Vascos y navarros cuentan las horas para la llegada de uno de los personajes más queridos por estas tierras, Olentzero. El simpático carbonero bonachón es el encargado de cumplir los deseos que grandes y pequeños han pedido por carta para Navidad. Este Papá Noel vasco baja del monte donde vive todo año y es recibido con todos los honores en los pueblos y ciudades por donde pasa.
Para que nadie se quede sin verlo, desfila con todo su séquito repartiendo caramelos y recogiendo las cartas de los más rezagados la tarde de Nochebuena.
Le acompañan su inseparable compañera Mari Domingi. También, los galtzagorri, unos traviesos duendecillos que le ayudan en el reparto. Es una noche de mucho trabajo y nadie debe quedarse sin su regalo.
Ese día, además, es costumbre que los vecinos salgan a cantar en coro la canción que cuenta su historia en muchas localidades vascas y navarras al atardecer.
Van acompañados por un muñeco que lo representa, que es quemado cuando llega la noche
El origen de este personaje vasco se remonta a la época precristiana o pagana. Su nombre significa “tronco con el que se alimenta el fuego”. Coincidiendo con el solsticio de invierno, las cenizas que quedaban en la chimenea se esparcían ante la puerta principal de la casa.
Así, creían que el hogar y su habitantes estaban protegidos durante el año que entraba. Con el cristianismo, la figura se personifica con este carbonero que trabajando en el monte tiene la noticia del nacimiento de Cristo y baja al pueblo a contarlo.
Ya en el siglo XX, Olentzero comenzó a traer los regalos y comparte este trabajo con los Reyes Magos y Papá Noel por estas tierras.
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