Seis prórrogas y cien días en estado de alarma: Sánchez culmina su objetivo y completa la desescalada
De los 321 votos de la primera prórroga a los 177 de la última: negociaciones a varias bandas, críticas y obstáculos que han marcado el empeño del presidente por mantener el control de la movilidad durante la pandemia
Del 14 de marzo al 21 de junio van cien días. Inolvidables para una España a la que le ha tocado vivirlos en confinamiento, con derechos fundamentales limitados y atemorizada por un goteo incesante de muertos por culpa del coronavirus. 100 días vertiginosos para Pedro Sánchez, obligado cada dos semanas y en mitad de una crisis “sanitaria, social y económica” sin precedentes, a pedir en el Congreso sucesivas prórrogas del estado de alarma. La que ha defendido siempre como “herramienta fundamental” para combatir la pandemia.
Hasta seis veces ha tenido que repetir la ceremonia. La de este miércoles ha sido la última. En España solo una vez se había recurrido a semejante medida de excepcionalidad (en 2010, cuando la huelga de controladores) y fue por un periodo sustancialmente más corto. Esta última prolongación le ha reconciliado al presidente con sus tradicionales socios (ERC), le ha permitido sumar apoyos a la mayoría que le llevó a la Moncloa (el de Ciudadanos) y le ha animado a vaticinar, el tiempo dirá, una legislatura larga. Lo impensable tras las dificultades con las que sacó adelante la quinta.
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La sexta votación ha sido una especie de bálsamo tras ver que cada solicitud de prórroga se ponía más complicada que la anterior. Lo de Sánchez y los estados de alarma ha sido una montaña rusa. Primero el vértigo de reunir o no los apoyos. Luego el respiro de la aprobación. Y así una y otra vez. Con la curva siempre cuesta abajo. El punto de inflexión lo marcó la cuarta, cuando el PP decidió retirarle el apoyo y pasar a la abstención. Para Sánchez, lo de sumar más síes que noes se empezaba a poner realmente difícil.
La primera vez: el decreto del 14 de marzo
El primer paso del presidente del Gobierno por el Congreso fue el 18 marzo, pero solo para informar de la entrada en estado de alarma que había decretado el día 14. Es la potestad que le lay le da al ejecutivo: quince días, sin necesidad de permiso. A partir de ahí, las prórrogas deben contar con el respaldo de los diputados. El Gobierno se planteó renovarla de quince en quince días, comenzó el calvario.
La secuencia es ésta: la primera, 321 votos a favor; la segunda 270; la tercera 269; la cuarta 178; la quinta 177; la sexta 177. La evolución numérica, con ser elocuente, no refleja del todo la tensión que han supuesto las negociaciones para la suma de esas mayorías cada vez más exiguas, ni el ruido que permanentemente ha envuelto el proceso, ni el cúmulo de complicaciones que han interferido en él.
Lo de la alarma pasó de ser una cuestión excepcional a una incómoda realidad cotidiana. Cada día añadido ha habido que negociarlo en medio de intensos debates, por ejemplo el de si primar “la salud o la economía”; se ha visto expuesto a los errores de gestión y a las críticas más o menos oportunistas. Al regateo en las negociaciones y a las tensiones territoriales. Las reclamaciones de mayor autogestión de las comunidades autónomas han sido permanentes y generalizadas. Pero además ha habido que negociar la alarma ante la postura beligerante de Isabel Díaz Ayuso, las demandas de ERC para recuperar la mesa de diálogo en Cataluña, o el tira y afloja con el cambio de fases, por poner solo algunos ejemplos.
Los números que muestran esa evolución menguante de los apoyos tampoco hablan del miedo del Gobierno en algún momento -especialmente antes de asegurarse el quinto aplazamiento- a no contar con un nuevo plazo y quedarse sin recursos (o tener que improvisar otro de urgencia) para controlar la movilidad ciudadana cuando los datos de contagios eran todavía elevados. Al principio de la desescalada, con la población ya ansiosa de salir a la calle.
¡Todo por el estado de alarma!
A lo largo del proceso, Sánchez ha manejado muchos eslóganes –“El virus lo paramos unidos”, “Que nadie se quede atrás”, “Salimos juntos”- pero un convencimiento principal: que era “indispensable” llegar en estado de alarma hasta el final de la desescalada.
Por conseguirlo se puede decir que ha hecho y le ha pasado de todo: Ha puesto en riesgo a los socios de la moción (ERC). Los ha recuperado después. Ha cedido ante exigencias ajenas a la crisis. Se ha jugado la legislatura. Ha conjugado alianzas imposibles (ERC, PNV, C’s). Ha pactado con quienes se había comprometido a no pactar nunca (Bildu). Ha amenazado con lo de “o la alarma o el caos”. Se ha planteado, sin lograrlo, ampliar el plazo –un mes- para ahorrarse sustos… ¡Todo por el estado de alarma!
Sánchez llegó a pensar incluso en no volverla a pedir cuando las cosas se pusieron peores, tras los apuros de la quinta. Pero ha acabado cerrando la serie con una negociación rápida que le ha permitido salir del trance como si aquí no hubiera pasado nada. La negociación de los sucesivos estados de alarma ha hecho aflorar la inclinación del presidente por la “geometría variable” en las negociaciones a dos bandas. Y le ha permitido exhibir, ante las muchas complicaciones, el rasgo que se autoadjudicó en su famoso libro: “Manual de resistencia”.
El proceso deja un retrato de todos. Vox se instaló de los primeros en el no muy crítico. JxCat ha votado no las tres últimas veces denunciando la “recentralización”. Ha sido su forma de marcar perfil. A ERC le ha creado tensiones tener que atender su público soberanista (en rivalidad con JxCat) y al tiempo mantener su sociedad con Sánchez. Sus votos en contra en la cuarta y quinta prórroga para volver a la abstención en la sexta dan cuenta de esa tensión.
El PNV ha jugado su papel habitual: sacando contrapartidas a un apoyo sostenido a todas las prórrogas. Lo de Ciudadanos ha sido curioso. Le han achacado un cambio de rumbo habiendo votado siempre lo mismo. Arrimadas optó por mantenerse en el sí (en la centralidad que ahora reivindica) cuando el PP decidió retirar su apoyo al Gobierno. Pablo Casado ha tenido sus propias resistencias internas. De presidentes autonómicos del PP que no veían claro lo de arriesgar la continuidad del estado de alarma que también a ellos les resultaba útil para gestionar la crisis.
Finalmente, y aun con el voto en contra del PP, España completará la desescalada como quería Sánchez: en estado de alarma. El 21 de junio se cumplirán cien días. Lo nunca visto en una crisis nunca vista.
Mini guía de las prórrogas
- Declaración inicial del Estado de alarma. Se aprueba el sábado 14 de marzo. Solo se había recurrido una vez antes: cuando la huelga de los controladores. Se pedían quince días, iban a ser muchos más. Sánchez alertó que se podían llegar a los “10.000 afectados”. El pronóstico se quedó muy corto. Los datos: 132 muertos y 5.100 infectados. Los apoyos: No se necesitan para esta vez. No hubo votación. El artículo 116 solo contempla una sesión informativa. Se comunicó al Congreso el 18 de marzo. Sesión con los escaños vacíos. 10 diputados infectados. Pleno “histórico e insólito”. Lo más duro está por llegar.
- La primera prórroga: Se aprueba el 26 de marzo. La prórroga se extiende hasta el 11 de abril. Sin más restricciones. Se han tomado “las medidas más drásticas”. Los votos están garantizados: PSOE. Unidas Podemos, PP, Vox, Ciudadanos, PNV y los minoritarios. ERC pide el confinamiento total: empieza el debate sobre los servicios no esenciales. “O paramos el país o nos quedamos sin país”, dice Rufián. De momento no hay parón total. 321 votos a favor, 28 independentistas catalanes y vascos se abstienen. Ningún voto en contra. Comienzan las críticas del PP: la falta de materiales. “Esto no va bien”, dice Casado. Pide banderas a media asta y funeral de Estado. El 28 de marzo el Gobierno aprueba la suspensión de las activides no esenciales que estará en vigor del 30 de marzo a 9 de abril.
- La segunda prórroga: Se aprueba el 9 de abril. La prórroga se extiende hasta el 26 de abril. Pero ya se da por seguro que habrá más. España atraviesa los momentos más críticos. Son ya 15.000 muertos. Nace la idea del “Plan de reconstrucción”: lo de los pactos de la Moncloa que luego se irá descafeinando. Comienza el desgaste de apoyos. 270 a favor. 54 en contra y 25 abstenciones. Vox y la CUP votan en contra. Los independentistas vascos y catalanes se abstienen. PP y Ciudadanos y los minoritarios apoyan a l coalición de Gobierno. “Pactos de lentejas”, los llama Casado. Las críticas arrecian. “Mentiras, arrogancia e incompetencia: un cóctel explosivo”. Sánchez y sobretodo Lastra contraatacan. La voladura de puentes. Ciudadanos se desmarca del PP. “Lealtad, pero no cheque en blanco”, dice Arrimadas.
- La tercera prórroga: Se aprueba el 22 de abril. El estado de alarma se prolonga hasta el 9 de mayo. Cada vez críticas más duras; desde más sitios y con menos apoyo. 269 síes. 60 noes. 16 abstenciones. Votan en contra Vox, la CUP y JxCat. ERC (“más cerca del no que nunca”) y Bildu se abstienen. Casado vota a favor pero advierte que el Gobierno es “el Titanic”. El PNV amenaza con no volver a apoyar: insiste en la descentralización de decisiones. Vox y su latiguillo de “Paguen las nóminas y váyanse”. Debate en fase desescalada: "lenta y gradual", advierte Sánchez.
- La cuarta prórroga: se aprueba el 6 de mayo. El estado de alarma se prorroga hasta el 24 de mayo. 178 votos a favor. 75 en contra. 97 abstenciones. Sánchez alcanza la mayoría absoluta, pero se empieza a temer lo peor. Anuncia el luto en fase 1 y el homenaje en la “nueva normalidad”. El PP pasa del sí a la abstención. Será la última vez. Tiene debate interno. Ciudadanos y el PNV salvan la votación, pero piden que se prepare una salida. Esta vez negocia con el PNV la cogobernanza y restablece relación con Arrimadas, a la que le ofrece comunicación permanente y desvincular ayudas de la excepcionalidad. Se rompe el bloque de la moción. ERC vota en contra. Avisa que “sin diálogo no hay la legislatura”. Han tenido mucho debate interno. Nuet rompe la disciplina y se abstiene. Crecen los votos en contra. Vox, JxCT, CUP, Foro Asturias y ERC.
- La quinta prórroga: Se solicita el 20 de mayo. El estado de alarma se prorroga hasta el 7 de junio. La más complicada. El PP vota NO. Cambio de panorama. Entra en riesgo “el espíritu de la legislatura”, dice Rufián, que habla de chantaje. Vota NO Compromís, otro aliado tradicional. “Decepción”, de Balldoví. Casado le anuncia a Sánchez un “calvario de legislatura". Es la de la negociación a varias bandas. La votación se salva con el voto a favor PNV y Ciudadanos. Es la prórroga del pacto preventivo con Bildu. Apoyos:177 a favor (PSOE, Unidas Podemos, Ciudadanos, PNV, Más País, CC, PRC y Teruel Existe), 162 en contra (PP, Vox, ERC, Junts per Catalunya, Cup, Compromís y Foro Asturias), y 11 abstenciones (Bildu, UPN, BNG y Nueva Canarias). Son ya casi 28.000 muertos. Sánchez pide “perdón por los errores”. Quería que fuera de un mes, pero no ha podido por falta de apoyo.
- La sexta próroga: Es 3 de junio. Cero muertos diarios. 27.100 acumulados. "El final del túnel", dice Sánchez. El Gobierno se planteó no pedirla. ERC vuelve a la abstención, con acuerdos solo relacionados con la alarma. Se cierran también acuerdos con Ciudadanos y el PNV. Los presidentes autonómicos tendrán autonomía total en fase 3. Se aprueba con 177 síes, 155 noes y 18 abstenciones. El PP repite el NO. Con Vox, JxCat, la CUP. Y Compromís: “No les entiendo”, les dice Sánchez a los valencianos que siguen en su decepción. Sánchez durante el debate: "Esta crisis ha transformado nuestra forma de vivir”.