Las dos turistas vascas que han fallecido en Tanzania, –madre e hija–, sufrieron un fatal accidente de tráfico cuando circulaban en las inmediaciones del cráter de Ngorongoro, parque natural ubicado al norte del país.
Según ha explicado un guía turístico que fue testigo del siniestro en declaraciones a Radio Euskadi, todo sucedió el domingo cuando el vehículo en el que circulaban “volcó y cayó desde 600 metros de altura".
Los hechos se produjeron, concretamente, en una zona de difícil acceso y en la que "se necesita mucha experiencia para conducir".
En ese terreno de orografía compleja, en el que se hace necesaria la pericia del conductor, se produjo la tragedia: "Saliendo del cráter hay una curva muy cerrada y una gran pendiente. Creo que el chófer no pudo cambiar las marchas del coche rápidamente; volvió hacia atrás, volcó y cayó hacia el cráter", ha relatado, indicando que el vehículo se despeñó desde lo alto, provocando la muerte de madre e hija, mientras otros familiares que viajaban con ellas resultaron heridos.
Inmediatamente, tras lo ocurrido, los guías y testigos del fatal suceso se apresuraron a auxiliarlos: “Trasladamos a hombros a los heridos hasta arriba, a donde llegó la ambulancia del Gobierno para llevarlos al hospital”, ha contado el testigo de los hechos.
Pese a ello, las dos turistas vascas, madre e hija, murieron por la gravedad del siniestro, que como insiste en recalcar el testigo, tuvo lugar en una zona montañosa muy complicada.
Por su parte, el Ministerio de Asuntos Exteriores de España solo ha confirmado que ha tenido conocimiento del accidente en Tanzania y que la embajada en el país africano "está haciendo todas las gestiones necesarias para asistir a los afectados". "Se ha informado a las familias desde que se tuvo conocimiento y se viene dando acompañamiento a las mismas desde entonces", ha dicho un portavoz a EFE, indicando que el accidente trascendió este lunes.
En el vehículo accidentado también se encontraban el padre y un hijo adolescente. Ambos han sobrevivido a la tragedia, con el primero sufriendo heridas graves en las piernas y el segundo en las costillas, más leves.
Concretamente, el padre, médico en Bilbao, tiene fracturas de huesos en las piernas y en un brazo, de pronóstico grave. El hijo, de solo 15 años, tiene lesiones en el pecho con rotura de costillas y posible perforación de pulmón, de pronóstico reservado.
La hija fallecida tenía 17 años, había terminado este curso en el colegio e iba a ir a la universidad.
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