro paga una cuota anual de 40 dólares (unos 37 euros), lo que supondría unos ingresos de cientos de millones de dólares al año, más el fuerte respaldo de la industria armamentística estadounidense.
Su influencia en Washington, gracias a suculentas donaciones, ha logrado frenar leyes para un mayor control de las armas, según varios analistas citados por CNN. Ambos partidos han aceptado dinero, sobre todo los republicanos. El think tank Centro para una Política Responsable pone de ejemplo la campaña presidencial de 2016. La candidatura de Donald Trump recibió 11,5 millones de dólares en donaciones, más otros 20 millones que invirtieron en publicidad contraria a su entonces rival, la demócrata Hillary Clinton. De hecho Trump fue el segundo presidente en activo, después de Ronald Reagan, que habló en una convención de la influyente asociación. Fue en Atlanta, en 2017.
Desde 2018, las cosas algo han cambiado. El tiroteo en la escuela de secundaria de Parkland, en Florida, donde un exalumno mató a 17 personas, la NRA se ha visto envuelta en luchas internas, lo que ha afectado a su presupuesto y su posición en Washington. Varias compañías estadounidenses han cortado sus vínculos con la ella, tras las presiones de grupos de consumidores como la compañías de alquiler de coches Hertz y Enterprise, la aseguradora MetLife Insurance o el banco First National Bank, acabaron con ofertas y facilidades para sus miembros.
Otro revés para la NRA fue la demanda presentada por la fiscal general de Nueva York, Letitia James, para disolver la organización por presunta malversación de fondos ya que en ese estado está registrada como organización caritativa sin ánimo de lucro, lo que no coincidía para la fiscal. Pero el pasado marzo, un juez de la Corte Suprema bloqueó el intento de James de disolver la asociación.
"Como país, tenemos que preguntarnos: ¿cuándo vamos a hacer frente al lobby de las armas?", se preguntaba el presidente Joe Biden, tras la matanza de esta semana en la escuela de Texas. Numerosas voces pidieron cancelar este fin de semana la convención anual en Texas, precisamente en el mismo estado donde ha ocurrido la última matanza. La NRA emitió un comunicado, condenando el tiroteo asegurando que se trataba del "acto de un criminal solitario y perturbado".
Este influyente lobby fue también blanco de las críticas del líder de la mayoría demócrata en el Senado, Chuck Schumer, quien en una intervención aseguró que los republicanos se preocupan más de complacer a la NRA que de "las familias que lloran a las víctimas de la violencia con armas de fuego". Reiteró que hoy en día es casi imposible sacar cualquier regulación adelante por culpa de la NRA y de los legisladores influenciados por este grupo de presión.