Carmen Calvo, la hasta ahora mano derecha de Pedro Sánchez, se despide después de ser el principal peso pesado de sus dos Gobiernos y tras haber protagonizado choques con Unidas Podemos, y en especial, con su sustituta en el Ministerio de Igualdad, Irene Montero, a cuenta de la ley trans.
Calvo ha escenificado desde el Ejecutivo la brecha que vive el feminismo y, aunque era la encargada de relaciones con las Cortes, no ha logrado impedir que los socios del Gobierno llevasen por libre iniciativas legislativas al Congreso; conflictos que en último término resolvían los líderes de la coalición, Pablo Iglesias y el propio Sánchez.
Su marcha llega antes de que el Gobierno apruebe el anteproyecto de la Ley de Memoria Democrática, que pretendía avanzar más allá a lo regulado por la Ley de Memoria Histórica de 2007 y disolver la Fundación Franco, tras lograr en la anterior legislatura la exhumación de los restos del dictador.
Además, en la ley LGTBI del Gobierno se ha impuesto la visión de Unidas Podemos, que incluye la autodeterminación de género, aunque en público Calvo negó que hubiese perdido la batalla y calificó la norma de Montero de "equilibrada y razonable".
También ha visto Calvo cómo Igualdad ha aprobado el anteproyecto de la ley del 'Solo sí es sí', después de que durante su propio mandato como ministra no lograse reformar el Código Penal para tipificar como violación toda penetración sexual sin consentimiento.
Y es que fue la número dos de Sánchez la que protagonizó la principal cesión de los socialistas ante los morados: la cartera de Igualdad.
Abolicionista y absolutamente contraria a los vientres de alquiler, su última propuesta pública antes de la crisis de Gobierno fue precisamente lograr un acuerdo entre los socios de la coalición para avanzar en el objetivo de lograr la abolición de la prostitución.
En los últimos meses, el presidente del Gobierno ha recurrido a Calvo para presidir el Comité de Coordinación Interministerial ante el coronavirus y también el comité creado en mayo pasado para analizar la avalancha de inmigrantes irregulares llegados a Ceuta desde territorio marroquí.
En marzo de 2020, el mes en el que estalló la pandemia en España, superó el coronavirus, que le obligó a estar hospitalizada varios días en una clínica madrileña y que dejó muy tocada su salud.
La relación entre Sánchez y Calvo se remonta a las primarias socialistas, pues la ya exvicepresidente fue de las primeras en decantarse por Sánchez. Es su número dos desde que el líder de los socialistas logró desbancar al expresidente Mariano Rajoy a través de una moción de censura.
Antes, Sánchez le había confiado negociar en nombre del PSOE la aplicación del artículo 155 en Cataluña.
Nacida en Cabra (Córdoba) en junio de 1957, concurrió por primera vez a unas elecciones en las andaluzas de 1996, cuando consiguió un escaño como independiente en la lista socialista por Córdoba, pues no se afilió al PSOE hasta 2003.
A partir de ahí comenzó a labrarse una trayectoria política, primero como Consejera de Cultura y Deportes del Gobierno andaluz presidido por Manuel Chaves (1996-2004) y luego como ministra de Cultura (2004-2007) con José Luis Rodríguez Zapatero.
En 2007 se convirtió en vicepresidenta segunda del Congreso de los Diputados y, tras revalidar su escaño en 2008, presidió la comisión de Igualdad de la Cámara Baja.
Cuando Sánchez recurrió a ella para su Ejecutiva, Calvo ocupaba su plaza de profesora de Derecho Constitucional en la Universidad de Córdoba, donde había vuelto en 2011, cuando descartó ir en la lista de los socialistas cordobeses si era encabezada por Rosa Aguilar, entonces ministra de Medio Ambiente, con la que discrepaba desde su etapa como alcaldesa por IU de Córdoba.
Tras convertirse en ministra, concurrió a las elecciones del 28 de abril como 'número dos' de la lista del PSOE al Congreso por Madrid, encabezada por Sánchez, y repitió en las elecciones del 10 de noviembre, tras la fallida investidura del líder socialista.
Hace sólo dos días expresaba su lealtad a Sánchez ante las noticias sobre crisis del Gobierno. "Todos estamos a su disposición, pero además los que tenemos carné militante de nuestro partido estamos más a su disposición todavía, donde él considere que tenemos que hacer el trabajo", afirmó antes de ayer.
Es seguidora del rock, como declaraba en 2006 en una entrevista con Efe, cuando en su despacho de Ministerio de Cultura no era difícil encontrar alguna grabación de grupos como Lujuria o Mago de Oz, de los que se declaraba admiradora.
Le importan los detalles. Le gusta responder a las llamadas y a las cartas, así como acudir a aquellos compromisos en los que cree que puede aprender, motivo por el que siempre ha tenido una agenda de vértigo.