El anuncio de la salida de España de Juan Carlos I ha puesto en evidencia, una vez más, que en lo relativo a la monarquía los dos socios del Gobierno de Sánchez viajan en compartimentos separados, y además estancos. Ni hay coincidencia, ni comunicación.
La noticia que convulsiona hoy la actualidad española ha pillado a los ministros de Unidas Podemos como a cualquier otro ciudadano de a pie. Como si no tuvieran cinco asientos en el Consejo de Ministros y un pacto cerrado con sus colegas socialistas para dirigir el país. "Desde luego no es una decisión que se haya tomado en el Gobierno. Respeto las decisiones del PSOE, pero no es una decisión que haya tomado el Gobierno de coalición", ha afirmado este martes la ministra de Igualdad, Irene Montero. Incapaz incluso de precisar, al menos, si la iniciativa del llamado “exilio” ha partido o no de Moncloa. “Puede ser”, se ha limitado a aventurar en declaraciones a la SER. Esto es, la conjetura que puede hacer un cualquiera: que una decisión así es muy improbable que se adopte sin negociación previa y la connivencia del ejecutivo.
"No dejes que tu mano izquierda sepa lo que hace la derecha". (Evangelio de San Mateo, capítulo 6, versículo 3). La discreción que pregona la biblia refleja, por tanto, el proceder de los de Sánchez en este asunto, máxime cuando mantiene serias diferencias al respecto con los de Iglesias. No tanto en lo que se refiere a la monarquía en sí (ambos defienden ideales republicanos) como en el qué hacer con la que está vigente en España y con el caso rey emérito más en concreto.
Moncloa – lo que se entiende como el Gobierno en su conjunto- reaccionó con un lacónico “respeto” a la noticia del cambio de residencia de Juan Carlos I y poniendo el acento en la “ejemplaridad y transparencia” que “siempre ha guiado a Felipe VI”. Unidas Podemos -que forma parte de Moncloa, aunque no haya estado en esta decisión- ha defendido su propio discurso. Es una “huida”, una “actitud indigna” que tiene que ver “con intentar eludir la acción de la justicia”, han sido las acusaciones encadenadas por Irene Montero, en línea con lo que antes habían dejado caer en redes sociales otros destacados miembros de su formación (y del Gobierno). El vicepresidente Pablo Iglesias; el ministro Alberto Garzón, y el portavoz parlamentario, Pablo Echenique, entre otros.
Para Unidas Podemos, la (para ellos) fuga sí que afecta a la institución y la deja en situación “comprometida”. La propia Montero ha animado a acometer “cambios profundos”, dice que por aquello de combatir la corrupción y hacer que las instituciones sean más “ejemplares y limpias”.
Esto es, la titular de Igualdad ha venido a incidir en la revisión del modelo de Estado que su formación, vía comunicado, reclamó al poco de conocerse la noticia: "No existe motivo alguno para continuar cargando con una monarquía carente de los mínimos valores éticos en un país que lleva soportando sucesivas crisis económicas y sociales”, señala ese comunicado, como antesala de su propuesta: "Creemos que no se puede seguir impidiendo el debate social sobre el modelo de Estado en España". Para Unidas Podemos está claro: “Se abre paso la idea de una república solidaria y plurinacional”.
Y no es esa, volviendo a Moncloa, la intención del Gobierno. De la parte socialista del Gobierno. Pedro Sánchez sorprendió llegando más lejos de lo acostumbrado al calificar de “inquietantes” y “perturbadoras” las noticias sobre los negocios de Juan Carlos I. Y se da por hecho que inspiró y animó la decisión que se ha tomado ahora al decir que cualquier paso de la Casa Real en favor de la ejemplaridad y la transparencia sería “bienvenido”. Pero ya. También ha sido rotundo al disociar la situación en “dos planos de debate”. Uno es la apuesta por la mejora de la institución a raíz de lo ocurrido que, según él, se está haciendo. Otro, el debate monarquía-república, y el posible referéndum, que no contempla en ningún caso. Como ya dijo, el PSOE está por la “estabilidad institucional” y la defensa del “pacto constitucional”.
La evidencia de las dos almas que conviven en Moncloa en un asunto tan nuclear ha abierto la brecha para que el PP hurgue en esas diferencias. El vicesecretario de Comunicación de los populares, Pablo Montesinos, ha emplazado a Pedro Sánchez a "poner orden" en su gabinete y desautorizar al vicepresidente segundo, Pablo Iglesias, porque, en su opinión, no puede haber mensajes contradictorios desde el Gobierno sobre la salida del rey emérito.
"Moncloa dijo una cosa y el vicepresidente de Sánchez, otra", apunta Montesinos, que en declaraciones a RNE ha pedido "formalmente" al presidente que desautorice "de una vez por todas" a Iglesias. El Gobierno, afirma, "debe fortalecer las instituciones, no erosionarlas". El PP reivindica, también ahora, la figura de Juan Carlos I, por “su aportación a la construcción de la España democrática”.