2020 y la Europa ave fénix

  • Brexit, vacunas, fondos de recuperación… Bruselas cierra la boca a los agoreros

2020 pudo haber sido un año fatídico para la Unión Europea. El estallido de la pandemia, con su correlato en forma de la peor crisis económica europea desde la Segunda Guerra Mundial, los últimos meses de una Administración estadounidense abiertamente rival y la negociación del Brexit se veían como obstáculos casi imposibles de sortear.

Los confinamientos provocaron recesiones de entre el 10% y casi el 20% en el segundo trimestre. Las fronteras internas de la Unión empezaron a cerrarse el 13 de marzo. Bruselas respondía a una Italia desesperada diciendo que no tenía competencias en materia sanitaria, aunque los tratados son lo suficientemente flexibles para movilizar recursos masivamente en casos de graves y urgentes crisis.

Las mascarillas chinas llegaban a Roma antes que la ayuda de los socios europeos. Cuando Italia no llamaba a Bruselas para salvar bancos, sino para salvar vidas, París y Berlín llegaron a prohibir durante días la exportación de material sanitario. El bloque se partía en pedazos. Von der Leyen parecía paralizada.

Bruselas reaccionó tarde

Algunos comisarios empezaron a hacer lo que estaba entre sus competencias. Los de la rama económica, Gentiloni y Dombrovskis, suspendieron la aplicación del Pacto de Estabilidad y Crecimiento, permitiendo a los gobiernos que gastaran todo lo necesario para sostener la actividad económica. La de Competencia, Vestager, flexibilizó las ayudas de Estado. El mensaje de las instituciones europeas pasó del “no se puede gastar lo que no se tiene” de hace una década al “gasten, malditos, gasten”.

Desde Frankfurt, después de un error de comunicación al decir que su labor no era reducir las primas de riesgo, la presidenta del Banco Central Europeo puso en marcha la maquinaria. Llovieron decenas de miles de millones al mes para permitir que las emisiones de deuda se hicieran sin problemas.

Un fondo post-pandemia histórico

Cuando los cenizos que llevan más de una década advirtiendo de la desunión, del egoísmo o de las divisiones lanzaron de nuevo sus análisis, prácticamente copiados de otras crisis, ya gritaban que no habría ningún fondo post-pandemia, hubo fondo.

Cuando dijeron que conllevaría recortes como a principios de la pasada década, no hubo recortes. Cuando, incansables al desaliento prometieron que sólo habría préstamos, hubo transferencias. Al horno le costó calentar, pero cuando lo hizo, en una cumbre de cuatro días y cuatro noches que en Bruselas se vivió, entre diplomáticos y periodistas, casi sin dormir, parió una tarta bien suculenta que incluía la primera emisión masiva y conjunta de deuda.

Los cenizos siguieron, en parte porque el pesimismo y los presagios llenos de nubarrones tienen un prestigio exagerado. En parte, como dice el refrán, porque cuando sólo tienes un martillo todo son clavos. Con sus últimas fuerzas imaginaron que todo estaría condicionado a “reformas” impopulares, a ajustes fiscales.

Transición ecológica y digital

La respuesta europea fue obligar a que casi el 60% de los nuevos fondos se gasten en transición ecológica y digital y aprobar un reglamento que permite bloquear fondos por el equivalente al 0,25% al país que no cumpla las recomendaciones de la Comisión Europea. Mientras, este 2021 mantendrá suspendidas las normas fiscales y ya advierte que toca un debate sobre la reforma de esas normas, cuya tendencia procíclica las hace contraproducentes en tiempos de crisis.

2020 fue un año lleno de obstáculos, pero se saltaron. Bruselas y los gobiernos de los 27 cerraron bocas ideando un mecanismo que hace que los fondos no salgan de los gobiernos nacionales (como sucede en los presupuestos comunitarios), sino de una masiva emisión de deuda común a nombre de la Unión Europea.

Eurobonos

Los eurobonos que nunca iban a llegar, decían durante años los agoreros, llegaron. Y no de forma simbólica. Llegaron e irán llegando en 2021 para financiar los 100.000 millones del SURE (el fondo para los ERTEs) y, sobre todo, para alimentar con 750.000 millones de euros el nuevo fondo post-pandemia. Pero serán para una sola vez, alegan ahora. Veremos, porque el Banco Central Europeo ya pide que ese fondo se convierta en permanente.

No se llaman eurobonos para no herir a los más susceptibles, pero el mercado sabe que son precisamente eso como demostró con ofertas de compra que multiplicaban por 23 veces la primera emisión. Una tasa de cobertura que nunca se había dado en ninguna emisión de deuda de ningún Tesoro europeo.

Acuerdo con el Reino Unido

2020 pudo ser también el año en que los europeos rompieran su unidad frente a Londres. Desde 2016, año del referéndum del Brexit, se acumulaban los “análisis” que decían que llegados a este punto cada Gobierno europeo buscaría directamente con Londres preservar sus intereses. Que Alemania se olvidaría de los demás para mantener el acceso de su industria al mercado británico.

Los 27 mantuvieron la unidad hasta el punto de que en las primeras semanas de diciembre la alemana Angela Merkel y el francés Emmanuel Macron se negaron a responder al teléfono al británico Boris Johnson e informaron al Ejecutivo británico que debía dirigirse a la Comisión Europea y a Michel Barnier.

Estado de Derecho, cambio climático y vacunas

Ya puestos, los 27 hasta encontraron tiempo para aprobar un mecanismo que permite bloquear fondos europeos si un Estado miembro, con Polonia y Hungría en el punto de mira, viola las normas básicas del Estado de derecho. Y para aprobar el objetivo europeo de reducción de emisiones contaminantes: un 55% menos de emisiones en 2030 en comparación con 1990, otro logro que a principios de año parecía imposible.

Para cerrar el año Bruselas consiguió incluso que los 27 aceptaran que la vacunación empezara el mismo día para todos y que todos tengan un número de dosis equivalente en función de su población.

Las vacunas llegaron 10 meses después del virus gracias a las mentes privilegiadas de los científicos, pero también gracias a que la Comisión Europea, ahora sí olvidando que supuestamente no tiene poderes en materia sanitaria, puso sobre la mesa por anticipado cientos de millones de euros, asegurando además casi 2.000 millones de dosis para 447 millones de ciudadanos de la Unión.