Reina la incertidumbre respecto a cuál es la decisión óptima para aquellas personas que han recibido una primera dosis de AstraZeneca y ahora, –dados los cambios de criterio en las distintas estrategias de vacunación a raíz de la aparición de extraños eventos trombóticos catalogados como “posible efecto secundario de la vacuna” “posible efecto secundario de la vacuna”–, han quedado en un limbo en el cual no saben qué pasará con su segunda inyección.
En España, los menores de 60 años siguen esperando para conocer cómo y cuál será su segunda dosis. Este viernes se esperaba alguna pauta al respecto por parte de la Comisión de Salud Pública, pero finalmente no habrá ninguna novedad: Sanidad ha decidido retrasar entre 4 y 6 semanas su decisión, adoptando así una resolución por la que han apostado otros países como Irlanda.
De este modo, las autoridades sanitarias optan por dar tiempo a los estudios que se están realizando para analizar las distintas opciones posibles, entre las cuales las que más fuerza parecen cobrar son la de administrar una segunda dosis con una vacuna distinta o continuar la pauta completa con AstraZeneca.
Más allá hay otras vías que parecen muy improbables, como obviar la primera dosis de AstraZeneca e iniciar la pauta desde el comienzo con otra vacuna (algo que parece inasumible dada la escasez de dosis); o dejar solo una dosis y vigilar si es suficiente, una opción con pocos defensores, dado que la eficacia de una sola dosis de AstraZeneca es del 76% y se busca garantizar la máxima protección posible.
La respuesta a las incógnitas las darán los estudios y para ello los científicos necesitan tiempo, porque, efectivamente, falta mucho trabajo y análisis todavía para poder cotejar datos de los distintos ensayos y determinar con seguridad qué es lo óptimo. Concretamente, ya se están realizando distintas pruebas en varios países sobre la mezcla de una primera dosis de una vacuna y una segunda de otra compañía distinta.
En España, ese estudio ha sido denominado CombiVacs, un ensayo clínico para evaluar una segunda dosis de la vacuna de Pfizer en personas ya vacunadas con una dosis de AstraZeneca, promovido, coordinado y financiado desde el Instituto de Salud Carlos III, gestionado por su Plataforma de Investigación Clínica y desarollado en cinco hospitales: La Paz y Clínico San Carlos de Madrid; Vall d’Hebron y Clínic, de Barcelona, y Cruces en Vizcaya.
Con ello, se busca “definir la dosis, eficacia, seguridad y condiciones de utilización de cada una de ellas de forma individual”, porque “hasta ahora, no existen datos clínicos sobre su posible uso combinado”, tal como refiere el Ministerio de Sanidad.
En este sentido, la ministra Carolina Darias recalcaba que eso es lo que se está buscando: la “evidencia científica” que permita decidir la mejor opción.
“Estamos revisando la evidencia científica y lo que están haciendo los países de nuestro entorno. Se trata de un debate abierto, donde países como Finlandia, Francia, Alemania o Suecia están poniendo ya una segunda dosis de vacuna RNA. Otros como Irlanda han ampliado el intervalo de dosis de 12 semanas a 16 semanas para la toma mejor de la decisión. En nuestro caso, hemos iniciado un ensayo clínico”, dijo, para a continuación “mandar un mensaje de tranquilidad”:
“Soy consciente de que puede haber inquietud en este colectivo que ha recibido la primera dosis y que está próximo a vencerse el plazo de las 12 semanas. Lo primero que quiero comentar es que tras recibir la primera dosis de AstraZeneca hay un 76% de eficacia frente al virus, y que también es posible esperar, prolongar, como están haciendo otros países, a tener una segunda dosis para tomar esa decisión que garantice que la decisión que tomemos sea la más segura y la más efectiva”, manifestó durante su comparecencia tras la reunión del Consejo Interterritorial del miércoles.
A este respecto, la Agencia del Medicamento Europeo, la EMA, dejo bien clara su postura: la vacuna de AstraZeneca, –al igual que dijo con la de Janssen, también basada en una tecnología similar, con un adenovirus como vector viral, aunque de humano en lugar de chimpancé–, es “segura y eficaz”, es “efectiva contra la covid-19” y tiene “claramente más beneficios” que riesgos asociados, pese a reconocer como un “posible efecto secundario” los eventos trombóticos detectados, con trombocitopenia (disminución de las plaquetas); algo que, por otra parte, recalcaron que es muy raro que suceda, con una probabilidad que sería menor de 1 sobre 100.000, lo que significa que, por ejemplo, el riesgo de trombosis es mayor por tabaquismo, anticonceptivos orales o incluso con el paracetamol.
Por todo esto su recomendación fue igualmente breve y sucinta: recomiendan la segunda dosis de AstraZeneca para todos los que recibieron la primera, y en un plazo aconsejado de 4 y 12 semanas entre una y otra.
La razón: “No ha habido suficiente exposición y tiempo de seguimiento para determinar si el riesgo de coágulos sanguíneos con plaquetas bajas después de una segunda dosis difiere del riesgo después de la primera dosis" y “en la actualidad no existen datos o los datos son limitados para modificar las recomendaciones actuales".
En este escenario, esa recomendación no ha sido adoptada con uniformidad por los distintos países. Ni dentro ni fuera de la UE. De hecho, independientemente del ensayo clínico que está llevando a cabo España o el que está realizando Reino Unido en la misma línea, el mejor de los estudios puede derivar directamente del análisis de lo que sucede en aquellos países que, inmediatamente, han decidido ya mezclar dosis de vacunas distintas.
Estos son algunos de los planes adoptados por las naciones: