Ninguno quiere quedar como culpable de unas elecciones que nadie quiere, de una ciudadanía que según el último informe del BBVA, les suspende sin matices. No solo eso, tienen peor imagen que los banqueros, siempre denostados en este país y ya son considerados el segundo problema de España. El rostro del Rey refleja una realidad: los cuatro dirigentes que tienen como misión llegar a acuerdos solo quieren afianzar sus siglas y su electorado. Y en eso están. El día de hoy ya ha sido el del día de la marmota. Una campaña electoral que se puede ver como una broma de mal gusto por parte de unos cuidadanos que han dicho por activa y pasiva que no deseaban nuevas elecciones. Poco parece importarles a los políticos que han escenificado que sí, que han intentado llegar a acuerdos.
El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, ha llamado por teléfono a los líderes de los grandes partidos nacionales para conocer si estarían dispuestos a apoyar o no su investidura, han anunciado fuentes socialistas. La conclusión es la prevista porque a Sánchez le interesan las elecciones a tenor del CIS y a Casado también. Para seguir con el teatro Sánchez se ha quejado de que Pablo Casado, "rechaza apoyar un Gobierno estable" del PSOE y "evitar con ello una repetición electoral".
En esa conversación, Sánchez ha trasladado su voluntad de constituir un Gobierno progresista "cuya estabilidad no dependa de las fuerzas independentistas", para lo que se necesitaría la abstención técnica del PP, han añadido las mismas fuentes.
Sánchez ha intentado convencer a Casado de la importancia de que España tenga ya un Gobierno estable que pueda hacer frente en plenas capacidades a desafíos como la posible salida abrupta de Reino Unido de la UE o la reacción del mundo independentista a la sentencia del 'procés'. El PP, mientras, dice que todo ha sido cordial.
Las llamadas han comenzando por el líder de Unidas Podemos, Pablo Iglesias que ya le ha dicho que tendrá que elegir entre él y la derecha. Es decir, no. Es el último movimiento 'in extremis' de este teatro en el que se ha convertido una investidura que se ha convertido en un anticipo de justificaciones de cara a las elecciones generales. Así se explica el cambio de rumbo de Rivera, que ahora sí que pone condiciones para una abstención intentando involucrando al PP o las palabras de Abalos en las que ahora se abre a aceptar un gratis total de parte de Iglesias.
El presidente de Ciudadanos, Albert Rivera, ha enviado una carta este martes al presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, para pedirle una reunión "urgente" con el fin de que firme las condiciones que plantea la formación naranja a cambio de abstenerse y permitir su investidura. Lejos han quedado los tiempos en los que se reía e indignaba ante esta suposición. Las encuestas parece que han derretido el no es no de Rivera, que ve cómo Ciudadanos se estrella en las encuestas.
"Le acabo de pedir a Sánchez en una carta urgente que nos veamos. Si dice que las condiciones que le ponemos se cumplen, lo que tiene que hacer es ponerlas encima de la mesa, firmarlas y cumplirlas, que no se están cumpliendo", ha declarado en una entrevista en Telecinco, recogida por Europa Press.
Tras conocer que el ministro de Fomento en funciones y secretario de Organización del PSOE, José Luis Ábalos, se ha abierto a que Sánchez se vea con Rivera, el líder de Cs ha dicho que si hay voluntad real por su parte, "ahora mismo" va al Palacio de la Moncloa.
Rivera ha asegurado que todavía hay tiempo para sacar adelante la investidura del líder socialista, pero que "lo primero es reconocer la realidad". "Sánchez no puede engañar a los españoles", ha subrayado, insistiendo en que los tres compromisos que le exige Cs sobre Cataluña, el Gobierno de Navarra y la política económica no se están cumpliendo. Sánchez ha contestado a la carta de Rivera y este le ha contestado que todo era una tomadura de pelo. Y tras su reunión con el Rey ha vuelto a señalar a Sánchez como culpable aunque ha dejado en el aire que si rectifica todavía hay tiempo.
Y quedaba el líder del PP, Casado, para volver a decir lo que ya sabíamos. Que votará que no a la investidura. Ha sido el líder de la oposición el que ha señalado que "la investidura es un punto de partida, no es un destino". Y no ha visto en ningún momento un interés por parte de un Sánchez que ha tratado a todo el mundo con "una soberbia y una displicencia que no se merecía España. Es el candidato con menos apoyos de los que se ha presentado a una investidura", ha destacado. "Si no cambia el panorama, la investidura es la historia de un gran fracaso. Nosotros no podemos aceptar que un candidato pida todo a cambio de nada. Tenemos la sospecha de que Pedro Sánchez quería elecciones desde el principio. Espero que esto no le salga gratis".