No había ido muy lejos. La boa constrictor que se buscaba desde hace ocho días en un barrio de Ferrol (A Coruña) ha aparecido sana y salva. La han localizado dentro del piso de su propietario.
La serpiente, que había abandonado el terrario en el que vivía, fue encontrada por su dueño este jueves, a última hora de la tarde, en un cuarto de la vivienda. Estaba dentro una caja de cartón que contenía CD's.
"Es un alivio muy grande para todos", afirma Lolo Rico, el herpetólogo que ha estado estos días participando en las tareas de búsqueda del animal.
El dueño de la boa había denunciado su desaparición el miércoles 10 de mayo en medio de un proceso de mudanza. Sin embargo, tras poner en alerta a las autoridades, se había marchado de viaje a Cádiz por un motivo grave de salud de un familiar.
La situación había generado una enorme angustia entre los vecinos del inmueble, situado en la calle Galiano. Se temía que el ofidio pudiese haberse colado por un desagüe y aparecer en otro piso.
Agentes de la Policía Local de Ferrol, acompañados por este herpetólogo, habían inspeccionado el edificio. Todas las viviendas, salvo la del propietario de la serpiente. Al estar fuera de la ciudad, no habían podido acceder a él.
La principal hipótesis que barajaba la Unidad de Medio Ambiente de la Policía Local de Ferrol y el experto herpetólogo era que la boa siguiera dentro del piso. Lo dijeron desde un primer momento y tenían razón. No se había movido de allí.
El dueño y su familia habían regresado del viaje el miércoles. Este jueves, desde por la mañana, seis personas, entre ellos el herpetólogo, estuvieron rastreando el piso. Sin embargo, la serpiente no fue encontrada hasta última hora de la tarde.
"Se había estado desplazando por la vivienda y, de hecho, fue encontrada en una caja que ya se había mirado antes", cuenta a NIUS el herpetólogo Lolo Rico.
La serpiente tenía una temperatura corporal muy baja al no estar dentro de su ambiente ideal, que debe ser cercano a los 30 grados. "Estaba muy fría, casi en estado de letargo", afirma Lolo. "Tuve que ir calentándola con agua tibia y ponerle una inyección", añade.
Este herpetólogo ha podido comprobar que las proporciones de la boa están muy alejadas de lo que se había trasladado inicialmente. La serpiente mide 1,48 metros y pesa 3,4 kilos.
"Puede parecer algo fácil de encontrar, pero no lo es", afirma, al tiempo que explica que estos animales pueden esconderse en sitios inimaginables, como detrás de los armarios de una cocina.
Finaliza de esta manera una historia que había sembrado el pánico entre los vecinos del barrio y que, según asegura el herpetólogo, también tenía angustiados al dueño y a su familia. "Ellos lo han pasado también muy mal", afirma.
Los vecinos ya podrán, por fin, quitar los pesos que habían colocado sobre las tapas de sus indoros.