La emotiva sorpresa en Caldelas de Tui a una vecina que llegó caminando desde Suiza: “Es un sueño que tenía”

  • Rosa Mari Pérez hizo el viaje para celebrar los 40 años desde que emigró a Zúrich

  • Recorrió a pie más de 2.600 kilómetros que separan Zúrich de Caldelas de Tui

  • La mujer ha dedicado su hazaña a recaudar fondos para una casa de acogida

Hacía ya mucho tiempo que a Rosa Mari Pérez, una vecina de Caldelas de Tui (Pontevedra), le rondaba en la cabeza recorrer a pie los más de 2.600 kilómetros que separan su parroquia natal de la ciudad suiza de Zúrich, a la que emigró cuando tenía tan sólo 18 años.

“Era un sueño que tenía”, explica esta aventurera, “desandar el camino emprendido hace ahora 40 años”, una hazaña para la que se preparó a conciencia tanto física como mentalmente y que concluyó el pasado sábado con su llegada a Caldelas, tras cuatro meses de travesía a pie.

Había preparado a conciencia cada etapa del camino excepto la última, la de la meta, que es precisamente la que aún está tratando de asimilar: “Estoy en una nube por el recibimiento que tuve”, nos cuenta.

Recibida con honores en su pueblo natal

Y es que a Rosa Mari no sólo la estaba esperando su familia, sino todo el pueblo; decenas de vecinos y amigos que incluso habían contratado una orquesta y montado mesas con picoteo para recibir a su vecina más aventurera.

La más aventurera y también la más solidaria porque Rosa Mari ha empleado su hazaña para recaudar fondos, a través de una plataforma de crowdfunding, para una casa de mujeres maltratadas y niños sin hogar que hay en Zúrich, para la que consiguió reunir “cerca de 2.000 euros”, asegura orgullosa.

Esta peculiar peregrina, que compartió su experiencia por redes sociales, asegura que no sintió miedo en ningún momento, pese a que viajó sola prácticamente hasta llegar al Camino Francés, donde ya había otros peregrinos que se dirigían a Santiago de Compostela. “Mi madre siempre me inculcó que hay que afrontar la vida sin miedo”, explica Rosa, y así fue: con determinación, con su objetivo en mente y con calzado dos tallas más grandes por si se hinchaban los pies, esta madre y abuela emprendió el viaje de su vida.

“Los sueños se cumplen”

Con tiempo para meditar, con determinación y con una energía envidiable, llegó Rosa a su destino final, dejando tras de sí montones de personas sorprendidas por su hazaña y contagiadas de la vitalidad que transmite.

De esta experiencia Rosa asegura haber afianzado dos creencias de las que tenía cierta sospecha: “Los sueños se cumplen” y “la vida es sencilla, quienes la complicamos somos nosotros”, explica.

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