Miguel Ángel Castilla Romero mira sonriente a la cámara vestido con una camisa blanca y una corbata encarnada. Es la fotografía que ilustra el cartel de SOS Desaparecidos para buscar a este vizcaíno al que se le perdió la pista hace un año y medio, en Amorebieta (Bizkaia). Desde el 1 de septiembre de 2022 nadie ha vuelto a ver a este hombre de 51 años (este año cumpliría 53), 1,60 metros de altura y 60 kilos de peso.
Las circunstancias de su desaparición y la ausencia de movimientos en sus cuentas bancarias llevan a pensar a quienes llevan la investigación a que tras este caso puede haber un crimen. También lo piensan los hermanos del desaparecido. Una teoría que adquirió más peso el pasado septiembre, cuando se arrestó a una persona, con relación a este caso, que poco después quedó en libertad.
A pesar de la falta de restos biológicos, la investigación policial apunta a un homicidio. Su propia familia teme que Miguel Ángel ya no está vivo. El contexto en el que se produjo la desaparición y los movimientos posteriores del compañero de piso del desaparecido, llevaron a la Ertzaintza a arrestarle el pasado mes de septiembre.
El sospechoso, que tras registrar su vivienda quedó en libertad, había alquilado un año antes (septiembre de 2022) una habitación a Miguel Ángel por 200 euros. La familia asegura que solo estuvo allí un día porque la vivienda no reunía las condiciones necesarias para vivir, sin luz ni agua. Según ha podido saber El Correo, algunos testigos declararon que Miguel Ángel reclamó a su compañero de piso el dinero que le había pagado, en un bar. Nunca más se supo de él.
Sin embargo, días después de la desaparición de Miguel Ángel, el único detenido, hasta el momento, trató de utilizar, sin éxito, la cartilla del desaparecido en una sucursal bancaria y se le vio por la calle con una chamarra que Miguel Ángel se había comprado.
Él niega estar relacionado con la desaparición de Miguel Ángel, que estaba separado, era padre de un hijo y que había sido recientemente abuelo, por primera vez. Su vida no fue fácil como consecuencia de su adicción a las drogas, pero su familia insiste en recordar que era un buen hombre.
Las batidas de búsqueda por el monte próximo a la casa en la que Miguel Ángel había alquilado una habitación, las labores de rastreo del río, incluso el registro de la casa, no han dado resultados concluyentes para saber qué le pasó. Este vizcaíno literalmente se esfumó. Su familia no pierde la esperanza de saber qué le ocurrió, aunque temen que el caso de su hermano se cierre sin llegar a ser resuelto.
Suscríbete a las newsletters de Informativos Telecinco y te contamos las noticias en tu mail.
Síguenos en nuestro canal de WhatsApp y conoce toda la actualidad al momento.