“Ya se como se llama el catalán que está organizando el tema de bancos, tarjetas de crédito, DNI y Bitcoins para Puigdemont. Los hackers son holandeses”. Las palabras fueron escritas el 16 de marzo de 2018 por el independentista catalán Víctor Terradellas, uno de los embajadores de Puigdemont en el extranjero gracias a la Fundación CATmon, y ahora en el foco de la Justicia por ser la persona que mantuvo frecuentes contactos con empresarios rusos para favorecer el proceso unilateral de independencia en Cataluña.
Entre ellos, Terradellas se reunió en Moscú en primavera de 2018 -cuando el expresidente catalán Carles Puigdemont había salido ya de España- con el empresario Nikolay Sadovnikov, a quién consideraba según los volcados de sus teléfonos “el enviado de Putin”. No era la primera vez, ya que Sadovnikov se reunió con Puigdemont en Barcelona un día antes de la Declaración Unilateral de Independencia, tal y como desvela ahora una investigación periodística encabezada por el OCCRP ( Organized Crime and Corruption Reporting Project), Bellingcat y el IRPI italianoBellingcatIRPI italiano además de varios medios españoles. “Ya te lo dijo Nikolay. (Putin) es una estructura, no una persona”, se puede leer en los chats del político catalán con un intermediario.
Según fuentes presentes en esa reunión, los enviados rusos pidieron entonces a Puigdemont que convirtiera la nueva Cataluña independiente en una especie de paraíso fiscal para criptomonedas, creando un banco central que trabajase en Bitcoins fuera de las leyes de la Unión Europea. “Fue algo muy raro y la conversación duró menos de dos minutos”, explican las mismas fuentes, que mantienen la versión aportada ya por NIUS en 2019 sobre este encuentro: que Puigdemont declinó cualquier ofrecimiento por parte de estos intermediarios y consideró que una Cataluña independiente carecía de sentido fuera de la Unión Europea. Fuentes cercanas al expresidente catalán explican que Puigdemont ese día no sabía ni a quién tenía delante.
Sin embargo, el volcado del teléfono de Víctor Tarradellas refleja una versión distinta. O al menos en lo que a recolección de fondos rusos se refiere. Desde que Sadovnikov visitó Barcelona y hasta días antes de su detención medio año después, el responsable de CATmon trató según sus conversaciones de recibir dinero para la independencia por medio de sus contactos rusos.
Según ha podido confirmar NIUS, los agentes de la Guardia Civil han encontrado incluso la fotografía de una gran maleta cargada de dinero en efectivo entre sus conversaciones. La imagen fue enviada en marzo de 2021 por un empresario español llamado Jordi Sardá, del que este diario ya informó como intermediario en la reunión entre el empresario ruso y Puigdemont. “El pájaro está en el nido”, escribía entonces Tarradellas. “Mándame una foto de lo de ayer”. La imagen, reproducida junto a este reportaje, habla por sí sola: una gran maleta negra cargada de fajos de billetes de 100 euros hasta alcanzar una cifra de varios millones. No es la única pista de esa búsqueda de financiación.
Además, esas conversaciones hablan continuamente de un intercambio de bitcoins, de reuniones con otros investigados rusos como Alexander Dmitrenko o de encuentros con oligarcas rusos como Vyacheslav Aminov. “Víctor, ¿Sabes el contenido de la reunión que tuvimos con Vyacheslav”, se podía leer en el whastApp de Tarradellas el dos de enero de 2018. “Si sale lo de hoy el día 8 iré allí arriba a ver al niño y le preguntaré”, contesta el político catalán, que hace distintas menciones en sus charlas a ese apelativo, con el que se refiere a Carles Puigdemont.
Terradellas, que durante años lideró la Fundación CATmon, fue detenido en mayo de 2018 y acusado de desviar presuntamente fondos públicos a la causa independentista. Con el estudio de sus libretas y anotaciones aparecieron las primeras pruebas de que el entorno de Puigdemont trató de buscar el apoyo del Kremlin ante una posible independencia. Allí llegó a escribir Tarradellas que Rusia había ofrecido 10.000 soldados. Algo que entonces fue tomado con burla por la diplomacia rusa en España y que convirtió a Terradellas en un rechazado dentro de las filas separatistas, ya que Puigdemont y su entorno mantuvieron siempre que el responsable de CATmon actuó por su cuenta y riesgo y nunca bajo el mandato del expresidente catalán. Algo que Tarradellas confirmó en sus declaraciones judiciales. El próximo miércoles, el político catalán está llamado de nuevo a declarar ante el juez que investiga el caso.
Según lo desvelado ahora, Terradellas propició el encuentro entre Puigdemont y Sadovnikov en 2017. Y desde entonces y hasta su detención, trató de captar fondos rusos para la causa catalana. Tarradellas llegó incluso a fotografiarse con avales bancarios millonarios abiertos supuestamente en Suiza. Una documentación que le habría suministrado su presunto contacto con el Gobierno ruso para demostrar la capacidad financiera de Kremlin y su implicación en la independencia de Cataluña.
A las preguntas de este diario, el entorno del político catalán mantiene que Terradellas nunca cobró dinero alguno, tampoco lo trasladó a Puigdemont, y que tanto la maleta cargada de dinero que aparece en su teléfono como los pagarés con los que aparece fotografiado Tarradellas son falsos. “O son billetes falsos o la foto está sacada de internet”.
En 2019, este diario adelantó que como intermediario en esas negociaciones entre la Generalitat y la diplomacia rusa apareció un empresario español llamado Jordí Sardá Bonvehí, señalado tras hacerse pasar por enviado de Gas Natural para firmar un acuerdo en Ucrania. Sin embargo, la relación entre Terradellas y Bonvehí se prolongó más allá de la DUI, y desde entonces la Guardia Civil investiga los mensajes entre ambos.
En otra de las conversaciones, Terradellas explica a su interlocutor que Alexander Dmitrenko “ha venido en nombre de un grupo de gente rusa que vive aquí y tiene mucho dinero” y que tiene la propuesta de “ayudarnos. Ellos creen que con la UE no conseguiremos nada si no se siente amenazada por una potencia”. “Se puso en contacto con el entorno del presidente y estos me han preguntado a mí”, aclara Tarradellas a su interlocutor. “Tendremos tanta fuerza, si hacemos lo que tenemos que hacer, ganaremos”. En esa charla, Terradellas le pregunta a su interlocutor si quiere que le acompañe a Rusia: “Os tienen muy controlados, el CNI a vosotros. Ya te diré. No escribas más por este canal”, le contesta el empresario.
Son varias las conversaciones en las que Terradellas y Jordi Sardá hablan directamente del traspaso de Bitcoins. “Con lo que me enviaste, os interesa más que nunca el tema catalán”, escribía Tarradellas el 10 de marzo de 2018, dos meses antes de ser detenido. En esa misma charla, figuran las credenciales de una transacción de criptomoneda enviada según aparece a un conocido empresario catalán. “Mañana a las nueve viajo a Bruselas, Crees que sabré alguna cosa antes de comer?”, preguntaba Tarradellas, preocupado al parecer por si llegaban o no los fondos antes de un encuentro concertado con Puigdemont.
El día 16 de marzo, Reino Unido acusaba a Rusia de envenenar al exespía ruso Sergei Skripal, residente en Sailsbury. “Me he imaginado que es por tocar los cojones, pero está bien tocar los huevos vosotros y nosotros. Eso sí que será enseñar los dientes”, explicaba en referencia a una estrategia conjunta de desestabilización entre los oligarcas rusos y los independentistas catalanes.
El 11 de enero de ese mismo año Terradellas pregunta a su interlocutor si “antes de las cuatro de la mañana lo habremos hecho”. “Dame una alegría, la necesito”, escribía incluso lanzando el mensaje en cirílico. ”Ya se que no se puede saber con seguridad, pero orientativo. Ya que voy a ir a ver al niño [Puigdemont] aprovecharía”. La respuesta, que parece un mensaje en clave, llegó ese mismo día a las diez de la noche: “Víctor, los cuadros no se mueven hasta mañana”.
El 24 de marzo, se produce la conversación en la que aparece la maleta cargada con varios millones de euros en efectivo. “El pájaro está en el nido. Llámame si puedes. Marchará Miquel solo y si puedo yo saldré el lunes, pero dime una cosa. Envíame una foto de lo de ayer. Es aquí donde aparece la imagen de la bolsa con billetes, que la defensa de Tarradellas mantiene que es falsa.
En las conversaciones entre Terradellas y Jordi Sardá aparecen cifras de vértigo. Desde operaciones de 10.000 bitcoins (unos 200 millones de euros al cambio) hasta avales de 500.000 millones en la banca suiza con los que Terradellas aparece posando. Y no, no es una errata ni a la cifra le sobra un cero. Sin embargo, la investigación desarrollada por el OCCRP y Bellingcat revela que las supuestas transferencias de fondos a monederos virtuales controlados por Tarradellas nunca se realizaron. Una versión que concuerda con la aportada por la defensa de Tarradellas y por este diario en 2019.
Las promesas de financiación con pruebas falsas serían pues, desde ese prisma, un engaño pensado por el Gobierno ruso para desestabilizar a España tras la promesa de apoyo financiero a la independencia unilateral de Cataluña o bien un intento particular de estos intermediarios para conseguir un rédito empresarial en sus negocios gracias a los políticos catalanes. No es la primera vez que la palabra de Jordi Sardá queda en entredicho. Además de su negociación en nombre de Gas Natural para Ucrania sin tener mandato alguno, la Justicia investiga también su participación en una presunta estaba de 20.000 euros a una clínica catalana, tras el tratamiento de cáncer de un empresario ruso que quedó impagado.
Según han publicado varios medios internacionales en un trabajo conjunto, Nikolay Sadovnikov presenta también un perfil oscuro, con empresas pantalla que ligaría uno de sus negocios a la Cosa Nostra italiana, que formó parte de la diplomacia rusa y del servicio de escoltas de élite del Gobierno ruso, y que y a las preguntas de los periodistas de Bellingcat y el OCCRP, ha alegado pérdidas de memoria tras haber pasado el Covid para no identificar a Puigdemont como interlocutor en su reunión en 2017 en Barcelona por medio siquiera de una fotografía. Lo que sí negó es trabajar para el Gobierno ruso o para cualquier servicio de inteligencia. En este punto, parece que el Covid no ha afectado a su memoria.