El infierno de una mujer secuestrada por su expareja: sin comida y violada hasta siete veces al día

  • La encerró bajo llave durante seis días, sin comida y obligándola a beber grandes cantidades de alcohol

  • El acusado, en prisión preventiva desde 2022, se enfrenta a 26 años de cárcel

  • La víctima no ha podido acudir al juicio por su mal estado de salud

En el banquillo de los acusados de la Audiencia Provincial de Álava se sienta el hombre acusado de secuestrar y violar repetidamente durante una semana a su expareja encerrada en una lonja de la capital alavesa. Se enfrenta a 26 años de cárcel. Los hechos que se juzgan ahora ocurrieron en 2022, dos años más tarde otra mujer logró escapar de su expareja que la tenía secuestrada en un piso en Vitoria.

El acusado de secuestrar y violar a su expareja en 2022, se enfrenta a los delitos de detención ilegal, delito continuado de agresión sexual, lesiones, coacciones, vejaciones, amenazas y quebrantamiento de condena.

El procesado, que lleva dos años en prisión preventiva en el centro penitenciario de Zaballa, ha negado las acusaciones y durante la primera sesión del juicio, afirmó "no tener explicación" para los restos de semen suyo que los forenses encontraron, "tanto en la ropa interior como en la vulva" de la víctima.

Sin comer y obligada a beber alcohol

Mientras que la denunciante, que padece trastornos mentales, no ha podido acudir al juicio al encontrarse ingresada en un centro psiquiátrico. Sin embargo, en la declaración que hizo en el Juzgado de Violencia sobre la Mujer relató, taly como publica Onda Vasca, el infierno que vivió durante los días de cautiverio, en los que el acusado llegó a violarla, según ella misma dijo, hasta siete veces cada día.

El secuestro duró del 25 al 31 de mayo de 2022 y el desencadenante de los hechos fue la orden de alejamiento que recibió el acusado sobre su expareja por "agresión" un día antes. Durante esa semana, este hombre de 45 años retuvo a la víctima en una lonja bajo llave, no le dio de comer y la obligó a beber grandes cantidades de alcohol. Las amenazas y agresiones sexuales fueron continuas, tal y como denunció la mujer.

Sin posibilidad de salir por su propio pie ni de avisar a nadie, ya que le quitó el teléfono móvil, solo pudo escapar de ese infierno porque su agresor la acompañó a una consulta médica, sabía que de no hacerlo saltarían las alarmas, ya que ella figuraba como víctima de violencia de género y él tenía una orden de alejamiento. Una vez en la calle discutieron, el acusado le dio una bofetada y un agente de la Policía Local lo vio y le detuvo. 

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