Hay un momento en las partidas en que hay que poner las cartas encima de la mesa y empezar a comprobar quién ha ganado. Ese momento es ahora. Después de semanas de especulaciones, los acontecimientos se precipitan. El 30 de diciembre se ha desencadenado la resolución del enigma y ya tenemos claro que Sánchez e Iglesias tienen la investidura muy cerca.
La sonrisa de los futuros presidente y vicepresidente del Gobierno en la firma de su acuerdo dice más que cualquier filtración interesada. Es la cara de quien sabe que ha aprobado la asignatura aunque aún no le hayan dado las notas. Sólo les queda el anuncio del apoyo clave de ERC, que, como diría Rajoy, “no es cosa menor”. Pero en Moncloa creen que el trabajo ya está hecho.
Sánchez e Iglesias están en un momento tal de su relación que a nadie le sorprendería que pasasen juntos la Nochevieja. En su comparecencia conjunta, sin preguntas, no ahorraron elogios: entre ellos, a los suyos, a los de la otra parte y a su hijo político. Iglesias dice que el matrimonio aúna la experiencia del PSOE y la frescura de Podemos y cree que es un honor compartir Gobierno con Sánchez. Sánchez le responde con un agradecimiento por la responsabilidad y generosidad de Podemos. Iglesias quiere que este Gobierno sea un referente en toda Europa en política social, cambio climático y políticas feministas. Sánchez habla de la idea de progreso como la raíz de su Gobierno y anuncia: “Hay que actuar.”
Iglesias ha sido más breve y conciso, pero Sánchez no se ha olvidado de los que tiene enfrente: hay una España que avanza y otra que bloquea. Reconoce que no tiene mayoría en el Congreso, pero justo después de la elecciones se puso machadiano y ahora lo ha verbalizado: “Vamos a hacer camino al andar”. O lo que es lo mismo, paso a paso vamos viendo cómo resolvemos los problemas que se nos planteen en cada momento. Primero ató a Podemos con un acuerdo general en el que incluía a Iglesias y otros miembros de su coalición en el futuro ejecutivo. Quien no le dejaría dormir se convertía en su aliado más fiel.
A partir de ahí, a trabajar en los puntos claves del acuerdo que han presentado. Pocas sorpresas en el texto. Mucho de lo incluido en él ya estaba anunciado. De una parte, las cuestiones económicas y laborales: derogación de la Reforma Laboral, subida de IRPF a rentas altas, subida de impuestos a empresas, subida del Salario Mínimo Interprofesional, aumento de pensiones, intervención en el mercado de alquiler. De otra, las sociales: blindar el “sí es sí”, eliminación de la asignatura de religión en el currículo, no a lo vientres de alquiler, medidas contra el cambio climático, contra el juego...
Todo muy reconocible, pero evitando los escollos territoriales. Eso se deja para firmas individuales del presidente con los líderes de partidos nacionalistas-independentistas.
La primera ha sido con Andoni Ortuzar del PNV. La promesa principal se centra en agilizar traspasos de competencias. Parece que ya no quedan, pero restan una treintena y las más espinosas son prisiones y la gestión de la Seguridad Social.
Ortuzar le ha arañado a Sánchez dos buenas concesiones mediáticas: “Promover la representación internacional de la selección de Euskadi en el ámbito deportivo y cultural” y la transferencia de las competencias de Tráfico para Navarra. El PNV negocia en nombre de Navarra con la carga política que eso tiene y abre la puerta a que haya una selección de Euskadi en un Mundial como la hay de Escocia o Gales. Pero para que eso fructifique, hay que andar mucho, parafraseando a Sánchez.
¿Y Cataluña? Pues poca cosa, más allá del termino diálogo. Los acuerdos anunciados orillan el “conflicto político”, que se mueve por otros escenarios. Primero, la decisión de la Abogacía del Estado, que pide algo de lo que quiere ERC: que Junqueras vaya a recoger su acta de eurodiputado. Eso sí, añade que se le lleve bien vigilado para que no se fugue y que se pida el suplicatorio cuanto antes para que se le suspenda la inmunidad.
Ese es el último guiño de Sánchez a ERC para que de una vez se decida a apoyar la investidura y el primer presupuesto del nuevo Gobierno. Algunos republicanos ya han ido adelantando que están contentos con este paso. Ya solo queda, por tanto, que haya investidura antes de Reyes. ¿Por qué antes de esa fecha? Pues es el momento justo antes de que el Supremo decida la situación de Junqueras. El Gobierno le reitera a ERC que ahí no puede ya hacer nada y que su postura se limita a lo que ha hecho la Abogacía del Estado, que por otra parte es lo mismo que ya había dicho antes de la sentencia, el pasado 3 de junio.
ERC no puede dejar pasar esta oportunidad, consideran en el Gobierno. Este es el momento. Ya no valen excusas ni dilaciones. Se anunciará el acuerdo con ellos y veremos la letra pequeña que pasa por “mesas de diálogo” para superar el “conflicto político". ¿Y eso dónde nos lleva? Según la oposición, al desastre. Pero no nos engañemos, tienen a Sánchez donde más les gusta: en manos de Podemos y de los independentistas que quieren romper España. Según el PSOE, a hacer camino al andar. Iván Redondo es muy del partido a partido de Simeone. Mide la política en semanas. Y esta semana parece que le está saliendo tal y como había diseñado.