Fran, el carpintero gallego que recicla bateas de mejillón para hacer muebles

  • Este artesano de Ribeira (A Coruña) da una segunda vida a las estructuras que criaron mejillón

  • Emplea la madera de bateas que han estado durante años en el mar para hacer todo tipo de mobiliario

  • NIUS habla con él para saber cómo se trata esta madera y por qué ahora se valora tanto

La madera que hay en su carpintería procede de A Pobra do Caramiñal y Boiro (A Coruña). Pero no ha tenido que talar ningún árbol para conseguirla. Porque la materia prima con la que trabaja no viene de la tierra, sino del mar.

Fran Millán (Ribeira, 1981) elabora todo tipo de mobiliario con madera que recicla de las rías gallegas. “Recupero bateas que tienen, de media, unos 25 años y les doy una segunda oportunidad”, cuenta a NIUS. Convierte esas grandes estructuras que llevaban más de dos décadas criando mejillón en mesas de comedor o en cabeceros de cama de diseño.

La vida de este artesano de 41 años ha estado siempre vinculada a la madera. Creció entre serrín y virutas en el taller de carpintería que su padre tenía en Ribeira (A Coruña). Aquello que vio de niño, lejos de aburrirle, despertó su curiosidad y, ya de adulto, decidió dedicarse a labrar la madera.

Después de reabrir la carpintería familiar en el año 2008, Fran dejó su tierra en el 2015 para trabajar en empresas de otros países. “Eso me sirvió para aprender distintas técnicas de ebanistería”, explica. Fue en el ‘exilio’ cuando Frouma, el negocio que dirige desde principios de este 2022, empezó a tomar forma en su cabeza. “Quería volver a Galicia y quería que Galicia fuera el eje central del proyecto”, recalca.

Quizá, por eso, decidió utilizar madera que procede del océano Atlántico en su nueva carpintería. Pocas cosas hay más características de Galicia que el mar.

Una madera de eucalipto que se transforma

Fran cuenta que sabía que la madera de las bateas se aprovechaba tradicionalmente para hacer porches en casas o elementos para el jardín. Porque no toda la estructura de la batea se pudre por el efecto del mar. Solo lo hace una parte.

“La madera que está en continuo contacto con el mar y a la que nunca le ha dado la luz del sol, esa sí se desecha porque se acaba pudriendo. Pero aquella que se moja cuando hay oleaje y luego se seca, esa es espectacular”, asegura.

Lo dice porque, aunque la madera de batea es de eucalipto, el efecto del agua salada hace que se transforme por completo. “Tú la ves y no tiene nada que ver con un eucalipto. El acabado, la textura y la esencia de esa madera cambia totalmente”, cuenta.

Además de convertirla en una madera muy característica, el mar le confiere una resistencia especial. “La protege respecto a agentes patógenos”, sostiene este carpintero.

Su singularidad hace que esta madera bañada en salitre sea cada vez más valorada.

¿Cómo es el proceso de tratamiento?

El proceso de elaboración de cada pieza comienza con la selección de la madera. Fran analiza aquellas bateas que son renovadas parcialmente o retiradas en su totalidad del mar. Lo hace una vez que son transportadas a tierra.

Compra aquellas estructuras que ve más aprovechables y luego, en la carpintería, inicia un proceso de limpieza. Les quita los clavos y los herrajes, descarta aquellas partes que están podridas y etiqueta todas aquellas que sirven, indicando el lugar de procedencia de la batea, el tiempo que estuvo en el mar y cuándo llegó a tierra.

Esa madera se almacena entre cuatro y seis meses, dependiendo de la humedad que tenga. Una vez pasada esa fase de secado, ya se puede empezar a hacer muebles con ella.

El carpintero que no tala árboles y que promete plantarlos

Este carpintero de Ribeira trabaja codo con codo con estudios de arquitectura e interiorismo. Elabora piezas únicas a medida, combinando técnicas tradicionales y de vanguardia. Mesas auxiliares y de comedor, muebles para la televisión, lámparas… Al mismo tiempo avanza en una colección de mobiliario que, en unas semanas, pondrá a la venta en una tienda online. 

Tradición, artesanía, diseño y sostenibilidad. Esos son los ejes de un negocio que, además, pretende generar un impacto positivo sobre el planeta. "Plantaré un árbol autóctono por cada venta que haga", promete. Por cada cabecero o cada mesa que venda, su intención es plantar un carballo o un castaño. Ya ha iniciado conversaciones con varias comunidades de montes para que lo que por ahora es una idea se convierta en una realidad.

Fran no solo es el carpintero que no necesita talar árboles para hacer sus muebles. También será el que los planta.