Horas después de que Bilbao fuera escenario de disturbios provocados por negacionistas con un balance de seis detenidos, los más radicales en Barcelona se suman a la provocación y hacen lo propio. La excusa, la pérdida de derechos al grito de libertad. La realidad, contenedores quemados y violencia. Lo que comenzó con protestas de los sectores más perjudicados por los confinamientos, entre ellos la hostelería y los gimnasios, acabó en batalla.
Olvidados por unos meses los enfrentamientos entre Mossos e independentistas, un amplio despliegue policial se ha vuelto a ver en Barcelona para impedir una manifestación de 'negacionistas' del coronavirus. Alrededor de 1.500 personas protestaban esta tarde en la capital condal por las últimas medidas adoptadas por el gobierno catalán, entre ellas el cierre de restaurantes y bares. El lugar del enfrentamiento, casualmente es el de siempre: la plaza de Sant Jaume.
Los manifestantes han lanzado piedras, petardos y hasta vallas contra los agentes, que intentan poco a poco controlar la situación. Los protagonistas son cientos de personas que, al grito de "libertad", se han enfrentado contra los Mossos porque no toleran el estado de alarma puesto en marcha desde el Gobierno central para aplicar el toque de queda en Cataluña.
Los Mossos d'Esquadra han detenido a doce personas, presuntamente, relacionadas con estos hechos violentos después que se negaran a ser identificadas. Además dos tiendas han sido saqueadas.
Las protestas ante el Palau de la Generalitat y el Ayuntamiento de Barcelona se desarrollaban con normalidad hasta que más allá de las siete de la tarde, varios manifestantes han encendido bengalas y otros tipos de material pirotécnico, a lo que los agentes de los Mossos d'Esquadra han respondido con cargas para tratar de disolver la concentración. Acto seguido, las protestas se han extendido por las calles contiguas y han seguido produciéndose en la Vía Laietana.
El gobierno de Cataluña ha decidido el cierre perimetral de la comunidad los próximos 15 días y el cierre de los municipios los fines de semana, así como la suspensión de las actividades culturales. También se cerrarán los centros comerciales, excepto la parte de alimentación, y los comercios superiores a los 800 metros cuadrados.
Las escuelas permanecerán abiertas pero en secundaria se podrían hacer clases virtuales en los cursos superiores y se suspenden las extraexcolares, excepto las que se hacen en grupos burbuja. Se anulan actividades deportivas, entrenos y se cierran gimnasios, excepto competiciones oficiales donde no se permite el público. Estas medidas se suman al cierre de bares y restaurantes que anunció el Gobierno catalán el 16 de octubre para evitar una mayor propagación del coronavirus.
El Govern confía en vencer la curva de contagios del coronavirus con las nuevas restricciones aprobadas ayer bajo el estado de alarma, como aislar los municipios en fin de semana, pero no descarta pedir el confinamiento domiciliario si los datos no mejoran en las próximas dos semanas, algo que el Ministerio descarta por ahora. El secretario general del Departamento de Salud, Marc Ramentol, ha considerado este viernes que el confinamiento domiciliario ha de ser siempre "la última alternativa", pero no lo ha descartado.
"Si vemos que en los próximos días las medidas no son suficientes, tendremos que pedir al Gobierno español que se plantee esta posibilidad", ha dicho. Ramentol ha precisado que el confinamiento domiciliario no tiene por qué ser igual que en marzo pasado y que "si llegara el caso", se podría pedir pero con las escuelas abiertas. En el mismo sentido se ha expresado el director de la Unidad de seguimiento de la COVID-19 en Cataluña, Jacobo Mendioroz, que ha valorado que los datos de los últimos tres días muestran un decrecimiento de los contagios, uniforme en casi toda Cataluña. "Si este decrecimiento vuelve a subir tendrá que haber medidas más duras", ha vaticinado Mendioroz.
Este posicionamiento, por el momento, oficioso y sin concretar, choca con la opinión del ministro de Sanidad, Salvador Illa, que hoy ha considerado que las medidas que el estado de alarma pone en manos de las comunidades para "estabilizar, doblegar y mantener baja" la curva de contagios de COVID-19 hace prever que no sean necesarios confinamientos domiciliarios, que no contempla el decreto.
Marc Ramentol ha precisado, no obstante, que "necesitamos catorce días para tener claro el impacto" de las últimas restricciones impuestas, como el toque de queda nocturno y las anunciadas ayer, con confinamiento perimetral y municipal de fin de semana en toda Cataluña.
Mientras se evalúan las restricciones, hoy se ha conocido que el 52 % de las camas de unidades de curas intensivas (UCI) de los hospitales de Cataluña ya están ocupadas por personas enfermas de COVID-19, una situación que no se daba desde los meses de abril y mayo, durante la primera ola de la pandemia. El incremento de los nuevos casos se refleja en el número de pruebas PCR hechas, que en algunas jornadas han llegado a las 48.000 diarias. El decrecimiento de los datos de la pandemia se observa en casi todas las regiones, excepto en les Terres de l'Ebre, donde crecen los datos, probablemente debido a los cribados masivos que se han hecho en escuelas e industrias de esta zona en las últimas semanas, según ha explicado Mendioroz.
Los hospitales catalanes, por su parte, se esfuerzan por no suspender las operaciones quirúrgicas programadas no urgentes pero una gran parte, especialmente los de menor tamaño, ya empiezan a sufrir tensiones de disponibilidad de camas, ante el fuerte incremento de los enfermos de COVID-19.
También se ha sabido hoy que el grado de presencialidad de los alumnos en la etapa postobligatoria (Bachillerato y FP) a partir del próximo lunes dependerá de cada centro educativo, pero la presencia mínima deberá ser del 50%. Ante las dudas planteadas por las direcciones de varios centros educativos, fuentes del Departamento de Educación se han referido a las instrucciones enviadas el pasado 30 de junio a los centros educativos, donde se especifica que "se debe mantener presencialidad mínima del 50% en los centros", de lo que se deduce que "el máximo de clases online será también del 50%". Desde la conselleria se ha subrayado que las instrucciones "no son pasar a un curso telemático 100%", sino "reducir la presencialidad, en función de los planes de organización de cada centro para el curso 2020-21".