Cuando el Supremo ya había dado su beneplácito para la exhumación de Franco, cuando todo parecía hecho, las miradas se volvieron hacia el juez Yusty, titular del Juzgado de lo Contencioso Administrativo nº 3 de Madrid, que desde febrero tiene suspendida la licencia de obras y que no tiene intención de desbloquearla antes de finales de octubre, como mínimo. Según fuentes jurídicas "sin licencia, la lápida no se mueve".
Pero al Gobierno, el juez Yusty no le preocupa. En cuanto el Tribunal Supremo emita su sentencia, todo se pondrá en marcha para sacar el cuerpo del Valle y trasladarlo al cementerio de Mingorrubio. "No vamos a esperar a la decisión del juez Yusty", dicen fuentes del Gobierno. Más aún, añaden, “Ya le gustaría al juez que la exhumación dependiera de él”.
Tanto las fuentes gubernamentales, como las jurídicas hablan con absoluta seguridad.
Perspectiva jurídica
Perspectiva Gubernamental
La sentencia del Supremo, que se conocerá íntegramente en unos días, puede ser el árbitro que medie entre las partes. No va a ordenar nada al juez, no va a decirle lo que tiene que hacer pero sí va a señalar el camino. El Gobierno confía en que esos argumentos hagan mover ficha a Yusty. Está por ver si él decide interiorizarlos.
Si todo va como calcula el ejecutivo, la exhumación será rápida, tendrá toda la cobertura legal y se hará de forma discreta.
Si todo va como se plantea en el juzgado, el traslado tendrá que esperar a que esté acreditado que abrir la cripta no supone un riesgo de derrumbe de la basílica, como alegan los informes arquitectónicos planteados por el entorno de los Franco.
Ninguna de las dos partes parece dispuesta a ceder, ni da por buena la versión de la otra. Exhumado o no, eso sí parece claro, el culebrón Franco ya ha entrado en precampaña.