Los ganadores y perdedores de las elecciones del 26M miran el pactómetro y comienzan las estrategias. Mientras, los ciudadanos se vuelven locos. A saber. Solo en las últimas 24 horas hemos sabido que Manuela Carmena, que en la misma noche electoral dijo aquello de que no iba a ser alcaldesa y que se retiraba de la política, no tira ahora la toalla y reivindica que "Más Madrid es la candidatura que ha ganado las elecciones”. No lo hizo en 2015 y gobernó, le ha contestado el PP, no sin razón. El tema de que gobiernen los ganadores siempre surge... cuando los ganadores no suman, da igual el partido.
Las diferencias entre Vox, PP y Ciudadanos. bien es cierto, hacen tener unas tímidas esperanzas a Carmena que se alía con Sánchez en su presión a Rivera, “en Europa, los liberales están aislando a la extrema derecha. Sería muy extraño que sumasen con Vox aquí. Pero es algo que tienen que ver ellos”. Rivera, en la encrucijada, no quiere la foto de Ciudadanos con Vox (ya le costó cara la de Colón), pero sí quiere sus votos. No parece que en último momento Rivera deje en evidencia a Villacís, un látigo contra Carmena durante los últimos años. Aguado, por su parte, tampoco tiene fácil facilitar a Gabilondo la Comunidad. Aunque en la política española de los últimos tiempos todo es posible.
Abascal, por su parte, ha dado la cara ante los medios después de una bajada electoral evidente. No parece que ya teman tanto los medios los líderes de Vox que han comprobado que con las redes solo no sirve (a Trump le funcionó porque su impacto en televisión fue brutal). El líder de Vox lo deja claro: esta vez no será como Andalucía, sin Vox, seguirá gobernando la izquierda donde haya ganado. La pregunta es ¿preferirá que gobierne la izquierda o mantener el respeto por sus votantes?.
El PP, que celebró como una victoria los resultados en la capital, mira de reojo y repite un mantra: “Lo que no entenderían los electores es que no fuéramos capaces de ponernos de acuerdo aquellos que tenemos en común al menos objetivos que son compartidos”. Un giro de Ciudadanos podría dejar en evidencia el liderazgo de Casado que sobrevive gracias a Madrid.
Por su parte, el líder de BCN Canvi-Cs, Manuel Valls, ha tendido la mano y ofrecido sus votos a Coalu para impedir que sea alcalde de Barcelona el ganador de las elecciones, Ernest Maragall (ERC). Lo hace “sin condiciones" porque la prioridad es evitar que la capital catalana tenga un alcalde independentista. Es coherente, Valls con su discurso. Ciudadanos ya le ha contestado que ellos no harán alcaldesa a Colau. Los movimientos seguirán unas semanas. Por el momento, los efectos colaterales han afectado más que a nadie a Podemos donde las críticas a Iglesias y las dimisiones se suceden. Lo dicho, el pactómetro nos va a volver locos.