Un año después de la tragedia, María José revive cada minuto de lo ocurrido aquel fatídico 15 de febrero de 2022. Lo hace con tristeza, pero también con rabia. “Piensas en la última vez que hablaste con él, en esa despedida, pero también en la manera tan cruel en la que te enteraste de la noticia”, cuenta a NIUS.
En su caso, fue su hermana quien la llamó aquel día, a mediodía, para decirle que el barco en el que trabajaba su padre, el ‘Villa de Pitanxo’, se había hundido en aguas de Terranova (Canadá). Un amigo se lo había contado tras enterarse a través de los medios de comunicación. “El hundimiento fue de madrugada pero la empresa armadora no avisó a nadie”, recuerda con indignación.
María José no supo hasta días después que su padre, de 69 años y jefe de máquinas del buque, estaba en la lista de desaparecidos. “No hubo más que falta de información y mentiras por parte de la armadora”, sostiene. De los 24 marineros que iban a bordo solo tres sobrevivieron. Únicamente nueve cadáveres fueron recuperados del agua.
Sin tiempo para digerir la noticia, María José se colocó al frente de las reivindicaciones de las familias, siendo la portavoz ante los medios de comunicación. Al dolor de ni siquiera poder enterrar a su padre se unió una carrera de obstáculos, que todavía continúa, para conocer las causas del naufragio. “Ni los 21 muertos ni nosotros descansaremos hasta conocer toda la verdad”, asegura.
Doce meses después de la catástrofe, las investigaciones para saber por qué el barco se fue a pique continúan. La armadora, Pesquerías Nores, está siendo investigada junto al patrón del barco, José Enrique Padín, en un procedimiento instruido en el Juzgado Central 2 de la Audiencia Nacional y que podría implicar una condena por 21 homicidios por imprudencia.
Un año después, hay dos versiones contrapuestas de lo que ocurrió aquella madrugada. Dos de los supervivientes, el patrón del buque (Juan Enrique Padín) y su sobrino (Enrique Rial), sostienen que el motor se paró repentinamente, lo que propició la entrada de agua y el hundimiento del barco. Mientras, el tercero, Samuel Kwesi, asegura que la red se enganchó en el fondo y que, al negarse el capitán a cortar los cables, el barco se escoró y acabó yéndose al fondo.
Tras escuchar a los supervivientes, planea la sospecha (y así lo consideró el juez) de que podría haber existido una actuación negligente por parte del capitán del barco, quien, supuestamente, no habría soltado la red a pesar de que compañeros le habrían pedido a gritos que soltara el aparejo. También presuntas irregularidades por parte de la armadora. Se investiga si había trajes de supervivencia para todos o si se habían hecho simulacros.
“Lo que ha quedado claro es que la hipótesis más certera, porque así la defienden los especialistas ajenos a la causa, podría ser la de Samuel”, explica María José.
Los tripulantes del buque Menduíña 2, el barco que rescató a los tres supervivientes y a varios de los cadáveres, también señalan al capitán del barco. Estos aseguraron en su declaración ante el juez que el patrón había cambiado su versión inicial sobre el accidente y, también, que había amenazado a Kwesi, advirtiéndole que tuviese cuidado con lo que contaba.
“Del patrón y de su sobrino no hemos sabido nada a lo largo de este año. No compartieron ni respetaron nuestro dolor y tampoco nos han apoyado en nada”, afirma María José. Todo lo contrario que Kwesi, quien ha estado siempre al lado de las familias de las víctimas. “Quien no tiene miedo, nos apoya”, sostiene.
A lo largo de estos doce meses, los familiares de las víctimas no han parado de pedir justicia para sus muertos. Se han reunido con el presidente del Gobierno, con miembros de la Comisión Europea y hasta con el Papa. La reivindicación, ante todos, la misma: que se analizase el pecio del barco para obtener respuestas de lo ocurrido.
A principios de este mes, el Gobierno inició la licitación para acometer esta operación. Una noticia que los familiares han aplaudido, aunque consideran que llega tarde. Se prevé que la inspección se lleve a cabo a lo largo del próximo verano, aprovechando las condiciones meteorológicas más favorables.
“De que se recuperen cuerpos no tenemos esperanzas, pero sí creemos que es una prueba importante para saber lo que pasó”, afirma María José. En ese análisis, además de distintos aspectos del buque, se analizarán sus artes de pesca.
Por otra parte, las familias están pendientes de que la Ciaim (Comisión Permanente de Investigación de Accidentes e Incidentes Marítimos) presente su informe, algo que ocurrirá en los próximos días, según les han anunciado. Esta comisión ya ha concluido los primeros ensayos simulando, con un modelo del buque, cómo se comportaría con distintas condiciones de carga y el arrastre del arte de pesca.
Las familias de los marineros del Villa de Pitanxo pasarán este 15 de febrero en casa, con sus familias. No han convocado ningún acto público de recuerdo porque este día, aseguran, el dolor aumenta.
El viernes 17 sí asistirán a un acto de homenaje que tendrá lugar en Marín (Pontevedra), donde tenía su base el barco. Allí colocarán una placa para recordar a las víctimas. También, ese día, celebrarán un funeral en la Iglesia de Santa María del Puerto de Marín (18.00 horas).
“Arrastramos un desgaste emocional y físico enorme porque no hemos tenido ni un día de descanso. Ha sido una carrera contrarreloj para buscar justicia y no hemos tenido tiempo para asimilar esto”, concluye María José. Ella pasará el día con su madre.