Taiwán recupera la fe en Estados Unidos
Las palabras de Biden ponen en jaque su política interna de ‘una sola China’
El 6 de mayo, 18 aviones de guerra chinos, entre ellos cazas y bombarderos, sobrevolaron la zona de de identificación de defensa aérea de Taiwán (ADIZ), en la que fue la segunda mayor incursión en lo que va de año
Xi Jinping ha acusado a los estadounidenses de estar “jugando con fuego”
El compromiso expresado este lunes por el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, de apoyar militarmente a Taiwán en caso de una invasión de la República Popular de China ha provocado diferentes reacciones entre los actores implicados. Por un lado, el Gobierno de Xi Jinping ha acusado a los estadounidenses de estar “jugando con fuego”; por el otro, el Ejecutivo taiwanés se ha mostrado agradecido con la Casa Blanca por su compromiso “sólido como una roca”. Esta solidez, sin embargo, no ha sido tan evidente a lo largo de la historia y a juzgar por lo sucedido en Ucrania. Ambas situaciones han construido entre la opinión pública taiwanesa un escepticismo mayor que el sentimiento de seguridad. EE.UU. ha aplicado con Taiwán una política de ambigüedad estratégica (no reconoce su soberanía de manera oficial aunque, entre otras cosas, le proporciona armamento defensivo en caso de un ataque por parte de Beijing), esto, unido a la negativa de apoyar a Ucrania durante la invasión de Rusia, llegó a ser interpretado como una falta de compromiso y ha llegado a mermar las esperanzas de la población de la antigua isla de Formosa. Las últimas declaraciones de Biden han cambiado este sentir.
“El Gobierno de Taiwán se sigue acogiendo al apoyo de Estados Unidos, pero la confianza del pueblo taiwanés en la voluntad de EE.UU. de intervenir directamente en nombre de Taiwán cayó en picado desde el inicio de la crisis de Ucrania”, asegura a NIUS, Wen-Ti Sung, politólogo, experto en la relación trilateral EE.UU.-China-Taiwán y profesor de la Universidad Nacional Australiana en Taipéi. “La declaración de Biden ayudará a reparar la fe de la población taiwanesa en EE.UU.”
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La sensación de amenaza es patente. El 6 de mayo, 18 aviones de guerra chinos, entre ellos cazas y bombarderos, sobrevolaron la zona de de identificación de defensa aérea de Taiwán (ADIZ), en la que fue la segunda mayor incursión en lo que va de año después de que 39 aeronaves chinas hicieran lo propio el 23 de enero. Estos eventos también fueron constantes en 2021, con decenas de incursiones incluida la de 77 cazas en dos días durante octubre. Esto, unido a la retórica belicista en la que las autoridades chinas han dejado claro que “contemplan todas las opciones”, incluida la militar, para evitar la “independencia de Taiwán”.
Las palabras de Biden evitarían un fallo de cálculo de China
Las palabras de Biden se alejan del espíritu de la ambigüedad estratégica, amplían la interpretación del Acto de Relaciones con Taiwán (una política estadounidense que garantiza armamento de defensa a la isla “para resistir cualquier recurso a la fuerza u otras formas de coerción que pongan en peligro la seguridad o el sistema social o económico del pueblo de Taiwán”) y ponen en jaque su política interna de ‘una sola China’ (donde reconoce pero no respalda la posición del Gobierno chino, que considera a Taiwán como parte de la RPC). En su primer viaje a Asia desde que tomó posesión de su cargo, Biden ha mandado un aviso a China. No es la primera vez que reafirma su compromiso de apoyar a Taiwán, aunque el contexto en que lo ha hecho -en Japón y un día antes de la celebración del Diálogo Cuadrilateral de Seguridad (QUAD), que tiene el objetivo de contener la expansión de China- ha hecho que sus palabras hayan resonado de manera distinta.
“Se trata de algo muy serio porque es una indicación clara de que EE.UU. respondería militarmente si China usa sus recursos militares contra Taiwan, lo que significaría una confrontación directa con China”, afirma James D.J. Brown, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad Temple de Japón. “Creo que es un desarrollo positivo porque la visión de EE.UU. ha sido durante mucho tiempo la de la ambigüedad estratégica. Existe la preocupación de que si no es lo suficientemente claro con su postura, China podría llevar a cabo una falta de cálculo. Si EE.UU. no interviniera, quizás eso significara que China podría atacar militarmente a Taiwán y salirse con la suya. Las palabras de Biden podrían generar más estabilidad porque lanza un mensaje a China en el que dice que EEUU se involucrará no sólo en sanciones económicas sino también militarmente”, agrega Brown.
Una “metedura de pata” muy oportuna
Las declaraciones de Biden de este lunes, que ha ocupado buena parte de las portadas de los periódicos en la región del Indopacífico, han recibido varios calificativos incluido el de oportuna metedura de pata”. “Se trata tanto de un lapsus útil como de un revelador reflejo de supuestos ampliamente compartidos dentro del Gobierno estadounidense, que envía una señal políticamente útil a otros actores”, agrega Sung. “Mirando más allá del texto en sí, la señal política es clara: metedura de pata o no, refleja los supuestos fundamentales compartidos por la administración Biden sobre la postura de EE.UU. en las contingencias del Estrecho. Si Biden "mete la pata" constantemente en defensa de Taiwán (como lo ha hecho varias veces), entonces acaba revelando a otros países el cambio de sentimiento subyacente de EE.UU. y los supuestos analíticos que sustentan sus políticas con Taiwán y China”, señala. “Preserva la negación plausible, al tiempo que aumenta la disuasión, ya que señala un cambio en la probable respuesta política de EE.UU. en el conflicto, sin cambiar abiertamente la política de ambigüedad estratégica”.
Japón formaría parte de un conflicto directo con China
Para muchos analistas, la balanza entre las relaciones EE.UU.-Taiwán-China, el gigante asiático se queda fuera, no sólo en privado y camuflado en políticas y estrategias ambiguas, sino en público, de forma directa, con nombres, apellidos y con los tambores de guerra desempolvados. Esto significaría que otros países como Japón, Australia (y quién sabe si India) -que junto a EE.UU. componen el QUAD, puedan formar parte del conflicto.
“Es muy posible que si EE.UU. se ve envuelto en una confrontación directa con China, Japón también intervenga”, apunta Brown, quien menciona a una ley aprobada en 2015, que abre las puertas a que el país nipón pueda intervenir en caso de que fuerzas extranjeras -estadounidenses en este caso- fueran atacadas en un contexto que amenace la seguridad de Japón. “En ese caso, Japón puede usar fuerzas militares aun sin ser atacada directamente. Esto fue mencionado por el anterior primer ministro Shinzo Abe, quien afirmó que una crisis de Taiwán sería una crisis de Japón”, apunta Brown.
La incógnita de Australia
El nuevo primer ministro australiano, Anthony Albanese, quien ha acudido a Tokyo para formar parte de la reunión con las otras tres naciones que componen el QUAD, ha afirmado dos días después de salir ganador en las elecciones australianas que una de las prioridades de su Gobierno es la seguridad en el Indopacífico.
“El lugar y el momento (de las declaraciones de Biden) no podían ser mejores, teniendo en cuenta las posiciones de Japón y Australia. El partido gobernante de Japón presentó el mes pasado propuestas para revisar sus directrices de seguridad y exteriores. Japón es también uno de los países más interdependientes y preocupados por la seguridad de Taiwán. Esto contribuirá a envalentonar las voces más asertivas de Japón sobre Taiwán”, afirma Sung. “Mientras tanto, Australia acaba de elegir un nuevo gobierno laborista, cuya política hacia China está por ver. Una “metedura de pata” de Biden en este momento, si se lee como un ‘lapsus freudiano’ que revela el pensamiento de EE.UU., podría ayudar a empujar al nuevo Gobierno australiano a mantener el mismo rumbo en las relaciones a en el Estrecho de Taiwán y en los asuntos de Asia Oriental”, sentencia.
Tradicionalmente, los gobiernos laboristas australianos han estrechado lazos con China siempre teniendo en la balanza a EE.UU. como su mayor aliado.