Ducharse o bañarse diariamente es un hábito muy común entre la mayoría de las personas. Un acto que tiene miles de debates, ¿debemos ducharnos todos los días? ¿Podemos hacerlo más de una vez al día? ¿Por qué parte de cuerpo hay que empezar? Lo cierto es que podríamos seguir cuestionándonos tanto como rutinas de higiene tienen cabida en la sociedad.
A la hora de ducharse, los dermatólogos tienen claro que, aunque cada uno tienen su propia forma de hacerlo, es fundamental seguirun orden para no dañar la piel. Sergio Alique García, dermatólogo de la AEDV (Academia Española de Dermatología y Venereología), recomienda que la limpieza de nuestro cuerpo debe ser de arriba a abajo, es decir empezar por la cabeza aplicando champú en nuestro cabello, si es que tenemos pensado lavar éste.
"Lo más conveniente es ducharnos de arriba hacia abajo. Es decir, si nos vamos a lavar el pelo hay que comenzar aplicando el champú, dejándolo actuar y enjuagándolo”, asegura el experto. Además, asegura que si es que se piensa aplicar acondicionador, hay que hacerlo después de enjuagar champú para dejarlo actuar mientras lavamos el resto del cuerpo, en un orden descendente: comenzar por el cuello, luego los hombros y brazos y, finalmente, bajar hacia las piernas.
Es importante no pasar por alto las áreas que tienden a acumular más microorganismos, como los tobillos y los pies. “Aunque son partes que suelen olvidarse en la ducha, son cruciales para una limpieza completa, ya que un baño cuidadoso allí puede ayudar a prevenir infecciones y malos olores”, confirma el dermatólogo. Seguir este orden a la hora de bañarnos no solo garantiza una limpieza adecuada, sino que también contribuye a un uso más eficiente del agua.
Además, el dermatólogo asegura que algunos ingredientes presentes en champús y acondicionadores podrían dañar la piel y causando problemas como brotes en la espalda o en el escote debido a la obstrucción de los poros. Para evitar este tipo de reacciones es fundamental enjuagar bien el cuerpo después de usar estos productos para evitar residuos que puedan afectar la piel.
Corta y con agua templada. La temperatura y la duración son clave para tener una piel sana. La ducha no debe durar más de 2 canciones, es decir, tiene que ser entre 5 y 10 minutos. Las duchas largas y con agua muy caliente eliminan los aceites naturales de la piel.
Sin esponja. Las esponjas y sucedáneos pueden llegar a ser abrasivos para la piel, y aunque parezca que limpiamos mejor nuestro cuerpo, lo cierto es que podemos causarle daños, pues tienden a acumular bacterias y suciedad. Lo suyo es frotarse con las manos y el gel.
Gel syndet y en las zonas más sucias. Elegir un gel limpiador adecuado puede marcar una gran diferencia en la salud de la piel. Los limpiadores syndet (synthetic detergent) están formulados sin los detergentes agresivos que se encuentran en muchos jabones tradicionales. Estos productos están diseñados para limpiar la piel de manera suave, respetando su pH natural y evitando alteraciones en su barrera protectora. Lo mejor es aplicar este gel solo en las zonas más sucias como axilas, ingle y pies.
Exfoliación semanal. La exfoliación es una parte esencial de cualquier rutina de cuidado de la piel, pero, como con muchas cosas, la moderación es clave. Exfoliar la piel ayuda a eliminar las células muertas, permitiendo una mejor absorción de los productos hidratantes y dejando la piel más suave y luminosa. Es suficiente exfoliar la piel una vez por semana, utilizando exfoliantes específicos para el cuerpo, ya que son más suaves que los exfoliantes faciales y están formulados para las necesidades de la piel corporal, que suele ser más resistente.
Hidratación post ducha. Tras la ducha es fundamental echarse crema hidratante corporal, aplicarla justo después de la ducha ayuda a mantener la humedad en la piel. Para conseguir grandes beneficios, hay que seleccionar una hidratante que contenga ingredientes humectantes como el ácido hialurónico, la glicerina o la manteca de karité. Estos ingredientes ayudan a atraer y retener la humedad, proporcionando una hidratación duradera.