“Estimadas mujeres españolas. No hablo a español. No dejar comentarios en mis fotos, de lo contrario se bloqueará a todos”. Ese mensaje, textual, está colgado desde 2017 en el perfil de Instagram de Ravan Bashirov, un empresario azerbaiyano que cada día recibe entre 30 y 50 mensajes de mujeres, la mayoría españolas. Le escriben para decirle que le quieren, para insultarle o para pedir un dinero que creían que le enviaban a él, para ayudarle en un apuro, y que en realidad estaban mandado a una mafia de “timadores del amor”.
Ravan Bashirov accede a hablar con NIUS, en inglés, porque dice que “quiere ayudar a esas mujeres”, a las que grupos de estafadores, fundamentalmente de Costa de Marfil, han cautivado con sus fotos. En muchas de las imágenes aparece junto a alguno de sus tres hijos; en ocasiones, junto a la fotografía aparece un nombre falso, pero en otras, los timadores ni siquiera se molestan en cambiarle el nombre.
Sin embargo, nunca es él: “Yo estoy casado, tengo tres hijos, soy musulmán, una persona pública en mi país, y tengo 35 años. Muchas de esas mujeres tienen la edad de mi madre, algo que en mi país no está bien visto, no tendría sentido”, argumenta Bashirov, que se ha presentado a unas elecciones al Congreso azerí y que piensa volver a hacerlo.
Alrededor de 100.000 perfiles falsos con su foto circulan por internet. Ravan es un “usurpado”, tan víctima como las mujeres estafadas: “Ellas creen que yo soy el que les escribe, el que las seduce y el que les pide dinero y me escriben para reclamarlo o incluso para decirme que me perdonan, que me quieren”, cuenta Ravan. En los últimos tres años ha contactado con muchas de ellas como ha podido: en inglés o incluso, aquí en España, a través de una intermediaria que llegó a gestionar un grupo de Facebook para explicar la situación a las mujeres que se enamoraron de una foto y una promesa de amor y acabaron pagando cientos o miles de euros que nunca podrán recuperar "porque lo entregaron voluntariamente".
“Se trata de mujeres que están solas, la mayoría tiene de 45 años en adelante y poco conocimiento de las redes sociales y de las tecnologías, no se dan cuenta de que esa persona no existe”, explica Ravan, que a pesar de todo mantiene una elevada actividad en sus verdaderos perfiles de Instagram y Facebook, que es por donde le llegan la mayoría de reclamaciones, improperios y declaraciones de amor.
La dinámica es siempre muy similar, según le han contado ellas mismas: “Les escriben a través de las redes, se presentan como hombres de éxito, la mayoría de las veces viudos –jóvenes que han perdido a su mujer en un accidente o por una enfermedad- y nunca les hablan de dinero. Les dicen que buscan a alguien con quien tener una relación estable, les hablan de amor, incluso de matrimonio”.
Durante la preparación de esta información, NIUS ha establecido contacto con uno de esos estafadores. Las fotografías son de Ravan, pero el nombre es otro, Ricardo Lemon, que se puso en contacto así:
El cortejo dura aproximadamente dos meses. A mensajes como ese, siguen otros en los que hablan de su soledad, de su falta de amigos y de lo que desean estar con la destinataria de los mensajes. En apenas dos días hablan de amor y de futuro, unos con mejor manejo del lenguaje que otros.
y un día los estafadores les cuentan que se van de viaje a África, casi siempre a Costa de Marfil. Un par de días más tarde, vuelven a contactar diciendo que les han robado, se han quedado sin documentación y que están en el hospital o en la cárcel y que necesitan dinero para salir y para confirmarlo, aprovechan las fotografías que Ravan colgó en sus perfiles tras un accidente en el que resultó herido. Algunas no mandan nada, otras varios cientos de euros, “las hay que han llegado a pagar 40.000 euros”, según le han reconocido.
Ravan se conoce la historia de memoria y varias mujeres a las que contactado esas mafias, se lo confirman a NIUS. “Lo curioso, es que muchas de ellas, después de haber pagado, siguen sin darse cuenta de la estafa”, se quedan destrozadas cuando su “amor” desaparece, pero intentan volver con él, se niegan a sí mismas el engaño”, relata Ravan por teléfono.
“A finales de 2016 o principios de 2017, una mujer empezó a ir por los programas de televisión italianos con mi fotografía, diciendo que la había estafado, que le había prometido amor y que después de solicitarle dinero -que ella envió- había desaparecido”, recuerda Ravan. A partir de eses momento, empezó a recibir mensajes de mujeres italianas, y ya después de francesas y de españolas, que se han convertido en la mayoría.
La mujer italiana se llamaba Mónica. Ravan contactó con ella, le explicó que él no tenía nada que ver e incluso acabó participando en un programa de la RAI para explicar la situación: “Funcionó en Italia”, según dice, “aunque el fenómeno se extendió fuera de esas fronteras, tanto que a día de hoy, él calcula que Facebook borra unos 40 o 50 perfiles falsos con sus fotografías al día.
El asunto le “enfada”, le “cansa”, pero no permite que le cambie la vida. “Mi mujer se ríe, bueno, a veces se enfada porque me molestan, pero no está preocupada por estas mujeres mayores que me escriben, y además no tendría tiempo para atenderlas” señala, aunque la molestia está ahí.
Su identidad está suplantada y eso es un delito que, en España está penado con hasta tres años de prisión, pero la Policía no puede hacer nada porque los estafadores están fuera de su alcance.
Ravan Bashirov es el cebo perfecto: atractivo, notablemente bien situado a nivel económico y con niños. Él lo sabe y no sólo por el problemón con el que se lo han encontrado, se lo han dicho los propios estafadores en video llamadas.
Y que un día se decidió a través de las redes y le contestaron. “Son impunes y lo saben, porque en Costa de Marfil no hay ley, Interpol no puede perseguirlos, y no temen a nada”. En la conversación, que retransmitió en directo en Facebook, les pidió que dejaran de hacer eso y ellos “se reían”.
Eran "chavales" de 16 años que trabajan detrás de ordenadores desde África, que escriben a golpe de traductor, y que no tienen una verborrea especialmente atractiva, pero dicen las palabras que sus víctimas quieren oír. "Son persistentes, inasequibles al desaliento y se muestran enamorados", reconocen muchas de las que han recibido sus correos electrónicos.
Cuando les preguntó que por qué utilizaban sus fotografías, le dijeron: “Ravan, en Costa de Marfil, eres Dios”. Según le contaron, encontraron sus fotografías, crearon tres o cuatro perfiles y comprobaron que “funcionaba”, que “todas las mujeres contactadas pagaron”. A partir de ahí, empezaron a utilizarlas una y otra vez y además, compartieron el “chollo de Ravan” con otras mafias. Ahora, “todas estas redes especializadas de Costa de Marfil utilizan mis imágenes”, nos explica.
La elevada actividad de Bashirov en las redes sociales hace que, además, ellos puedan enviar a sus “enamoradas”, fotos nuevas a diario. Muchas veces, les mandan vídeos e incluso los doblan. “Algunas de las mujeres estafadas han llegado a creer que hablaba conmigo” señala este azerbaiyano, que nunca ha estado en España, ni habla español y sólo tiene una amiga aquí –una de las contactadas por la mafia-, aunque son cientos y cientos las mujeres que creen que han tenido una historia de amor con él.