Pedro Sánchez con media hora de televisión por delante y con ganas de contar cosas que aún no se sabían. Lo que no ocurre siempre pasó en TVE, donde el presidente del Gobierno aprovechó la media hora de entrevista que le hizo Carlos Franganillo para despejar tres de las grandes incógnitas con las que había arrancado el curso político.
La primera: la decisión de recortar más impuestos, limitar los beneficios de las eléctricas y poner tope al precio del gas, para intentar abaratar el recibo de la luz.
La segunda: subir el SMI, aun sin acuerdo de la patronal, “cuanto antes y en la medida que se pueda”.
La tercera: acudir a Barcelona, hasta ahora no lo había confirmado, para presidir la mesa de diálogo sobre el conflicto en Cataluña. Que será por cierto este miércoles, otra incógnita pendiente que desveló en el mismo lote.
Desde Moncloa, en la sala Barceló en la que se celebraron los Consejos de ministros durante la pandemia, Sánchez protagonizó una reentré informativamente jugosa, firmando tres titulares que guardan un mismo hilo conductor. En los tres asuntos se ha mostrado en principio reacio a lo que le pedían sus socios (Podemos, lo de las eléctricas y el SMI; ERC, lo de que presidiera la mesa). En los tres, su posición final complace esas peticiones.
En el tema de la luz, el presidente anticipó las medidas del plan de choque que se va a aprobar este martes tras un verano de continuas escaladas de precios. Por un lado, se va a reducir el impuesto de la electricidad que incide en la tarifa de la luz. El recorte va a ser del 5’11% que se paga ahora hasta el 0’5%, el mínimo que permiten la legislación europea.
Por otra parte, y es lo que resulta aún más novedoso, su decisión es “detraer beneficios extraordinarios de las empresas energéticas”. Una especie de intervención los ingresos extras que logran por la evolución de los precios en el mercado mayorista, que repercuten en el recibo, pero donde las autoridades españolas no tiene margen para actuar. “Para redirigirlos a los consumidores”, según dijo.
"Hay empresas energéticas que están teniendo unos beneficios extraordinarios. No me parece razonable. Lo que vamos a hacer es detraer esos beneficios extraordinarios -se lo pueden permitir- y lo vamos a redirigir a los consumidores para topar el alza del gastopar y también con esta medida reducir el recibo de la luz", argumentó.
Sánchez advirtió, en referencia a las grandes compañías, que tenemos que ser “todos” solidarios para defender una medida que le expone a la reacción del sector y a la críticas de la oposición, pero le aproxima a las demandas de sus socios de Podemos, que le han venido reclamando una intervención más decidida. En concreto, la creación de una empresa pública.
Ante las cámaras, el presidente aprovechó además para otro anuncio que responde a lo que venían reivindicando los de Yolanda Díaz, que se suba el SMI desde ya, por encima de las resistencias de la patronal. Es lo que se va a hacer. “Cuanto antes y en la cuantía posible”, remachó el presidente, sin entrar en el detalle de la cantidad que le reclamaba el presentador. Dice Sánchez que le hubiera gustado un acuerdo con los empresarios, pero… “Si la pandemia nos ha llegado a todos, la recuperación os tiene que legar a todos”, zanjó consciente de que su discurso era de los importantes, de principios de curso y ante el gran público.
Un momento propicio para el que se había reservado, además, los flecos de lo que quedaba por saber de la mesa de diálogo sobre el conflicto en Cataluña. La fecha y si iba a ir o no. Dijo que será el miércoles y que sí que irá. “Siempre he defendido la opción del diálogo y del reencuentro”, explicó el presidente une vez superado el terreno de las grandes novedades y metido en lugares más comunes.
Sobre Cataluña, insistió en su idea de empezar a debatir en “las cuestiones en las que nos podemos entender”, y revalidó su apuesta por un referéndum sobre “un acuerdo” y dentro de la Constitución. “Si vamos a un programa de máximos el acuerdo va a durar poco. Lo que no puede ser que traslademos a la ciudadanía un desacuerdo”, anticipó sobre lo que se puede encontrar en Barcelona. El hecho, en todo caso, de que vaya a asistir, es un gesto hacia ERC que, durante las dudas de si iba o no iba, ha defendido persistentemente la necesidad de abordar la negociación al máximo nivel.
La mesa, por cierto, llega justo después del fiasco de la ampliación de El Prat, que el presidente no dio por descartado. Habló de que queda “aparcado” hasta que el gobierno catalán madure su posición.
El repaso a otros asuntos del momento le permitió a Sánchez insistir en que “una denuncia falsa no puede ocultar una realidad”, en referencia a los incremento de delitos de odio y a la confusión creada la denuncia de agresión homófoba en Malasaña que resultó ser falsa. “Es evidente que hay discursos políticos que están contribuyendo a ello. Hay que ser tajantes y reivindicar una España tolerante”, denunció el presidente.
Sobre el bloqueo en la renovación del Poder Judicial, la entrevista aportó poco de nuevo. “Mil días lleva el PP fuera de la Constitución, en la insumisión. Y dos no bailan si uno o quiere”, comentó Sánchez sobre un asunto en el que ya la única sorpresa que se puede esperar es un acuerdo.
Tampoco se salió del carril cuando le preguntaron por las cuentas y el futuro del rey emérito: “no se juzga a la institución” y “hay que respetar la presunción de inocencia”, argumentó una vez más.
Lo que iba a decir estaba ya dicho desde casi al principio. Mensajes, sobre todo, para sus aliados y su electorado. En su media hora de prime time, y ante un entrevistador que pareció incomodarle por momentos al interrumpir su discurso-“déjeme terminar”, le pidió varias veces- el presidente cerró la charla afianzado en su posición. Le preguntó Franganillo por lo que dicen, no muy bueno para él, el CIS y algunas encuestas. ¡Pero si las elecciones son en 2023!, respondió, aprovechando para, ya de paso, empezar campaña: “Lo que me importa es una recuperación justa. España ha hecho un gran esfuerzo colectivo y eso nos va a garantizar el éxito”, concluyó.