La revuelta en la derecha en su semana horribilis
Es la crónica de un desencuentro anunciado en la semana más dura para Vox y Ciudadanos
Los independentistas también luchar por el poder, con un ERC más moderado
El bipartidismo juega sus bazas y el PP y el PSOE serían los más beneficiados en otras elecciones que nadie quiere
Ha sido la 'semana horribilis' de la derecha española. A las cuitas de Ciudadanos, cuya posición de no es no a Sánchez le ha costado la fuga de primeros espadas como Javier Nart o Toni Roldán, y tensión en una Ejecutiva en la que figuras emblemáticas como Garicano apuestan por una abstención en la investidura de Sánchez, se ha sumado el órdago de Vox al hacer público el pacto secreto en Madrid con el PP en el que sí había consejerías de Gobierno con mando en plaza.
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La foto de Colón se resquebraja
El tripartito de derechas que nació en la foto de Colón se resquebraja por momentos. El PP no tiene reparos en abrazar a Vox (para acabar engulléndolo; no en vano los votos de Abascal son los suyos), pero la posición de Ciudadanos y su línea roja difícilmente compatible con tomar votos prestados pone los acuerdos en almoneda. Vox tampoco lo ha puesto fácil con sus declaraciones sobre el Orgullo Gay y la sentencia de la Manada, entre otras.
Sánchez no teme elecciones
Así las cosas, Sánchez se ha reunido este martes 25 de junio con Iglesias para dejarle claro que no le quiere ver en el Consejo de Ministros, lo que puede hacer temblar el pacto de izquierdas. Nada está claro aún, pero el líder del PSOE no teme elecciones (las encuestas le son favorables), mientras que Podemos ha perdido fuerza tras el chorro de votos perdidos en las últimas elecciones, el cuestionamiento de su líder y las fugas o guillotinas de la Ejecutiva. No se ha salvado ni Echenique. Sánchez no está, pues, nervioso. De hecho no duda en coger el Falcon tras promocionar un nueva Ave a Granada, buena manera de promocionarlo.
A todo ello hay que sumarle las presiones para intentar que Sánchez no pacte la investidura con los grupos que le hicieron presidente. Recuerda la crisis de Ciudadanos a la que vivió el propio PSOE por el 'no es no' de Sánchez. Rivera, de la mano de su núcleo duro, Villegas y Arrimandas al frente, ya ha dejado claro que el que quiera marcharse puede hacerlo si no le gustan las decisiones de la Ejecutiva. Los nuevos partidos se han vuelto viejos de repente. En eso coinciden desde Rajoy a Felipe González, partidarios pese a todo de un gobierno que no dependa de los arrebatos independentistas, pendientes de la sentencia del procés.
Zapatero no ha dudado en apoyar a Sánchez dejando claro que no le horrorizan los indultos y teniendo mucho cuidado en no llamar golpistas a los independentistas del 1 de octubre. Diálogo sigue siendo su palabra favorita aunque diga no al derecho de autodeterminación, el único diálogo del que hasta ahora han querido saber los independentistas, aunque ERC parezca que vuelve a la racionalidad al abstenerse e impedir admitir a trámite la Iniciativa Legislativa Popular (ILP) de una asociación privada que pretendía declarar la independencia de Cataluña. Los dos representantes de Junts per Catalunya han votado a favor, lo que demuestra que la batalla independentista sigue abierta. ERC dice que sigue luchando por la independencia, pero no se va a tirar al monte tanto como Puigdemont, que no está en la cárcel.
El bipartidismo herido es muy difícil de matar
En esta crónica de desencuentros cantados, en esta mera lucha de poder, tanto el PSOE como el PP demuestran que el bipartidismo herido es muy difícil de matar, de hecho serían los más beneficiados ante unas nuevas elecciones. Sánchez mientras tanto observa las cuitas desde su Falcon convencido de que la investidura es posible con sus socios de moción (nadie le critica por ello tras lograr que la opinión pública y publicada culpe a Ciudadanos) y si no es así, una nueva vuelta electoral dañaría más a Iglesias que a él mismo. Y mientras tanto el país y los ciudadanos, que no quieren elecciones, esperan que los políticos se pongan de acuerdo.