Hoy Pedro Sánchez sale de su “cuestionable escenografía”, en términos usados por la Junta Electoral Central (JEC), del Palacio de la Moncloa y se va al Palacio de Cristal a debatir a pecho descubierto con los otros cuatro líderes de los principales partidos políticos.
El ambiente va a ser hostil y lo saben sus colaboradores. No es que Sánchez no esté acostumbrado a esos ambientes, pero su campaña está diseñada para destacar el papel del presidente del Gobierno. Sánchez ha concedido 17 entrevistas en el mes de octubre y muchas de ellas con una duración cerrada de media hora. Se intenta tener controlado el mensaje y que no se alarguen los encuentros con los periodistas para no incurrir en errores cuando aparece el cansancio.
Alsina lo intentó en Onda Cero. Sacó al presidente de su zona de confort y le obligó a improvisar respuestas no tan preparadas por su equipo. Pero Sánchez salió airoso. Por ahora no se le recuerda en esta campaña ningún error de bulto, más allá del “jamón serrano” en Extremadura. Aquello fue en un mitin. Sánchez ha llegado a hacer tres actos al día. Esa actividad frenética tiene mucho que ver con las encuestas: hay que movilizar a los suyos porque no les ha sentado nada bien tener que volver a votar después de haber ganado claramente los anteriores comicios.
La estrategia del PSOE pasa enteramente por esa imagen presidencial. “Somos el partido que gobierna y tenemos el mejor líder”, señalan los socialistas. Esa ventaja ya ha sido criticada por la JEC que ha expedientado al propio Sánchez por considerar que él y su equipo están poniendo mucho de Gobierno en su campaña y poco de secretario general del PSOE. Es decir, que se nota mucho en las entrevistas que el presidente está en Moncloa, al lado de la sala del Consejo de Ministros, con las banderas oficiales de fondo y con traje de presidente, si me apuran.
No es la primera vez que se hacen este tipo de entrevistas en el Palacio de La Moncloa. Por ejemplo, Rajoy fue entrevistado por Ana Rosa Quintana en su despacho justo antes de las elecciones generales de 2015. El Presidente enseñó a la periodista con todo lujo de detalles las dependencias del complejo a 17 días de la votación. De aquella no hubo tanta polémica ni la JEC intervino. Tal vez ahora se miren las cosas con más detalle, lo cual nunca está de más.
No obstante, esta resolución se suma a otra que ha provocado malestar en el equipo de Sánchez: la que prohibió la campaña everybodysland, dirigida al exterior con la función de contrarrestar la comunicación independentista. Hay miembros del Gobierno que ya han acuñado la frase: “Nos anulan una campaña en España por defender España.”
Y esta noche Sánchez sale de su zona de confort y acude a un lugar que nunca le ha dado mucho. En su cara a cara con Rajoy quedó para el recuerdo una frase: “El presidente del Gobierno tiene que ser una persona decente y usted no lo es.” Rajoy contestó con una pausa valorativa y aquel “hasta aquí hemos llegado, señor Sánchez.”
A Sánchez se le fue la mano y quedó como un líder duro. En aquellas elecciones bajó hasta los 90 diputados. En 2016 el debate ya fue a cuatro, con Rajoy, Sánchez, Rivera e Iglesias. Ahí Rajoy salió triunfal en su papel de presidente y Sánchez apenas logró defender su posición de líder de la oposición ante la amenaza de la fusión Podemos-IU.
En los debates previos a las elecciones del 28-A, Sánchez tampoco salió ganador. Todos los cronistas señalan a Rivera como el triunfador del primer encuentro y a Iglesias del segundo. El primero por su papel incisivo y el segundo por todo lo contrario. Veremos si el líder del PSOE encuentra en el debate de hoy su lugar para trasmitir lo que es su mensaje y logra por primera vez imponerse al resto de sus oponentes. Hasta el momento no lo ha logrado.