José María Jayme, explorador en busca de otros intrépidos: "La Antártida es tan fascinante como pisar Marte"

  • Este militar en situación de reserva promueve una expedición para visitar el continente más austral de la Tierra

  • Nos explica cómo se trabaja en las bases españolas y cómo han cambiado desde que él llegó por primera vez, en 1988

  • Describe la sensación de encontrarse en este lugar inhóspito y hostil como algo "indescriptible, mágico e inolvidable"

José María Jayme se encuentra estos días recorriendo las universidades y otras instituciones reclutando intrépidos como él para viajar a la Antártida. Si les ofrece el mismo argumento que a nosotros en esta entrevista, no tardará en formar esa expedición de 15 o 20 personas: "Llegar a la Antártida es tan fascinante como pisar Marte". Lejana, extraña, inhóspita… Un paraíso para los pingüinos y las focas que retozan y holgazanean sin más presencia que los témpanos de hielo. "Aunque hay bases permanentes allí, dos de ellas españolas, el viaje a la Antártida está lleno de primeras veces. Es tan amplia que una de las cosas más asombrosas es que, veas lo que veas, seguramente nunca antes ha sido visto por un ojo humano".

De dónde le viene el coraje

Antes de que nos siga embaucando con esta tierra que ocupa casi 10% de nuestro planeta, hagamos las presentaciones oportunas. Jayme, teniente coronel de Infantería en situación de reserva, es director del Polar Raid Universitario, diplomado para el mando de Unidades de Montaña y experto en logística para campañas polares. Hijo también de militar, fue su padre quien le inspiró el gusto por lo desconocido y la cultura del esfuerzo y la resistencia. Ya de pequeño le gustaba dormir en tiendas de campaña y le atraía enormemente subir montañas. 

Tuvo la suerte de tener a su alcance aquellas historias que se contaban sobre el capitán británico James Cook en el Círculo Polar Antártico y de otros exploradores británicos, norteamericanos y rusos que continuaron con sus descubrimientos. O sobre la llegada al Polo Sur, en 1911, del noruego Roald Amundsen. Pero su verdadera pasión la cultivó en la Escuela Militar de Montaña de Jaca (Huesca), primero como estudiantes y después, durante nueve años, profesor.

Su primera vez en la Antártida

En 1985 participó en la creación del Grupo Militar de Alta Montaña (GMAM) y dirigió varias expediciones a los Andes y el Himalaya. "Mi primer contacto con la Antártida llegó en 1988, participando en las primeras campañas españolas para poner en marchar las dos bases militares, Juan Carlos I y Gabriel de Castilla, con fines de investigación. Desde entonces, he intervenido en varias campañas antárticas y diversos proyectos de investigación".

Desde que zarpó la primera vez, fue con la lección del legendario explorador polar Ernest Shackleton bien aprendida: "las dificultades son, simplemente, cosas que hay que superar". Hoy, según nos dice, las condiciones han cambiado. "Tanto las bases españolas como las de otros países tienen unas calidades de habitabilidad muy altas. El medio, sin embargo, sigue siendo muy hostil, agresivo, aislado, con temperaturas extremadamente bajas y rachas de viento fortísimo que soplan en varias direcciones". Para hacernos una idea, en 2018, los satélites detectaron una temperatura récord de 98,6 grados bajo cero.

Qué hace un militar en la Antártida

El apoyo logístico y la protección de los militares, preparados para moverse en este entorno de montaña, mar y glaciares, son decisivos para que los científicos pueden desarrollar su trabajo. "España tiene actualmente dos bases antárticas que se usan para realizar numerosos estudios científicos, tanto biológicos, como geológicos o climatológicos, entre otros", explica Jayme. Uno de ellos es, por ejemplo, el comportamiento de los pingüinos antárticos en un mundo cambiante.

En el caso de la base Gabriel de Castilla, también es de uso para la investigación militar. "Estos experimentos se realizan sólo en verano, y sirven para obtener conclusiones muy valiosas. En estas bases hay especialistas en comunicaciones por satélite, mantenimiento, navegación, logística, alimentación, medio ambiente, movilidad en nieve o medicina. Esta formación diversa garantiza la seguridad de los científicos que estudian la fauna y flora de este continente helado, situado a 13.000 kilómetros de distancia de sus casas", explica Jayme.

Dice que la sensación de llegar hasta allí es mágica. "Encontrarte allí, contemplar el paisaje estático y esas impresionantes montañas congeladas es algo indescriptible". Y destaca también el factor humano. "La Antártida es un lugar inhóspito para la vida humana, el único continente sin población humana autóctona. Los primeros exploradores y todos los que fueron llegando se enfrentaron a unas circunstancias extremas. Aunque las condiciones en las que viajamos ahora ya no son las mismas, cualquier problema puede suponer un peligro. Por eso, el trabajo en equipo crea un vínculo muy estrecho. Entre todos nos ayudamos". 

Requisitos para sumarse a su expedición

En la Antártida el hombre se encuentra con el alma desnuda. Y es uno de los atractivos para esos acompañantes que se unirán a su nueva expedición Proyecto Rumbo Antártida. Aunque se está dirigiendo especialmente a universitarios con un nivel de excelencia, acoge a personas con perfiles diferentes que tengan en su naturaleza explorar o investigar y una preparación física. En su caso es muy intensa. "nos enfrentamos a fuerzas de la naturaleza muy serias y en toda su crudeza. A veces tienes que tomar decisiones cruciales. A pesar de la dureza, la superación es una filosofía de vida y nos permite crecer a nivel humano".

Ya hizo algo similar en 2007, recién jubilado de forma anticipada. Se ofreció a una asociación argentina que tenía un buque polar. "Propuse entrenar a un grupo de personas en España que quisieran colaborar en su proyecto científico. Consistía en rastrear asentamientos humanos antes del descubrimiento de la Antártida y su colonización". A través del proyecto Polar Raid, que tiene como principal objetivo mostrar la realidad medioambiental y cultural de las regiones más fascinantes del planeta, organizo también viajes a zonas polares como Laponia, Islandia, el Cono Sur en Argentina y la ruta por Siberia.

Para este veterano de la montaña, la Antártida, inmensa cadena de picos helados e inabarcables, es un desafío constante y una fuente inagotable de leyendas y misterios, si bien la gran mayoría es fruto de la imaginación o, en muchos casos, de la ficción. Lo que vivirán quienes le acompañen en su próxima aventura a la Antártida será sencillamente único. "El viaje se hará en un buque de expedición con capacidad para 85 pasajeros, preparado para navegar por canales estrechos, sortear témpanos y pasar muy cerca de inmensos glaciares y montañas que parecen emerger directamente del mar. Serán diez días en el buque polar más una noche en hotel en Ushuaia (Argentina) antes de embarcar hacia la Antártida. Una vez allí, realizaremos dos desembarcos diarios a tierra en las zodiacs, lo que facilitará observar y captar con las cámaras todo tipo de fauna y su maravilloso entorno. Tendremos como guías a los mejores expertos en la Antártida y en actividades terrestres".

A él se ha unido José Luis Martínez Soria, psicólogo experto en recursos humanos con formación en ciencias ambientales. La fecha probable es 2026. Los mejores meses para viajar a la Antártida son diciembre y enero. Hay unas 20 horas de luz solar y es cuando las colonias de pingüinos, lobos marinos, focas y elefantes marinos llegan para establecer sus colonias y aparearse. Jayme insiste en que quien visita la Antártida no lo olvidará jamás. "No se trata de un viaje más, es una experiencia única e incomparable: nada menos que alcanzar la última frontera prácticamente inexplorada del planeta… Un escenario casi irreal.