Una medalla para Oli por su entrega como voluntaria de Protección Civil: "Angrois no se me va a olvidar en la vida"
Eli es, desde hace 23 años, voluntaria en la Agrupación de Protección Civil de Bergondo (A Coruña)
Dedica su vida, a tiempo completo, a ayudar a los demás sin recibir ningún tipo de remuneración a cambio
Este 10 de febrero será condecorada con la Medalla al Mérito de Protección Civil del Ministerio del Interior
Si algo pasa en Bergondo (A Coruña), allí está ella. En una cabalgata de Reyes o en un evento deportivo. En un accidente de tráfico o en un incendio. Oliva García Trasancos (Ribadeo, 1971), más conocida como Oli, siempre está disponible para ayudar a los demás.
Lleva 23 años siendo voluntaria en la Agrupación de Protección Civil de este municipio coruñés. Un trabajo que realiza a tiempo completo y sin recibir ningún tipo de remuneración a cambio. “Para mí es mi forma de vida”, explica.
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Casada y con un hijo ya mayor de edad, esta entrega desinteresada le ha obligado a cancelar viajes e, incluso, a tener que marcharse de algún evento de forma apresurada por alguna emergencia. Porque su teléfono siempre está activo. Las 24 horas. Los 365 días del año.
Ahora esa dedicación desinteresada va a ser reconocida. Este 10 de febrero, Oli será condecorada con la Medalla al Mérito de Protección Civil, un distintivo que el Ministerio del Interior concede a personas y organizaciones que han destacado por sus actuaciones excepcionales en la protección de personas en situaciones de emergencia.
Desde entonces, esta voluntaria, muy querida por sus vecinos, no ha parado de recibir felicitaciones. “Todavía no sé quién me ha propuesto para esto”, reconoce. Pero asegura estar feliz por el reconocimiento a su labor.
La Agrupación de Protección Civil, su familia
Cuando le preguntan cuántas horas de su vida le dedica a ser voluntaria, Oli se ríe. “Muchas, muchas. Mi vida está dedicada a Protección Civil y a mi familia. Pero mi familia también está en Protección Civil, así que imagínate”, cuenta. Lo dice porque su hijo y su marido también forman parte de la agrupación.
Oli empezó como voluntaria en la Agrupación de Protección Civil de Bergondo en 1999. Entonces aún trabajaba y acababa de ser madre. Su hijo tenía solo tres meses. “Empecé por casualidad. Se necesitaban voluntarios para un evento deportivo y me apunté”, cuenta.
Hoy es ella quien está al frente de la Agrupación, que cuenta con 32 voluntarios. Normalmente, pasa todas las mañanas en la base, pendiente de si surge algún problema, y el resto del día está “localizada”.
Su día a día se basa en resolver problemas que surgen a los vecinos. Incendios, accidentes de tráfico, búsquedas de personas desaparecidas… Figuran en su libreta de intervenciones más comunes.
Voluntaria en Angrois, el Prestige o en La Palma
Pero Oli ha estado también como voluntaria en los acontecimientos más destacados que se han producido en Galicia en las dos últimas décadas. En los incendios del 2006, en el Prestige, en el Mar Egeo o en el accidente del tren de Angrois. También ha viajado a la Palma para ayudar a los afectados durante la erupción del volcán.
“Angrois es la intervención que más me ha marcado. Lo que vi allí, a pie de vía, no se me va a olvidar en la vida”, explica. Ese día estaba preparada para participar en el dispositivo de los fuegos del Apóstol, pero acabó interviniendo en el accidente ferroviario más grave de la historia reciente.
Pero en su memoria hay muchas anécdotas graciosas. Como una Nochebuena en la que tuvieron que dejarlo todo para intervenir por un burro que había aparecido perdido. "Ante la imposibilidad de localizar a su dueño, nos lo llevamos a la base cantando el 'Hacia Belén va una burra'", rememora Oli entre risas. También muchos finales felices. "Como cuando hemos encontrado a personas desaparecidas vivas", explica.
Ella sabe mejor que nadie que las emergencias surgen en el momento más inesperado. “Una vez, hace muchos años ya, me marché de una boda en tacones y vestido a un accidente. Antiguamente, en muchos ayuntamientos, no había ni bomberos ni policías municipales y teníamos que ir nosotros a ayudar”, recuerda.
“Al final adaptas tu vida a esto. Tú eres el que decides estar aquí, nadie te obliga”, explica. “La gente que no está dentro del colectivo lo ve como algo surrealista, piensa que estamos ‘jamados’, pero emocionalmente esto compensa”, concluye.