Sánchez y Aragonès se citan en Moncloa entre síntomas de distensión entre el Gobierno y la Generalitat

  • Aragonès vaticina una de las negociaciones más complejas de la historia de la Generalitat

  • Los indultos marcan la gran diferencia de la visita con la de Quim Torra hace 16 meses

Un año y medio después, un presidente de Cataluña vuelve a La Moncloa. Pedro Sánchez recibe a las cinco de la tarde de este martes a Pere Aragonès (ERC), una cita clave para la reanudación de la llamada mesa de diálogo y para la toma de temperatura de la relación entre ambos gobiernos.

En la anterior cumbre, 26 de febrero de 2020, el que estaba al frente del Govern era Quim Torra, de JuntxCat. Sánchez le obsequió con un paseo por los jardines del palacio, visita incluida a la fuente de las citas secretas entre Antonio Machado y Pilar de Valderrama, la Guiomar de su poema. Torra se topó durante el recorrido con las hijas de Sánchez, camino de la piscina con ‘Turca’, la mascota familiar.

Lo bucólico del momento no escondía la tensión entre ambas partes. Más bien la destacaba, por contraste. Torra acudió a Moncloa con su lazo amarillo, compareció tras la entrevista en la librería Blanquerna, la ‘sede’ de la Generalitat en Madrid, no se movió un ápice de sus reivindicaciones.

Esta vez, sin embargo, el panorama presenta otro aspecto. Moncloa no ha anticipado los detalles concretos de la escenografía, si habrá o no paseo, y la cuestión del lazo y el lugar de su comparecencia posterior son extremos que corresponden decidir a la delegación de Aragonès. Lo distinto radica en el clima previo, jalonado esta vez de signos que evidencian cierta distensión.

Aragonés, para empezar, lidera un partido que ha ayudado a Sánchez a estar donde está. ERC, a diferencia de Junts, forma parte del llamado bloque de la investidura y ha sido uno de los apoyos del Gobierno para sacar adelante los presupuestos, el oxígeno que necesita para, si así lo pretende, agotar la legislatura.

El President se presenta en Moncloa, además, después de un fin de semana en el que su presencia en la cena inaugural del Mobile, junto a la alcaldesa de Barcelona, el presidente del Gobierno, y especialmente el rey, ha propiciado una imagen de sosiego institucional que no se veía desde hace tiempos.

Como añadido, también en las horas previas de la cita en Moncloa, el líder de ERC, Oriol Junqueras, ha declarado en La Vanguardia que el Gobierno actual es “el más comprometido con la democracia, el diálogo y la negociación de la última década”. Junqueras hablaba de una “ventana de oportunidad” en su primera entrevista tras salir de la cárcel que es, ese sí, el principal rasgo distintivo en el tiempo que va de la visita de Torra a Moncloa el año pasado a la de Aragonès de este martes.

El cara a cara entre presidentes llega cuando ya todos los presos del procés están en libertad. Es un dato. El gran gesto que ha puesto el Gobierno sobre el tapete para favorecer el deshielo. El “primer paso” para la nueva etapa de diálogo, en palabras de Pedro Sánchez, ahora a la espera de que sus interlocutores exhiban su voluntad de avanzar, por ejemplo, en esta primera cita entre presidentes.

La pretensión de Moncloa es que ERC orille el maximalismo para empezar a aproximarse en las cuestiones en las que hay opción de acuerdo. Un día antes de verse con el President, y en su primera entrevista tras los indultos, Sánchez insistía eso sí en acotar el espacio negociador: “La Constitución no es un dogma. Pero sí marca el territorio sobre el que podemos dialogar. Dentro hay muchas cosas que podemos hacer”, dijo este lunes en la SER. El presidente, por cierto, y de cara a la mesa de diálogo, no contempla la presencia en ella de Oriol Junqueras. Su “inhabilitación” no se compadece con una representación de gobierno”, ha sido su argumento.

Desde el entorno de ERC ya deslizaron que no harán casus belli de la presencia de Junqueras ni tampoco de la fecha de la mesa de diálogo, aún por determinar. Ni ERC ni el Gobierno parecen en el punto de ponerse las cosas difíciles uno a otro. La fase es otra, en la que cabe además citar otros hechos notables: la renuncia de ERC a la vía unilateral y su apuesta por el referéndum “acordado”, el hecho de que una parte y otra se hayan mandado ya recados acerca de puntos concretos sobre los que negociar, incluso la sintonía personal de la que hacen gana Sánchez y Aragonès. Esto último no tiene por qué sumar, pero cuando menos no resta.

Incluso desde Junts admiten que la química personal es un valor. "La buena relación que parece que existe es una oportunidad si se utiliza para encontrar caminos que ayuden a superar el conflicto”, admitió su secretario general, Jordi Sánchez. Eso sí, puntualizando que el marco de la legislatura pasa por dos conflictos: “la autodeterminación y la amnistía”.

A diferencia de ERC, que desde el gobierno catalán da muestras de una cierta flexibilidad de postura, Junts, liberado del peso institucional mantiene un discurso cerrado, en la disputa siempre del favor del electorado independentista. Aragonès, que lo sabe, ha tratado de cuidar también ese flanco en las horas previas a su cita en Moncloa.

En el Mobile, se sentó en la mesa con el rey, pero después de haberse ausentado de la recepción previa. En la Generalitat, recibió a los recién indultados con las proclamas que se esperan en un acto de ese corte: “No tenéis que pedir perdón por nada”. “Haremos lo que sea para hacer inevitable la amnistía y autodeterminación”. “Los exiliados y las exiliadas tienen que poder volver a Catalunya sin miedo a ser detenidos”.

Aragonès ha saludado la que se avecina como una de las negociaciones “más complejas que habrá afrontado la Generalitat en su historia más reciente”. Dice que acude a la reunión con Sánchez con una sola propuesta, “democracia”. Por ahora, es solo el principio.