Las 10 normas más importantes para hijos adultos que viven en casa
Los hijos adultos que todavía viven en casa tienden a pensar que están en un hotel con pensión completa y lavandería incluidas.
Los padres deben plantarse; corren el riesgo de convertirse en sus criados y ser arrinconados en su propia casa
Madres hartas de convivir con hijos de más de 30 años: "La carga de trabajo sigue siendo mayor que la de los padres"
Si comparamos las familias de antes con las de ahora, nada tienen que ver. Incluso se da la circunstancia de que los hijos, ya con la treintena, no han abandonado el nido o han vuelto por motivos económicos, principalmente. Los padres, sin ser muy conscientes, siguen consintiéndoles y tratándoles como si siguieran siendo unos niños. En Uppers estamos comprobando cómo ellos “se aprovechan, claro está”, de modo que es el momento de establecer normas importantes para hijos adultos que viven en casa todavía.
A lo largo de la infancia y la adolescencia de los hijos, sus padres se esfuerzan por proporcionarles estabilidad y herramientas, para que el día de mañana se conviertan en adultos independientes y responsables, además de quererlos incondicionalmente. Sin embargo, por un motivo u otro, esos padres se encuentran con que su pequeño adorable ha sobrepasado los veintitantos años, o los treinta, sigue viviendo en casa, pasa demasiadas horas tirado en el sofá o se cree que vive en una pensión.
MÁS
¿Eres un padre o madre 'quitanieves'? Los riesgos de evitar las dificultades a los hijos
Cuando un hijo cumple los 18: "No hay barra libre de libertad, sino mucha negociación y adaptación mutua"
Entre desaparecer y entrometerse: cómo asimilar que tu lugar como padre es otro cuando tu hijo se hace mayor
Tiene su trabajo y gana su dinero, pero se comporta como si estuviera en un hotel con sus tres comidas riquísimas diarias y servicio de lavandería. Sin embargo, el salario no le alcanza para vivir solo. Se dan situaciones más delicadas, pero otras son “sangrantes”, como cuando ha empezado varías vías de formación pero ninguna ni le agrada ni le llena o ha probado a trabajar en diversos sitios, cree que le pagan poco para lo que cree que se merece y abandona.
Así, siempre hay dos caras en una misma moneda. Lo explica el psicólogo clínico Mark McConville en su libro Fracaso al despegar: por qué su veinteañero no ha crecido... y qué hacer al respecto. Aconseja que: “Si tu hijo que vive contigo, está motivado, buscando empleo, lleno de energía activa, simplemente apóyalo”. Sin embargo, añade McConville, “aquel que ha sufrido reveses y se aprovecha de la apatía es el que hace que sus padres se sientan frustrados e indefensos”.
Puede que haya llegado el momento de plantarse como padres. Ya no convive una familia formada por los progenitores e hijos adolescentes, la realidad es que ahora comparten vivienda varios adultos que constituyen parte de una misma familia, lo que se diferencia bastante del primer escenario.
En agosto de 2023, el Observatorio de Emancipación del Consejo de la Juventud de España (CJE) publicó cifras alarmantes. Tal como informó en nuestro país, los jóvenes se emancipan a los 30,3 años de media, una cifra que supera a las recogidas durante los últimos veinte años. Así, la tasa de emancipación juvenil se ha estancado en el 15,9%, mientras que en Europa la tasa media es del 319 %.
Probablemente, la causa esté en el precio de las viviendas de venta y en el de los alquileres. El CJE explicó que si un joven desea alquilar una casa tiene que destinar el 83,7 % de su salario neto anual, un porcentaje tan elevado que convierte en inviable abandonar la casa de los padres o empezar a vivir solo.
Teniendo presente que puede que por falta de recursos económicos u otros impedimentos un hijo, a pesar de ser adulto, no tenga la posibilidad de abandonar el nido, es hora de establecer normas importantes y que sean respetadas para mejorar la convivencia.
El primer paso es exponerlas y para ello se puede programar una reunión formal entre padres e hijo. Como si fuera una reunión de trabajo, se trata de proponer varias fechas y horas posibles para sentarse a hablar. Dicen los psicólogos que el lugar elegido también es importante pues lejos de tratarse de una charla rutinaria hay que dotarla de formalidad, cerrar la puerta de la habitación, sentarse y hacer una serie de preguntas elegidas que son clave.
Sin rodeos, hay que explicar que para seguir viviendo bajo el mismo techo deben cambiar las cosas. En esa conversación los padres pueden preguntar por los planes de futuro de cara a su independencia. Es cierto que a un adolescente de 18 años le cuesta contestar a ese tipo de asuntos a no ser que tenga claro desde muy joven su profesión futura. En cambio, un adulto de 28 o 30 años no tiene excusa y si se ha estancado porque sus expectativas no se han cumplido debe saber reaccionar y reconsiderar otras estrategias que le faciliten ser autónomo económicamente.
A partir de aquí, estas son las normas para hijos adultos que viven en casa:
1.Redistribuir las tareas del hogar
Tal como se decía al inicio, el hogar familiar no es un hotel con comida y colada incluidas. Como adultos tienen que responsabilizarse de todas aquellas tareas que los padres consideren necesarias. Dejar su habitación perfecta al salir de casa por las mañanas, pasar el aspirador, limpiar los baños, sacar la basura, poner la lavadora, planchar, sacar al perro, llevarlo al veterinario, cambiar una bombilla… Además, la clave está en demostrarles que se confía en ellos y en su plena capacidad para cumplir con cualquiera de estas funciones perfectamente.
2.Compartir gastos
En esa reunión también hay que elaborar un calendario en el que se pongan fecha a unas contribuciones económicas fijas, empezando por una cantidad reducida para ir ampliándola en función de sus gastos reales y de sus ingresos. Con 30 años puede hacer frente a su cuota de la línea telefónica, al seguro de su vehículo y el combustible, a su ropa para después incluir otros como parte de los alimentos, los recibos del agua o la luz…
En caso de que no reaccione solo hay una solución: dejar de pagar. Si ya cobra un salario intentará eludir sus compromisos con que quiere ahorrar para la entrada de una casa, sus viajes a esquiar o sus caprichos, sin embargo, tendrá que entender que los padres no tienen la obligación de financiarle de forma permanente.
Una forma útil de empezar es programar las transferencias mensuales de la cuenta bancaria del hijo a la de los padres, lo que previene las excusas. Además, en caso de que no haga falta ese dinero es útil ahorrarlo y cuando llegue el momento de irse devolvérselo para ayudarle a pagar por ejemplo los gastos de la mudanza. Lo significativo es que su Contribución financiera le ayuda a establecer hábitos responsables y a desarrollar su autoestima.
3.Planificación de las comidas
La comida y todo lo que conlleva es un quebradero de cabeza para las familias. Los hijos adultos no suelen dejar claro cuándo van a comer en casa y después acaban desperdiciándose muchos alimentos o cocinan a deshora o no recogen lo que han manchado. En este caso sirve de ayuda elaborar un menú, planificar los ingredientes necesarios y establecer turnos de quién va a la compra o quién cocina cada día.
4.Eliminación de la sobreprotección
Ya no hay excusas. A partir de esa reunión se debe informar al hijo adulto de que ha terminado la etapa de sobreprotección. Él mismo puede solucionar sus problemas de forma responsable, buscar trabajo, preparar sus entrevistas, inscribirse en un curso o acudir a sus citas en transporte público. Los padres ayudan y aconsejan pero no resuelven sus asuntos, ni le rescatan ni le controlan. También deben insistir en que se confía en ellos y en su capacidad.
5.Limitar las visitas
Como dueños o responsables de la vivienda los padres han de plantear, decidir y limitar cuántos amigos pueden venir a casa, en qué condiciones, a qué hora, cuánto tiempo se pueden quedar, etcétera. Por mucho que un hijo tenga 30 años si a los padres les incomoda encontrarse a la novia por las mañanas o no están de acuerdo con que los amigos asalten la nevera por la noche deben comunicárselo o hasta prohibírselo.
6.Establecer horarios
Es bastante común que en una casa solo haya una sala de estar con una televisión grande lo que muchas veces es motivo de conflicto con los padres. Un ejemplo es cuando hay partido y el hijo pretende echarles del salón para sentarse a verlo con sus amigos. Por la buena convivencia en casa no queda más remedio que organizarse con tiempo para decidir quién va a usar cada espacio común, cuándo y a qué hora.
7.Ser cortes y respetar la intimidad
La cortesía evita sustos a los padres y proporciona descanso, pero también a los hijos. Es tan simple como establecer la norma de avisarse los unos a los otros de que se ha llegado a casa o de que se duerme fuera y de poner límites al ruido como la música o la tele a todo volumen continuamente. Otra necesidad es respetar la intimidad con hábitos como llamar a la puerta de la estancia y esperar a obtener permiso para entrar por parte de todos los miembros.
8.Reunión semanal
Establecer una cita a la semana para comer o cenar todos juntos ayuda a retomar la comunicación, sigue afianzando los vínculos entre padres e hijos, proporciona la oportunidad de hablar las cosas sin discutir, abre paso a la renegociación o a la reorganización de ciertas tareas, entre otras muchas ventajas.
9.Chat de grupo
Un chat exclusivo entre los miembros de la familia que comparten vivienda también es una solución perfecta para que todos estén informados de cambios, entradas y salidas, necesidades, citas médicas, viajes, etcétera.
10.Fechar la mudanza
Aunque quede un año o dos, es bueno fijar una fecha límite en la que el hijo adulto debe ser capaz de irse a vivir solo. La opción de quedarse para siempre en casa de los padres no es buena para nadie. Los expertos aseguran que “podría perder la motivación para independizarse sin una fecha de expiración clara”.